viernes, 23 de marzo de 2012

Una ciudad de papel

El reciente terremoto en la Ciudad de México nos recuerda la fragilidad de esa urbe, la visión de que en un minuto cualquier cosa cambia, como si fuese una ciudad de papel.

Precisamente ese es el título de un discurso de Gonzalo Celorio, México, ciudad de papel (1996) publicado por TusQuets Editores, para darle permanencia al texto leído durante la ceremonia de ingreso de éste a la Academia Mexicana.

Y es que usando su estilo narrativo, cargado de adjetivos, prosa fluida y múltiples recursos del lenguaje, el autor mexicano nos lleva a un recorrido histórico por el Valle de México, para enfrentarnos no a sus fantasmas o sus destructores, sino a los autores que la vieron antes de la Conquista, en la Colonia, o en la Independencia, hasta la Revolución, donde se pretendió convertirla en la máxima expresión de la libertad y el progresos.

"De los pasados esplendores de la ciudad de México persisten, empero, las voces de quienes la cantaron, con líricos acentos, cuando era la región más transparente del aire; de quienes la describieron azorados, cuando a ella llegaron allende el mar océano o la establecieron en lengua latina para darle cabida en las ciudadades del mundo o la magnificaron con palabras hipérboles y artificiosas..." (17)

Con esta breve descripción, Celorio nos enfrenta a la capital Azteca, que ante la falta de una descripción concret fue comparada con las grandes capitales europeas, renovando el mito del águila de devora a la serpiente, y enfrentándola con Venecia o con una mágica ciudad de oro.

En una edición acompañada de portadas de grandes texto, imágenes arrancadas de códices o de incunables, vamos recorriendo los mercados de Alfonso Reyes, o la visión fantástica de Bernal Díaz del Castillo, o el barroco que la embelleció, frente a lo inconcluso del palacio legislativo, ahora Monumento a la Revolución.
Y es que esta ciudad, realmente, es un personaje en el escenario de nuestro país, un persona que cada vez crece más, que se transforma en cada esquina y que permite la convivencia del modernismo, con lo colonial, de lo contemporáneo con lo indígena. Cada rincón parece estar lleno de poesía y enfrentarnos a nosotros mismos.

Es que a lo largo de los siglos "las voces, en suma, que la han construido letra a letra en la realidad perseerante de la literatura. La nuestra es una ciudad de papel." (17)

Una invitación es a leer esta ciudad, la otra es a vivirla.

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