Escritas con pocos años diferencia, el volumen The New York Trilogy (Faber and Faber, 2011) de Paul Auster, compila las novelas cortas City of glass, Ghosts y The locked room. En ellas, la ciudad se convierte en un personaje más, evoluciona según la época y se comporta según sus habitantes.
En la primera, City of glass (1985), el alter ego perfecto -que en realidad es el autor-,
recibe una misteriosa llamada… y eso detonará un cambio en su vida.
La historia sigue a Daniel Quinn, un escritor de novelas de misterio que recibe una llamada telefónica equivocada destinada a un detective privado llamado Paul Auster. Intrigado por la confusión, Quinn decide asumir la identidad de Auster y aceptar el caso. El cliente, un hombre llamado Peter Stillman, le encarga protegerlo de su padre, quien supuestamente quiere hacerle daño.
En la segunda: Ghosts (1987) la trama sigue a un detective llamado Blue, quien es contratado para vigilar a un hombre llamado Black. Su tarea consiste en observar sus movimientos y reportar cualquier actividad sospechosa.
A lo largo de su vigilancia, Blue se va adentrando en una serie de cuestionamientos sobre su propia identidad y el significado de su labor. Aunque al principio parece un caso sencillo, la historia se va complicando a medida que Blue se obsesiona con Black, creando una paradoja entre el observador y el observado.
El límite llega cuando decide contactarlo… y empieza el juego… porque él también sabe que está siendo vigilado, una especie de matrioshka que lleva al límite la situación.
The locked room (1990) que cierra la trilogía, presenta como un relato dentro de un relato, en el que el protagonista –un escritor anónimo -recibe los manuscritos de Fanshawe tras su desaparición, y se ve obligado a terminar su trabajo mientras lucha con la identidad y los secretos de su amigo.
A medida que profundiza en la vida de Fanshawe, el narrador descubre que la relación entre ellos es más compleja de lo que parecía inicialmente, y que la desaparición de Fanshawe está vinculada a una serie de eventos inquietantes. Decide entonces asumir el papel, llegando al extremo de ver a la viuda, ser parte de la historia, vivirla también.
Los tres textos, a ritmo moderado, con diálogos precisos, personajes redondos que están arrancados de la realidad y frente a momentos extraordinarios, representa el estilo de Paul Auster, y retrata en diferentes épocas, esa urbe que vive con nombre propio, esa manzana de la cual todos quieren una mordida.
Para conocer al autor y vivir un poco de Nueva York, excelente tríptico.