
Esta es parte de la anécdota básica de El perfume (1985) de Patrick Süskind. Un ser, deforme por naturaleza, nace son un prodigioso olfato. Después de varios giros del destino, trabajará para un inventor de perfumes, y pretenderá construir la esencia más grande que cualquier ser pudiese.
Mas esa esencia no será de una planta o una flor, tampoco de una semilla... será la clave para la transformación de una persona "común" en un extraordinario sentido.
La novela buscará recrear, de esta forma, no sólo la visualización sino los olores propios del Siglo XVIII en Francia y sus inmediaciones, donde Jean-Baptiste Grenouille ha vivido y transformado su existencia: de aprendiz de perfumista al construir de la esencia más grande que el mundo haya conocido.
Y es que la novela buscará detallar, frente a la fealdad del protagonista, su desarrollada capacidad para encontrar la esencia perfecta que lo haga, finalmente, ser un humano más.
Pero no será así...

Algunas actuaciones flojas y un casting no del todo logrado, hacen "una buena versión fílmina" en un 2x1 =) Estuvo nominada a diversos premios importantes y ganó otros de relevancia. Hay que verla, pero definitivamente no se juzgue con el mismo parámetro que la novela de Süskind que la inspiró.
Yo creo que la película podría ser un 2x1 siempre y cuando alguien más pague ese 1 para que vayas a verla... jajajaja... no es cierto. No es mala, el mundo de los olores se "visualiza" muy bien =)
ResponderEliminarVale, vale, la idea es que no es "buena"... ¿estamos ya hablando de una sinestesia entonces? SL.
ResponderEliminar