lunes, 26 de enero de 2015

Cerrando ciclos: El último árbol (cuentos de Navidad)


No falta la navidad en que alguien quiera leer “Un cuento de Navidad” o “Cómo el Grinch se robó la navidad”. No falta quien ahora encuentre “El expreso polar” o “Cómo funciona realmente Santa”. Que lean lo que gusten, pero lean.
En La feria del libro Monterrey 2014 me topé con una antología que a primera vista no nació el amor: El último árbol (cuentos de Navidad) (Planeta 2011) Después de ver el precio –que finalmente desapareció al romper el plástico que lo envolvía- me motivé a ver la lista de autores, y dije, vale, lo compro: Héctor Abad Faciolince, Ana García Bergua, Francisco Hinojosa, Mónica Lavín, Pedro Ángel Palou, José Ovejero, Élmer Mendoza, Andrés Neuman, Santiago Roncagliolo, Alberto Ruy Sánchez y otros 10 autores que desde diferentes edades, perspectivas y aproximaciones nos regalan su visión de la Navidad.
Y es que más allá de la fiesta religiosa, el mercantilismo ha llevado a estas fechas a una situación insospechable de regalos y desenfreno crediticio que hacen olvidar las buenas intenciones y los buenos deseos por la mejor oferta y el mejor regalo.
La antología, que como concluirán compré, resultó ser toda una delicia. Algunas veces a manera de crónica, otras a ficción tradicional, lo cierto es que cada autor deja entrever su facilidad para crear cuentos y envolvernos en sus argumentos.
A mi gusto destacan:



El árbol más grande del mundo, de Federico Andahazi. Ante la ideología política, la ilusión de un niño por las fiestas decembrinas, y una gran lección por aprender: “Muchos años más demoré en entender lo que había significado para mi abuelo haber armado con sus propias manos aquel arbolito que apenas sobrepasaba mi estatura infantil y, sin embargo, me pareció el más grande del mundo.” (20)
La tarjeta postal, escrito por Norma Lazo. Llega una postal para un viejo inquilino. El receptor se debatirá entre entregarla o no. Más allá del amor, la esperanza.
La sorpresa del roscón, por Elvira Lindo. Una mujer que estuvo en Guinea, enfrentada a su sociedad, a su actualidad, a su madre.
Lo rojo, de la pluma de Élmer Mendoza. Un favor en diciembre, 1968, un road-short-story magistral, como solo él puede escribirlo.
Una rama más alta, de Andrés Neuman. Un breve cuento de 2 páginas, pero una extraordinaria historia de deseo y maduración.
La Navidad no es tan importante, por Alejandro Páez Varela. Desde la visión editorial, invita a los lectores a repasar las situaciones de violencia y a exigir justicia: “Dedique un pensamiento a infinidad de regios, michoacanos, tamaulipecos, sinaloenses, etcétera. Dedique, si puede, un suspiro a esos que están en medio de esta guerra idiota por la que alguien debe pagar. Porque alguien debe pagar. Y si no, la Navidad misma no tiene sentido” (98).
Cita a ciegas, de Pedro Ángel Palou. Una aproximación a las relaciones sociales actuales y el trabajo. Un par de frases contundentes “Que el amor tiene la fuerza de rescribir el pasado, aunque sea incapaz de corregir los errores” (107) y “Pensaba que la vida, su vida, le ocurría a otro y que él, algún día, tendría que reescribir ese manuscrito maltrecho” (102)
Papá Noel está borracho en el salón, escrito por Santiago Rocagliolo. En su tono irreverente, una excelente historia de un padre que hará todo para recobrar a su hijo, incluso estar borracho y vestirse de un regordete de rojo para sorprender a propios y extraños.
La navidad como escalera, de Alberto Ruy Sánchez. Una narración extraordinaria de una fotografía, de una serie de fotografías que nos hace reflexionar sobre cómo una escalera deja ser cemento para ser un parque de diversiones, a la vez que es testigo mucho del crecer de los niños a jóvenes a adultos.
Aunque ya no es Navidad, se los recomiendo. Te reís, te hace llorar, te hace pensar. Una excelente combinación para abrir o cerrar un año de lectura.

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