viernes, 16 de septiembre de 2022

La luna invisible me desviste: la poesía desde el alma

Lucía Monserrat Carrión González presenta una antología poética que se construye desde el alma para buscar la expresión de lo más profundo del ser. La luna invisible me desviste (2022, Editorial Font)

Divida en dos partes (Introspección y La luna invisible me desviste) presenta un lenguaje claro,
desprovisto de grandes figuras literarias o palabras rebuscadas, lo sencillo se convierte simplemente en la expresión de un sentir, un vivir transparente.

Un leitmotiv en esta antología es el proceso de escritura. Creación o liberación, es una expresión que busca sentido… “Si cada día escribiera un poema / que recorriera tu cabeza para caer en tu pecho… / ¿cuántas hojas entregarías a tu alma?” (Carrión, 17)

La palabra -como sustantivo o como sus partes, fonema, gramema- se convierten en otra presencia constante en los poemas: “Si tuviera que leerte, / este mundo interior donde paso horas, (…) que entra como un viento que resopla fonemas / y brotan estas palabras que navegan / entre agua y nubes a plena luz del día.” (Carrión, 20) Más adelante dice “No busco en las palabras un sueño, / uso la palabra para sanarme las heridas” (Carrión, 55)

La combinación de la palabra y las imágenes que crea se configuran entre las líneas: “(…) el rostro se tiñe de carmesí, / los ojos brillas, / los labios se humectan, / la piel rejuvenece, / para ti la luz / y la palabra encendida.” (Carrión, 72)

El fuego, el aire, la respiración, elementos que se van repitiendo para construir imágenes vivas de un sentir cotidiano: “como una mano extendida que no tiene rostro, / como una palabra anónima / que me abraza hasta quedarme dormida.” (Carrión, 25) De nuevo dice “(…) Paso mis dedos / entre imágenes ficticias, / voz sin eco, / poses y fisonomías. / Catálogo de utopías / que comparto hoy, para expresar mi vida.” (Carrión 36)

“Hay un momento en la noche, / donde te espero. / Te espero como si fuese una tarea titánica verte (…) El mundo se detiene, / en pocas palabras, / necesito sentirme.” (Carrión, 31) Otra cuestión interesante en la poesía de Carrión es esa delgada línea entre el otro y el propio, el renacimiento de una necesidad de amar o de abrazar, pero a la vez, de recuperarse a sí mismo, de saber el valor propio.

La mujer es otra imagen que aparece constante entre los versos. Como objeto, como deseo, como admiración, una visión única y admirable. “Mujer meditabunda, / terca de arrojo y sosiego, / abriguémonos en el silencio, / conscientes de la brevedad y lo eterno.” (Carrión 56) Más adelante “Algunas veces me encantaría enamorarme / y no darme cuenta, / será como una gran amiga / a la que cuentas tu historia” (Carrión, 77)

El espacio, el vacío, el arte, la presencia, la ausencia, otros temas que a un ritmo único se van hilando entre los versos. “Te amo hasta el infinito, / con un amor tan vasto / que deja un vacío / parecido al universo.” (Carrión, 80)

El juego de palabras se convierte en un juego de sentimientos: “Aparece con una coma, / luego con un punto y coma, / después con la indiferencia / y al final con la separación.” (Carrión, 75)

Y la escritura, como proceso liberador, se desvanece en las palabras: “Mi cuerpo se agita / al escribir algo que aún no veo / está grabado en la memoria (…)” (Carrión, 95)

El cuerpo, otro leitmotiv de la antología, se materializa en una parte, casi imperceptible del deseo. “Desee sentirte / y conocer la forma / en que tocan tus manos.” (Carrión, 83)

Una antología honesta que permite conocer la expresión del alma, la vivencia del amor, el deseo y el infinito. Conocer una autora contemporánea y ver cómo “La luna invisible me desviste, / me besa lento, / intenso, / como si quisiera abrazar mi alma, / un beso curativo… / pero el cuerpo no alcanza, / vibro, / me estremezco.” (Carrión, 82)