lunes, 26 de agosto de 2019

La esclavitud y la libertad: El ferrocarril subterráneo


Colson Whitehead ganó el Pulitzer 2017 en ficción con el relato El ferrocarril subterráneo (2017, Literatura Random House)

Esta novela parte el punto histórico en Estados Unidos, donde los estados algodoneros del sur mantenían la esclavitud como una de las formas básicas de organización social y económica, donde la compra-venta de la gente de color, su explotación laboral y su trato poco humano llevaron a extremos de supervivencia y maltrato.

Según la historia, existía una serie de personas y puntos “seguros”, donde los esclavos podían huir hacia los estados del norte, ya sea utilizando trenes, estaciones, casas y otros lugares seguros, otra gente de color –libertos por decreto o por nacimiento- e incluso blancos, ayudaban a transportar y mover cuando fuese seguros. Códigos secretos, planeaciones, avisos orales, todo se valía para lograr movilizar a estas personas.

Con este fondo, Whitehead centra la historia en Cora, hija y nieta de esclavos, que en medio de la pobreza y maltrato conoce a un esclavo que le plantea lo imposible: huir hacia el norte. Luego de una serie de sucesos donde se detalla la vida en la plantación, las privaciones que vivían, el “unirse” a otro esclavo para procrear, el comercio con los hijos, los castigos ejemplares y demás, la protagonista decide fugarse y comenzar una nueva vida.

Ahí comienza la aventura, y cómo un grupo de personas se decida a “cazar” a la gente de color que huye de los estados del sur, leyes diversas que en el centro y norte de Estados Unidos obligan a no ayudar y entregar a los fugitivos, así como las personalidades que evocan el ferrocarril subterráneo.

Explora también el odio que podía generar un fugitivo en las poblaciones blancas y cómo un cómplice podía perder la vida en una ejecución pública por el simple hecho de alojar una noche a uno de ellos.

Cruda, explícita, con un lenguaje profundo, realista, con diálogos precisos y una serie de descripciones que logran construir las postales de los paisajes y pasadizos, la novela se convierte en una visión histórica que, lamentablemente, puede ser muy actual: cómo se puede odiar al otro simplemente por el color de su piel.

La exploración de la solidaridad en la adversidad, el compromiso y la responsabilidad ante el otro que carece de todo, el amor en medio de la violencia y el simple juego del odio – valentía, logran construir personajes arrancados de la realidad y dispuestos a todo, tanto para huir como para cazar a la presa.

Una excelente novela con un narrador omnisciente, grandes y pequeños espacios, así como una amalgama de personajes, hacen de esta novela una revisión de la historia que no debería volver a suceder.

lunes, 12 de agosto de 2019

Una novela trepidante: Caracol Beach


Caracol Beach de Eliseo Alberto compartió con Margarita, está linda la mar de Sergio Ramírez el Premio Alfaguara de Novela 1998. Una de origen cubano, otra nicaragüense, representaron la restauración del premio y la mirada ibérica hacia la novela latinoamericana contemporánea.

Cada una con su “sello” propio, la aproximación hacia la mirada humana de la historia, o la historia de una mirada humana, se fundirán en las páginas de los textos.

Caracol Beach es en pocas palabras, una excelente novela. Arranca con un par de epígrafes, uno sobre la muerte, otro sobre el día del fin del mundo, que dan el arranque de la anécdota de la novela: una persona decida salir y buscar su muerte.

Después de eso, la edición de Punto de lectura (2001) anexa una advertencia y dedicatoria: el texto surgió durante un taller de novela convocado por Gabriel García Márquez y asistido por el autor. De ahí, tiempo después, rescata la historia y la convierte en una novela contemporánea.

Para completar la anécdota de la historia, la persona que decide salir y buscar la muerte es un soldado retirado, que peleó una de esas guerras aparentemente sin sentido de los cubanos en la lejana África; mientras un grupo de jóvenes que se gradúan quieren únicamente divertirse, pasar una noche de locura, en medio de una de las playas más exclusivas de su localidad.

En historias paralelas contadas con maestría, los jóvenes narran cómo llegan a una fiesta y de pronto se dan cuenta que no hay cerveza; el joven soldado retirado está, en formato de cazador, buscando presas; mientras tanto, los flashbacks abundan: cómo ese soldado ha vivido uno de los llamados “infiernos” en la tierra, donde al agua, el lodo, los mosquitos y la selva lo envuelven todo.

Una acción detonante provoca la repatriación del soldado y otro acto detona su locura: los límites de lo humano se alcanzan y la única manera de sobrevivir es atacar. Giros inesperados, situaciones extremas, un corto tiempo real y uno amplio histórico, esto va construyendo el texto.

A un buen ritmo trepidante una noche, descripciones abundantes, un narrador omnisciente y una gama de personajes arrancados de la realidad, el autor va entretejiendo los vasos comunicantes hasta terminar en un viejo deshuesadero, en un rescate sin sentido.

El texto se acompaña con un epílogo propio de la obra, y dos importantes anexos: una especie de biografía de los personajes principales y una cronología de los hechos.

Un excelente texto para conocer al autor y reconocer los límites de la sanidad humana y la búsqueda incansable de la paz interior.