lunes, 12 de agosto de 2019

Una novela trepidante: Caracol Beach


Caracol Beach de Eliseo Alberto compartió con Margarita, está linda la mar de Sergio Ramírez el Premio Alfaguara de Novela 1998. Una de origen cubano, otra nicaragüense, representaron la restauración del premio y la mirada ibérica hacia la novela latinoamericana contemporánea.

Cada una con su “sello” propio, la aproximación hacia la mirada humana de la historia, o la historia de una mirada humana, se fundirán en las páginas de los textos.

Caracol Beach es en pocas palabras, una excelente novela. Arranca con un par de epígrafes, uno sobre la muerte, otro sobre el día del fin del mundo, que dan el arranque de la anécdota de la novela: una persona decida salir y buscar su muerte.

Después de eso, la edición de Punto de lectura (2001) anexa una advertencia y dedicatoria: el texto surgió durante un taller de novela convocado por Gabriel García Márquez y asistido por el autor. De ahí, tiempo después, rescata la historia y la convierte en una novela contemporánea.

Para completar la anécdota de la historia, la persona que decide salir y buscar la muerte es un soldado retirado, que peleó una de esas guerras aparentemente sin sentido de los cubanos en la lejana África; mientras un grupo de jóvenes que se gradúan quieren únicamente divertirse, pasar una noche de locura, en medio de una de las playas más exclusivas de su localidad.

En historias paralelas contadas con maestría, los jóvenes narran cómo llegan a una fiesta y de pronto se dan cuenta que no hay cerveza; el joven soldado retirado está, en formato de cazador, buscando presas; mientras tanto, los flashbacks abundan: cómo ese soldado ha vivido uno de los llamados “infiernos” en la tierra, donde al agua, el lodo, los mosquitos y la selva lo envuelven todo.

Una acción detonante provoca la repatriación del soldado y otro acto detona su locura: los límites de lo humano se alcanzan y la única manera de sobrevivir es atacar. Giros inesperados, situaciones extremas, un corto tiempo real y uno amplio histórico, esto va construyendo el texto.

A un buen ritmo trepidante una noche, descripciones abundantes, un narrador omnisciente y una gama de personajes arrancados de la realidad, el autor va entretejiendo los vasos comunicantes hasta terminar en un viejo deshuesadero, en un rescate sin sentido.

El texto se acompaña con un epílogo propio de la obra, y dos importantes anexos: una especie de biografía de los personajes principales y una cronología de los hechos.

Un excelente texto para conocer al autor y reconocer los límites de la sanidad humana y la búsqueda incansable de la paz interior.

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