lunes, 29 de junio de 2020

Shanghai Baby: la occidentalización de China


La novela Shanghai Baby de Wei Hui (2003, Booket) se promovió como “el libro prohibido en China”… y con rotundo éxito.

El texto plantea una de las ciudades que mayor transformación hacia lo occidental ha tenido en el territorio chino a partir de la apertura comercial en la década de 1990: Shanghai. Privilegiada por su ubicación geográfica, con una amplia salida al mar, su catalogación como zona económica especial relevó a sus habitantes las ventajas de una economía libre (pero controlada)

Esto trajo no solo una enorme cantidad de extranjeros hacia la ciudad, la comercialización desquiciante y el crecimiento de la propia ciudad, sino los vicios y las “malas costumbres”: la droga, el alcohol, el sexo, la socialización desmedida… el contrasta generacional se volvió enorme y la sensación de búsqueda y de perdida de una cierta generación, apareció aquí.

La protagonista Cocó, como la famosa diseñadora francesa, tiene publicada una novela y algunos cuentos, goza de cierta fama y tiene lo que puede desear cualquier mujer moderna: un apartamento, libertad para andar por la ciudad, un ingreso más o menos estable, vive con su novio… pero aquí comienza “lo prohibido”: el novio es impotente y ella, se puede decir, es amante del sexo.

Las descripciones de sus deseos y sus satisfacciones rompen con tabús en China (y claro, con mucho de la literatura escrita por mujeres), y no solo eso, sino la vivencia de sus amantes y encuentros también se nutren.

El novio, Tiantián, es un sensible y talentoso ilustrador, abandonado por su madre que viaja España –no regresa y solo le dice que su padre ha muerto, enviándole las cenizas- sabe de su dolencia y no limita a Cocó… su refugio son sus herramientas de dibujo y las drogas.

La pareja se mueve en el ambiente cultural de la ciudad, lo que permite conocer a un abanico de personajes cuyos excesos y vivencias sin límite, también forman parte de este universo “pervertido”, propio de la contaminación de occidente.

La novela va a ritmo lento pero preciso, con un amplio conocimiento de la cultura popular mundial, y con epígrafes en cada inicio de capítulo, diálogos abundantes y un toque de lo místico y espiritual propio del lejano oriente.

En el argumento, Cocó intenta escribir una nueva novela (y toda la descripción del mundo literario en ese país es muy interesante) y con ello es capaz de estar días completos en bata, satisfaciéndose y avanzando todo lo más posible en la historia por contar. Mark, un alemán que queda prendido de ella en una fiesta, será el triángulo amoroso que detone la adicción de Tiantián y el regreso imprevisto de la mamá de éste.

Narrada en primera persona, la novela se convierte en una muestra de los excesos y los límites que puede vivir la nueva generación de chinos ante ciertas libertades –o libertinajes- de occidente, y en cierta medida la nostalgia por una forma de ser que no regresará, y que posiblemente no quieren muchos que así sea.

Se vuelve un texto divertido, honesto, franco, sin filtros a veces, con una sinceridad que, seguramente, es lo que hace un texto atractivo. Posiblemente en la tradición de El amante de Lady Chatterley o Trópico de Cáncer, la novela busca simplemente narrar las vivencias y las sensaciones, con un marco cultural e histórico que la hacen una pieza valiosa por conocer.

Para vivir de otra manera las consecuencias de esta apertura comercial en el país asiático y cómo los jóvenes, no importa dónde vivan, buscarán siempre expresarse sin limitaciones.

lunes, 15 de junio de 2020

A la sombra del árbol violeta: Imágenes de esperanza desde la guerra


Si algo me ha permitido la cuarentena es leer algunos libros que por una u otra razón yacían ordenados alfabéticamente en el libro de casa. La necesidad de recorrer otras visiones del mundo me llevó a tomar este. Lo escogió mi esposa en una visita a la librería y estuvo guardado un par de años. El descubrimiento fue fantástico, hacía mucho que un libro de un autor que no he leído me atrapaba de tal forma.

Y es que A la sombra del árbol violeta (2014, Salamandra) de Sahar Delijani nos permite conocer la vida cotidiana de un país que se debate entre la revolución pacífica y la transformación religiosa extrema.

Ubicada en Irán entre 1983 y 2011 en diferentes ciudades (y eventualmente países) los 6 fragmentos que conforman el texto nos permiten vivir el ir y venir de la esperanza, la persecución, la fidelidad, el amor.

Un texto de la autora iraní, debut narrativo, que nos deleita con diversas postales: la imagen de un árbol, un atardecer, la decoración de una sala, el desierto, la noche llena de estrellas… todo es un pretexto para reafirmar que hay belleza y hay esperanza en medio de la guerra y la desolación.

Los personajes, que poco a poco descubrimos cómo conviven cual vasos comunicantes, están enmarcados en la más profunda realidad: seres que se saben perseguidos, que violan las normas fundamentalistas, que quieren amar sin barreras, que deben comportarse de una forma en casa y de otra afuera de ella, que quieren gritar y denunciar pero a la vez guardar silencio y ser prudentes, personas capaces de odiar pero también de dar la vida por otro.

Ya sea en la prisión de los presos políticos, en la casa donde se ha nacido, en el desierto para huir de los bombardeos, o en los rincones donde los amantes se escoden de la guardia islámica, todos irán a vivir con miedo y sin saber qué les depara el futuro, pero también con ese dejo de esperanza que nos hace ser humanos.

Hermanos, padres, amantes, abuelos, hijos, esposas, todos han perdido o buscan a alguien: al pariente encarcelado, a los amigos que huyen con visados a otros países, e incluso, a personas leales al régimen para conseguir ver a los suyos o lograr escapar de una aparente guerra civil interminable.
Pensar diferente está mal, abandonar a los tuyos también, dejar tu casa es impensable… hasta que te orillan a ello.

Cada historia se centra en un personaje, y vamos conociendo lo que los gobiernos nos capaces de hacer, pero también los prisioneros o los abuelos, las parejas o los hijos… algunos guardan la esperanza y luchan a su manera por un cambio; otros lo han perdido todo y saben que una palabra o una mirada puede hacer que desaparezcan.

A veces exiliarse es obligatorio, otras es la única opción para vivir en libertad. Pero vivir en otras tierras trae nostalgia: no puede haber los mismos alimentos, ni las mismas costumbres, tampoco los momentos cotidianos que te hacen reír, llorar, dormir en tranquilidad.

La autora Delijani mantiene un ritmo interesante entre las 6 historias: unas cortas, otras más largas, plagadas de diálogos precisos y descripciones que, precisamente, nos hacen buscar cada árbol violeta que funciona como detonador de un recuerdo, de una anécdota, e una esperanza.

En la narrativa conocemos muchas palabras y costumbres del país, el valor de los musulmanes ante la familia o el extranjero, el profundo respeto que guardan por la vida y por Dios, y sobre todo, el lado más humano de personas que viven con un gobierno que se empeña en que guarden silencio o que se alineen a una creencia fundamentalista.

Lo cierto, conocemos ese otro lado de Irán y de sus habitantes, quienes día a día buscarán esos pequeños grandes detalles que les permiten seguir viviendo y creen en Dios. Y tampoco se trata de hacer una crítica desleal a un régimen, ni de enaltecer lo terrible de una guerra civil; la autora logra un balance entre conocer hechos históricos y conocer a sus personajes que buscan presentar una historia, a veces sencilla, a veces dramática, otras llenas de amor y de conflictos en casa; de nuevo, el simple valor de lo cotidiano.

Una esperanza en medio de lo negativo, una novela que vale la pena leer y disfrutar. Lo lírico también es novela y se demuestra en cada página.

lunes, 1 de junio de 2020

El año de Saeko: entre la fidelidad y la ética reproductiva


A Kyoichi Katayama lo conocí por la popular Un grupo de amor desde el centro del mundo (http://literaturaexperienciaviva.blogspot.com/2010/04/un-grito-de-amor.html), que lo catapultó a la fama internacional y se ganó el corazón de millones de lectores.

Así que naturalmente al encontrar otro título del autor había que leerlo; tiene poco editado en español, así que hay que buscar en una oportunidad.

El año de Saeko (2011, Alfaguara) comienza con una pareja de moderna, Shun’ichi que es un programador informático con buen ingreso y Saeko, responsable meticulosa de la reposición y el mantenimiento de tres máquinas expendedoras que están en las afueras de su departamento.


La cotidianeidad de la pareja ronda en paseos ocasionales, comidas esporádicas por fuera, las vecinas y sus pláticas –especialmente de una que ha dado mucho de qué hablar al buscar a su marido en todas horas y en todos los lugares posibles en un frenético arranque de celos- mientras transcurren los días. Ellos prefieren estar en casa y platicar, disfrutar su departamento.

La historia va ritmo lento, adentrándose en el carácter de cada uno de ellos, de sus aspiraciones y deseos, pero también de sus miedos, y de los familiares que viviendo lejos o cerca tienen influencia entre ellos.

Espirituales, rodeamos de la filosofía casi mítica que se vive en el Japón, con creencias firmes en la comida o en las reacciones, se va tejiendo una historia llena de momentos humanos, de cosas tan cotidianas que un día cualquiera podría estar en cualquier edificio, en cualquier departamento, en cualquier pareja.


La historia tiene un giro cuando nos enteramos que Saeko está embarazada. Aunque ella y su esposo han decidido no tener familia, incluso ha sido uno de los motivos por los cuales están juntos. Él viene de otro matrimonio y ella de disfrutar su soledad. Los niños traen responsabilidades y cambios que parecieran no dispuestos a afrontar.

La razón del embarazo y la transformación no solo física sino mental de la protagonista constituyen el verdadero trasfondo de la novela ¿a qué estamos dispuestos por solidaridad o por ayudar a un familiar? ¿qué es lo legal o lo moralmente permitido en un embarazo? ¿quién cubre los gastos y qué otro tipo de compensación se necesita? ¿cómo puede cambiar una pareja ante un embarazo? ¿y el contexto cómo afecta de una u otra manera?

Éstas y otras preguntas se contestan durante la novela, que termina siendo una reflexión ética sobre los embarazos y la propia vida que hemos construido en esta modernidad que vivimos.

Sin afán moralizante, los personajes de la novela tienen amplios diálogos, que nos permiten conocer su sentir, su visión de la modernidad y la situación que están viviendo. A qué le tenemos miedo y qué decidimos enfrentar serán otras preguntas otros temas que complementan la novela.

Con un narrador omnisciente que deja que los personajes hablen, Katayama retrata de manera acertada los conflictos de las parejas contemporáneas y los límites que estamos dispuestos a poner y a vivir día a día.

Personajes bien definidos, un ritmo lento pero atractivo, imágenes cotidianas y poéticas, complementan este texto que vale la pena leer.