lunes, 17 de junio de 2019

Un poco de historia, una mirada personal: El último tango de Salvador Allende


Tenemos dos cosas importantes. Uno, una historia por todos bien conocida, el Golpe de Estado en el Chile de Salvador Allende. Dos, una mirada diferente, personal, casi desconocida de una figura moderna.

Si bien Roberto Ampuero, escritor chileno, alcanzó la fama con el detective privado Cayetano Brulé, y una novela con tintes autobiográficos: Nuestros años verde olivo, este texto lo lleva a una dimensión diferente: retomar un referente en la historia latinoamericana para darle esa visión profundamente humana de todo ser casi mítico.

La novela, El último tango de Salvador Allende (2012, Plaza Janés) arranca en el presente, un exagente de la CIA recibe una carta de su hija, distanciada años atrás. La carta le obliga a iniciar un viaje lleno recuerdos y al toparse con un diario, a recobrar la historia de un país que él mismo ayudó a cambiar.

La historia entonces comparte dos personajes centrales, Salvador Allende y Rufino. El primero ya como presidente de Chile, el segundo, un humilde panadero que se ha quedado con materia prima para abrir su negocio. En medio del momento histórico que vive el país, estos personajes recuenta dónde se han conocido: ambos en una pequeña ciudad chilena, escuchando a un viejo socialista. Ambos se inspiran, pero uno se convierte en político y el otro mantiene el negocio familiar.

Con diversos saltos temporales, la línea de una investigación abierta por el exagente David Kurtz, lo lleva a revisar su propia historia familiar y a desempolvar personajes e historias que para muchos deben seguir enterrados.

Mientras tanto, con abundantes diálogos y unos epígrafes que nos hacen escuchar viejos tangos y fragmentos literarios populares, Ampuero nos va reconstruyendo los retos de un Chile que buscó un profundo cambio social y se enfrentó a poderes imbatibles. A la vez, retoma los viejos tangos que, no por ser más argentinos, dejan de ser chilenos o universales. Esa música nos adentra en los gustos musicales del presidente lleno de dudas y traiciones, mientras el profundo conocimiento de Rufino nos retrata a ese grupo social que no tiene qué llevarse a la boca, y que termina vendido a uno u otro sistema, a colaborar o a enfrentar el poder.

Contada con maestría, la ficción se nutre de la verdad histórica y contemporánea: hay mucho que ya se sabe y mucho otro que se queda en un diario, olvidado tal vez en un viejo almacén o en la memoria de personas que lo perdieron todo, pero no la vida ni los recuerdos.

De esta manera, Allende deja de ser una figura inalcanzable, y se convierte en alguien que tiene gustos por la comida, por alguna bebida, por la música. Dispuesto a salir clandestinamente de la casa de gobierno para ir a una cita, para descubrir lo que la gente dice de su gobierno en los rincones, para encontrar un viejo tango que diga exactamente lo que siente. Una dimensión tan humana como cualquier de nosotros. Como un padre buscando quién es su hija, o un panadero en busca de un poco de harina.

¿Qué motiva a una persona a tomar una decisión? ¿Qué lleva a un grupo a enfrentar causas que aparentemente están perdidas? ¿Qué implica la traición, el amor, el cumplimiento del deber, el asesinato, la tortura, la desolación? Todas son preguntas que estos tres personajes se terminarán haciendo al ritmo de un tango, a las notas de un tiempo histórico que debemos enfrentar, a personajes que deben perdonar o aceptar.

Una excelente novela para conocer más de este país, de este personaje histórico, de las decisiones que nos llevan a poner un viajo álbum o encontrar que en realidad no conocemos a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestros vecinos.

El último tango… resulta una oportunidad de reflexión, de vivencia, de enfrentar el pasado.

Del autor, en este espacio hemos comentado Boleros en La Habana (http://literaturaexperienciaviva.blogspot.com/2016/06/una-mira-una-ciudad-universal-boleros.html)

lunes, 3 de junio de 2019

Retomando a los clásicos, una mirada contemporánea: American Gods


Debo reconocer que adquirir este libro fue porque precio accesible en una edición de bolsillo y en idioma original (inglés) y por la fama adquirida por la serie de televisión.

Por supuesto, el libro tiene su encanto. Aunque la serie de televisión… reservo mis comentarios para otro espacio.

El libro American Gods de Neil Gaiman (2017, edición internacional de décimo aniversario, William Morrow Editions) incluye una introducción del autor por el aniversario del libro, una nota al texto, agradecimientos, y un apéndice. De esta manera, se tiene una edición muy completa, que permite mirar el proceso creativo y la reflexión que un texto que permanece en el gusto lleva a su autor. 


La premisa es muy llamativa: los dioses de la antigüedad (digamos previo a la época cristiana) viven entre nosotros, pero cada día son sustituidos por dioses modernos, que reenfocan la devoción de los humanos.

Ante esta premisa, la novela contiene disparadores que evocan historias de los dioses antiguos y cómo se alimentan de la devoción de los humanos; y cómo la migración los llevado de las regiones del norte de Europa o de las costas africanas a la América contemporánea.

Así sabemos que, al perder adeptos, un dios también puede desaparecer de la faz de la Tierra. Esto no es consciente para los humanos, quienes han dejado de venerar una figura de madera, de yeso o de mármol, para venerar una televisión, la tecnología, la moda.

Esto, digamos, es el fondo, donde identificaremos a un poderoso dios capaz de convocar a sus iguales para originar una guerra con las modernas deidades ¿El resultado? Demostrar quiénes pueden ser en realidad los más poderosos, quienes pueden tener la verdadera devoción de los hombres y las mujeres de la actualidad.

Cargada de violencia, sensualidad, deseo, venganza, enfrentamiento, amor sacrificio –en fin, todo aquello que nos hace humanos–, la novela se centra en un misterioso personaje que sale de la cárcel, Shadow. Éste se entera que su esposa y su mejor amigo han muerto en circunstancias no claras, y frente al ofrecimiento de trabajo como “guardaespaldas” de otro personaje misterioso, Shadow no sabe qué camino elegir.

Por circunstancias diversas, acepta el trabajo de Wednesday, otro ser que busca recorrer Estados Unidos en carretera para visitar otros personajes que, se va enterando Shadow, pueden ser aliados o enemigos.

De esta manera nos adentramos en el mundo de los muertos, de los vivos, de los oráculos, de la naturaleza, del provenir y del pasado, todo parece tener una relación con otros dioses y otras culturas. En centros de poder o casi olvidados en una vieja choza, cada personaje es una invitación a conocer la historia, a revivir recuerdos de grandeza.

Los conflictos personajes de Shadow se entremezclan con las remembranzas del viejo Egipto, de rincones de la Europa del Norte o del Centro, de misterios africanos, del misticismo Indú, de regiones inhóspitas de oriente. Y claro, del dios cristiano.

Y frente a ellos, vamos conociendo a los dioses modernos: la conectividad, el internet, el entretenimiento, la televisión, la radio, la globalización, y claro, el dinero, la sensualidad, la avaricia.
A ritmo lento, Shadow se convierte en una figura central que hace un viaje como cualquier otro héroe griego: hay un origen incierto, un viaje que lo lleva de un punto a otro lleno de aventuras y retos por cumplir, de una revelación y una tarea que, no tan clara, debe enfrentar con los dioses americanos.

Con amplios manejos temporales, una sinfonía de personajes y la búsqueda de entrelazar historias de la antigüedad, la novela de Gaiman cumple en invocarnos un mundo lleno de contradicciones y de falsas esperanzas, también aleccionarnos sobre qué tiene realmente valor en nuestro mundo contemporáneo y resultar en una fábula moderna con mucho diálogo y una aventura.

Un buen texto que entretiene y, para los que buscan siempre documentarse, invita a repasar dónde se conoció a tal persona o de qué país es tal dios. Ese es el valor de la novela a mi gusto, conjuntar en una cafetería de un punto perdido de Estados Unidos a los dioses más representativos de la antigüedad y jugar con ellos, como ellos, seguramente, han jugado con nosotros.