martes, 26 de octubre de 2010

Enterrando el pasado

Se supone que un entierro causa dolor, y alegóricamente es el fin de una etapa. Chávez y Santajuliana toman este concepto y proponen la denominada La generación de los enterradores. En sus textos proponen una revisión a la escritura mexicana y, en el proceso, una revisión biográfica y literaria de autores mexicanos nacidos en la década de 1960. En particular, el concepto de enterradores propone que los escritores “rompen” con generaciones anteriores (padres y abuelos literarios) para construir una nueva literatura. Se “entierra” de esta forma no sólo las temáticas tradicionales –por ejemplo la revolución y lo indigenista- sino las estructuras y características lingüísticas de la época. Se transforma de esta forma el marco literario mexicano o, como bien se reflexiona, se absorbe por el sistema establecido (para bien o para mal)

Los autores de este texto tienen una historia interesante: han escrito a cuatro manos ensayos y ficción. Cada uno, por su parte, ha escrito novela o cuento, inclusive han sido acreedores a premios y reconocimientos literarios. Chávez forma parte del “Crack” una especie de movimiento con declaratoria que Estívil, Padilla, Urroz y Volpi empiezan con el laureado cuento “Variaciones sobre un tema de Faulkner” (1989) y posteriormente sellan con Palou y el mismo Chávez en el “Manifiesto del Crack” (1996); y ha escrito novela, donde destacan “El libro del silencio” (2007) y “La conspiración idiota” (2003). También más de 10 títulos de literatura infantil, sobresaliendo “Las peregrinas del fuisoysere” (2007) y “El beso más largo del mundo” (2005). En estos dos últimos géneros, ha obtenido diversos premios nacionales e internacionales. Con este contexto, a veces institucionalizado y otras rebelde con causa, Chávez Castañeda planea, critica, señala y, a diferencia de otros tantos, escribe. Pareciera que su conocimiento de la generación que comenta se fundamente, no sólo en una visión crítica sino en formar parte activa de ella.

Su mancuerna en “El final de las nubes” (2001) es Celso Santajuliana, también mexicano y escritor de vicio y oficio. Además de sus obras propias -las novelas “Historia de Lorea” (1990) y “Palabras que sueñan como si vuelves” (1993) y las colecciones de cuentos “Salón de usos múltiples” (1993)” y “Ninantla (1992) por mencionar algunas-, Celso coordina su propio laboratorio de novela, el cual “es un curso de vida. (…) teórico práctico sobre cómo encontrarnos a nosotros mismos, ya sea escarbando en nuestro interior todo lo que tenemos, ya sea buceando en nuestros profundos posos de sentimientos internos, algunos de los cuales están, incluso, encarcelados.” (Santajuliana) Celso no se ha limitado a la ficción, también ha sido ensayista e incluso entrevistador del Subcomandante Marcos.

Para llegar a donde lo hacen, Santajuliana y Chávez revisan personalmente un conjunto de obras selectas, entrevistan a los autores y se lanzan a una cruzada monumental de documentar textos publicados, ignorados por los lectores o guardados en un cajón, para dar forma a una generación que pareciera perdida entre la burocracia gubernamental y la aparente “chispa de genialidad”. Se enfatiza “aparente” porque estos críticos se toman con el hecho de enfrentarse a textos prometedores, a narradores conscientes de su oficio y de la necesidad de explorar vericuetos que atraigan a lectores –y por qué no señalarlo- a editoriales capaces de imprimirlos y distribuirlos en diversas geografías.

Y resulta, como hallazgo interesante, la existencia de autores que han librado el vaticinio de una excelente opera prima, mientras otros se han perdido en el laberinto de la burocracia creativa o la diplomacia internacional, o bien entre becas y fondos que impulsan su escritura pero los condena al anonimato. Otra cuestión interesante representa el mapa literario mexicano, donde existen –más que obras- autores que luchan por estar en la presencia de lectores y de autoridades que apoyan su creatividad. ¿Existe entonces un futuro literario? Diría que su planteamiento es más bien: hay esperanza en tener un cúmulo de obras que permitan acrecentar la reflexión humana y la originalidad emocional.

Otra identificación valiosa es su distinción de la literatura pura e impura; si bien no es el “hilo negro”, sí remarca la cuestión económica entre lo popular y lo selectivo. Dado que la primera marca la innovación literaria como singularidad, la segunda remarca que lo valioso es lo prefabricado y lo comercialmente exitoso. Esto se enfatiza, en el caso México con el festejo del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución: escritores consagrados como Palua y Silvia Molina han lanzado textos de esta naturaleza (“Pobre patria mía” y “El resplandor de la montaña” respectivamente) Aquí la pregunta que surge es ¿los puros se han vuelto impuros? ¿lo “nacionalista” es lo importante en este momento?

Paradójicamente, mencionan que algunos autores reseñados se pierden en las ediciones propias o poco difundidas, y su análisis presentado en dos volúmenes está fuera de circulación por parte de la editorial que los cobijó. Tal vez esto represente una de sus grandes denuncias: La literatura mexicana también es presa de la mercadotecnia, de la venta rápida y los libros digeridos para los lectores promedio.

Si bien tiene un lenguaje accesible y un ritmo propio, el libro no puede ser completamente “disfrutado” por cualquiera, hay que saber un poco de historia, de creación literaria, de las condiciones políticas y culturales de México, incluso, del Servicio Exterior Mexicano y la necesidad de expresarse libremente sin imitar a otros autores ni a fórmulas dictadas por el éxito comercial. Su metodología es básica pero necesaria, en especial para revisar lo escrito por su generación, aunque no todos sean autores reconocidos. Tal vez esto mismo es lo que lleva a los que “enterradores” sean así mismos “enterrados” en un catálogo editorial.


REFERENCIA
Chávez Castañeda, Ricardo y Celso Santajuliana. La generación de los enterradores II. Una expedición a la narrativa mexicana del tercer milenio. México: Nueva Imagen, Grupo Patria, 2003.
----- La generación de los enterradores. Una expedición a la narrativa mexicana del tercer milenio. México: Nueva Imagen, Grupo Patria, 2000.

domingo, 17 de octubre de 2010

Construyendo un edificio

Ana García Bergua es una de las narradoras más reconocidas de México. Con grandes colecciones de cuentos y narravita en diversas editoriales, sorprende con sus situaciones comunes y su lenguaje sencillo, pero fortaleciendo su habilidad como narradora.

Con Edificio, García Bergua construye un mundo propio, departamento a departamento, cuarto a cuarto, puerta a puerta. Con un lenguaje coloquial, arranca situaciones comunes para plasmarlas en sus cuentos.

Destaca en esta colección, ¿Y si no abro los ojos? una historia donde el personaje duerme, y es tal su sueño que se niega a despertar incluso cuando creen que está muerto; a manera de la técnica de corriente de conciencia, él asegura que solo descansa, pero no sucede así para el resto del edificio.

En Los coches, se presenta a un singular vecino: posee y vende automóviles de lujo. El viejo portero Aristarco cuida y lava sus automóviles, sin conocer el secreto mejor guardado que la procedencia de los autos.

La adolescencia y el miedo al sexo opuesto se conocer en La bolsa, historia de un chico que va por las "cocas", y por todas las demás cosas que se le ocureen a su madre mientras su padre festeja algo, él nunca sabrá qué, pero hay un festejo importante.

En un franco tono satírico, Bigamia cuenta la historia de un hombre y las dos mujeres que viven con él... y de pronto cómo cada una exige su propio departamento, y después comienza la ironía: una lo deja, la otra también, y el se convertirá -tal vez- es el segundo hombre de una de ellas.

Los tormentos de Aristarco, último cuento de la colección, arranca un trozo de la realidad contemporánea: Cómo el viejo portero cuida celosamente a una e las inquilinas, incluso con obsesión que raya en el amor incondicional, hasta que descubre cómo sobrevive a los días. Resulta que a través de su gatita, conoceremos la reverencia y el odio, al grado tal que decidirá encerrarla como muestra del desamor... hasta que otra sorpresa se descubra en el edificio.

Una colección que vale la pena leer, ágil, divertida, y también que invita a la reflexión más profunda que pueda existir: Todos podemos estar en el mismo edificio, y conoceremos la puerta, pero no el interior de la habitación de cada uno de nosotros...

sábado, 16 de octubre de 2010

Demasiadas vidas: Encrucijada y destino

En 2001 se publica Demasiadas vidas de Pedro Ángel Palou, una novela corta en extensión, con un lenguaje sencillo y proponiendo cómo el destino se entremezcla con la fantasía y el deseo.

Narrada en primera persona, la novela explora el misterioso regreso de Horacio, quien aparentemente buscando a su padre se encuenta con Gregor, y a un pueblo del cual había huído años atrás, donde el faro es el lugar más representativo.

Horacio comienza, a manera del Ulises, a enfrentarse al pasado y a otros personajes y lugares: Un restaurante, una plaza, inclusive su vieja casa. Su padre ha muerto, y también, Lucía. Parece que en la casa en ruinas de su padre, está el secreto de su viaje, pero sólo encuentra una foto de Lucía.

Poco a poco, entre esos abundantes diálogos, nos enteramos que su padre ha muerto, y también Gregor. Él resulta ser un extranjero, marino y poeta, a cargo del viejo faro. Ahí, Horacio resolverá cuántas vidas ha tenido y cuántas ha enfrentado. Al final ¿qué vida es realmente la de Horacio?

Explorando la tierra nativa

Ganadora del Nobel 2009, Herta Müller sorprendió a propios y extraños. Y es que su literatura se podía considerar -en gran parte del mundo- como marginada: Temáticas humanas y enclavadas en uno de los rincones olvidados, Rumanía.

Y es que en castallano, al momento de anunciarse a la ganadora, de ella había muy pocas publicaciones... y el resto del mundo también. Se puede decir entonces, que el premio le permitió a su voz propagarse y hacernos partícipes de su memoria.

En el libro En tierras bajas, Müller hace un recuento de un pueblo y sus habitantes. Con ello, se hace una exploración de las más significativas personalidades que rodean a una pequeña narradora, y otras, de una polifonía que permite conocer aquellos secretos que se guardan en cada casa.

Muchos de ellos relatos breves, nos van presentando un funeral, los ritos ligados al baño, la conformación familiar y cómo habitan en una misma casa, la música, la locura, e inclusive un simple día laboral.

Pero a la vez, en forma a veces explícita y otras implícita, se presenta la violencia familiar, la madre de familia oprimida y condenada a no salir de casa, la religión, el valor de la mujer y su menosprecio familiar, la importancia de la virgnidad, y la conformación familiar moderna de un padre con dos mujeres.

En el relato que da título a la colección, la autora rumana radica en Alemania a raíz de la dictadura comunista que imperó durante Ceauşescu, presenta esta compleja situación de violencia familiar en un pequeño pueblo y cómo va cambiando la fisonomía a raíz, precisamente, de este tipo de gobierno.

Se dice que esta colección fue censurada durante la década de 1980, por ese lenguaje sencillo y crudo con el cual retrata la violencia, la represión, y el destino opresivo que familiar y gubernamentalmente se ciñe sobre sus personajes.

Un texto a veces denso, a veces irónico, lo que sí es que asemeja a una fotografía que no nos gusta ver, pero que nos presenta esa realidad imperante en cualquier lugar del globo.