lunes, 17 de febrero de 2020

El vigilante del fiordo: cuentos desde el miedo terrorista y mucho más


Fernando Aramburu es un autor español al que conocí con Años Lentos (VII Premio Tusquets Editores de Novela) y Vida de un piojo llamado Matías. Su estilo, simplemente, me gustó. Entonces, cuando detecté a precio de oferta la antología de cuentos El vigilante del fiordo (2011, Tus Quets Editores) dije… ya leí novela, relato juvenil, sigue cuentos. Y una excelente experiencia.
La antología la confirman 8 cuentos, muchos de llenos retratan el miedo provocado por el terrorismo y las situaciones extremas a las que nos enfrentamos todos los días.


Chavales con gorra presenta a dos personas mayores, con una especie de delirio de persecución que los lleva a mudarse de una ciudad a otra en busca de tranquilidad, pero cada vez que se acerca alguien con la descripción del título, el miedo regresa. Una historia excelente sobre nuestros miedos y las sombras que sentimos nos persiguen en los rincones más insospechados.

La mujer que lloraba en Alonso Martínez retrata cómo a veces alguien nos llama la atención pero no somos capaces de ser solidarios o de perder la rutina cuando se trata de ayudar a alguien… hasta que sucede algo inesperado.

Mártir de la jornada nos lleva a los enterrados, qué miedos enfrentan, cómo pueden actuar, y el valor de nuestras decisiones.

Carne rota tiene una narrativa singular. Como si fuesen viñetas, cada una introduce un personaje y termina con una frase, tales como la manta, la ciudad, la mano, cinco minutos. Los personajes y las frases se van combinando para presentar una historia encadenada, donde de nuevo los actos terroristas o los miedos nos enfrentan a situaciones que no esperamos, muchas veces, con consecuencias insuperables.

El vigilante del fiordo, que da título a la antología, tiene una narrativa también diferente. Combina la narración en primera persona de un personaje, para combinarlo con un formato de diálogo arrancado del género teatral. La historia, genial: una persona encerrada en una institución de salud “viaja” a un lugar singular (en esos viajes, entendemos, en un vigilante en una zona inhóspita donde se sospecha se escoden u operan terroristas; quiénes le rodean y cómo se comunican nutren esta historia) y lo que sucede en dicha institución. Entre la locura y la realidad, se entretejen los personajes y sus acciones, en ello, los límites de nuestra propia humanidad.

Lengua cansada nos presenta a un joven de 12, de papás divorciados, que debe hacer su viaje anual con el padre; la madre lo detesta pero –en sus propias palabras- “es su padre”. Así nace un road-tale que nos lleva por España y Portugal, hasta encontrar una singular comunidad “hippie” de europeos escandinavos. La relación padre-hijo se combina con la visión de un joven que quiere divertirse y crecer, mientras conoce a fondo a su padre. Una excelente narración que nos hará lo mismo reír que pensar por qué le han roto dos dientes al progenitor…

Nardos en la cadera es un cuento, como todo buen cuento, con final sorpresivo: dos adultos mayores son “obligados” por sus hijos o sobrinos para salir de casa y conocer a alguien que pueda acompañarlos en sus últimos días. Los azares del destino son pieza clave.

Mi entierro presenta las últimas horas de un narrador-personaje, quien ha fallecido hará un recorrido desde que siente que pierde la vida, hasta que colocan una loza encima… también una singular historia de pocas páginas y mucha reflexión.

La antología de cuentos tiene un estilo claro para el cuento: personajes bien definidos, equilibrio de descripciones y diálogos, con temas singulares, que dejan los lugares comunes para enfrentarnos lo mismo a la muerte que al terrorismo, a la vida que al amor, al miedo que a la alegría, al engaño que la infidelidad.

Vale la pela para explorar más este autor que cada vez nos presenta historias que surgen de la España y que pasan a ser universales.

lunes, 3 de febrero de 2020

Entender la mujer, entender a África: Homegoing


Homegoing de Yaa Gyasi (2017, Vintage Books) es un descubrimiento literario reciente: una historia tan humana como épica que abarca varias generaciones y continentes, desde el África precolonial hasta los Estados Unidos en la época contemporánea.

La historia se acompaña de un árbol genealógico, que nos ayuda a ubicar no solo los nombres, sino cómo el azar nos invita a separarnos, pero, eventualmente, a unirnos. Dos medias hermanas vivirán los privilegios y los horres de los vencedores y los vencidos, nacidas de un antiguo jefe en su población, una será llevada con los blancos, la otra se quedará en la tribu y comenzará una vida aparentemente tranquila, hasta que se la llevan los blancos para hacerla esclava.

A un ritmo lento, descripciones necesarias, diálogo precisos, con personajes trazados por un sentimiento o una actitud, la novela se construye a capítulos, donde cada uno es un personaje en una época histórica.

Así, una línea familiar vivirá en “El castillo”, la fortaleza de los blancos en la costa de oro, que se convertirá en el epicentro del comercio de esclavos. Effia de casa con un comerciante de esclavos, y su hijo educado en Londres vivirá el rechazo por su color de piel, lo que le permitirá conocer las profundas diferencias que provoca el color de piel.

Generación a generación van viviendo entre la costa y el África Central, conociendo la tierra de sus antepasados, el miedo, el dolor, pero también la magia y las enseñanzas de un mundo antiguo pero seguro de sus pasos.

Alianzas con los blancos, guerras tribales, comercio de esclavos, todo parece profundamente normal; hasta que uno de ellos viaja al cabo de los años a Estados Unidos.

Por otro lado, Esi también vivirá en “El Castillo”, pero vendida cual si fuese una propiedad que cambia de mano en mano. El viaje inhumano en barco, la venta y los trabajos forzados, casi sin saberlo, serán parte de las generaciones de personas de color que formarán parte de las tierras del sur de Estados Unidos, algodoneros tratados peor que animales de carga.

Así, los descendientes de esta africana vivirán en carne propia el dolor, pero también el amor y la solidaridad que surgen en las peores condiciones posibles. La lucha por escapar, la persecución, las redes de apoyo, las huidas y los viajes cada vez más al norte buscando la libertad, se convertirán en parte regular de su historia.

Así, vamos conociendo personajes dispuestos a ayudar, a valorar cada momento de ser libres, y en contraparte, aquellos dispuestos a todo con tal de conservar aquello que consideran “de su propiedad”.

Mientras las historia del África lejana van mostrando los cambios en las poblaciones hasta llegar a las ciudades, a las modernas guerras tribales, y la recuperación de los espacios de esclavos ahora singular atractivo turístico, en Estados Unidos se evidencia la historia de la esclavitud del sur, la libertad del norte, la lucha por los derechos civiles al terminar la esclavitud, los limitados accesos laborales y educativos en el mismo norte “progresista”, mientras el color de piel, de nuevo, es solo una muestra de lo que no podemos ser.

Con un estilo que ve tejiendo una dura crítica social, los últimos capítulos eventualmente enfrentan a dos descendientes “afroamericanos” que buscan el origen de sus familias, que conservan una piedra tan antigua como su linaje, y entre diálogo y vida diaria, serán parte de esa búsqueda incansable para saber quiénes somos y a dónde vamos.

Precisamente los últimos descendientes tienen los mejores diálogos que llevan a plantearnos quiénes somos, cuáles son realmente nuestras raíces, a qué le llamamos hogar, qué está dispuesto un ser humano para sobrevivir y a qué se enfrenta para construirse a sí mismos.

En el regreso a casa, los personajes vivirán la violencia más deshumana, las privaciones de la libertad, las drogas, las guerras, las persecuciones, el miedo, el desamor, el engaño, todo aquello que destruye, aunque a la vez fortalece.

Una excelente novela para conocer la historia de personas que han sufrido y superado muchos obstáculos por el simple color de su piel, mientras repasamos la Historia que parece estamos condenados a repetir.

Debut literario de la escritora de Ghana criada en Estados Unidos Yaa Gaysi, un verdadero viaje humano, una saga que conquistará.