domingo, 18 de agosto de 2013

Una mirada a la “ciudadanía”



Se ha dicho que la ciudadanía es una de las temáticas mas actuales para estudiar, ejercer, reflexionar. Pero ¿realmente sabemos qué es la ciudadanía? En su texto Citizenship, a very short introduction (2008), Richard Bellamy se lanza a buscar la respuesta correcta a esta inquietud. 

Como bien señala en su texto, en forma tradicional reducimos ciudadanía a un aspecto legal, o con suerte, político. Lo cierto, es que el término está íntimamente ligado a un Estado, y también debe serlo a una cultural, una situación social y económica, incluso histórica y con tintes de globalidad.

En cinco sencillos capítulos, el autor inglés presenta qué es la ciudadanía y por qué importa; las teorías de la ciudadanía y su historia; la membresía y la pertenencia; los derechos y “el derecho a tener derechos”; participación y democracia. Cierra el breve texto con una revisión de lecturas para conocer mas.

Bellamy ve a la democracia como una base activa para la ciudadanía: gracias a ella la sociedad y los políticos entablan un diálogo para establecer qué es lo que necesitan en su comunidad, desde el cambio climático hasta reflexionar sobre los embarazados juveniles.

Se dice en el texto que históricamente ciudadanía está ligada a privilegios de una clase social, lo cierto es que a medida que se fortaleció el concepto de Estado y la legislación fue mas clara, y el efecto de la globalización ha obligado a revisar los alcances de la ciudadanía y los conceptos de fronteras y derechos.

La participación, dice Bellamy, es clave para lograr un verdadero ejercicio ciudadano: donde se puede elegir pero a la vez se responsabiliza de las decisiones que se pueden tomar. En este sentido, dar el poder a las pequeñas comunidades es vital, para que realmente exista un sentido de pertenencia y de responsabilidad: “The reinvigoration of citizenship, therefore, depends on revitalizing rather than diminishing political participation and with the sense of belonging and the commitment to right that are its prime benefits.” (Bellamy,)

El texto está en inglés, y se convierte en una propuesta de contenidos y de ejemplos que permiten contestar qué es la ciudadanía, cuáles son sus retos y hacia dónde se dirige.

El seductor de la patria



Desde el título, esta novela es magnífica. Enrique Serna presenta en El seductor de la patria (1999) la historia de uno de los personajes clave de México: Antonio López de Santa Anna. 

Combinando las cartas que dicta el exdictador a su secretario, destinadas a su hijo para construir su biografía oficial, vamos conociendo las diferentes etapas de la vida de este militar mexicano.
Nacido en la familia de clase media, tiene pocas opciones para destacar en la vida, así que se enlista en el Ejército Realista, años antes de Hidalgo y el inicio de la lucha por la independencia.

En este marco, comienza una un pleno estilo epistolar: los hijos, el secretario, las esposas, los militares, los políticos, los aduladores, los fieles, todos van dando su versión de los hechos donde López de Santa Anna está inmerso: desde su ataque a los rebeldes independentistas en Veracruz, hasta la lucha en Texas, la pérdida de su pie y de medio país con ello.

Con un estilo ágil, voces narrativas diferentes, un lenguaje coloquial y un divertido sentido del humor, resulta que Antonio es un verdadero seductor de mujeres, un gallero profesional, un adulador-político perfecto, un militar con suerte, un hábil negociador, un corrupto comerciante, y mas… eso sí, un verdadero amante de la patria.

Desde su visión, él ha hecho todo para mantener la grandeza de la nación por la que ha dado todo. Desde la visión de los demás, es el mas grande traidor de esta tierra.

Entre la locura senil y las verdades históricas, se va entretejiéndola historia de un personaje que lo hizo todo. Y aun mas, para lograr que México brille en el mundo. Y de paso, seducirlo como a una de sus conquistas.

El título, reconoce el autor, fue prestado a Enrique Krauze, quien lo llama así en su revisión caudillista de México.

Una novela que abarca mas de 70 años, pero que su ritmo permite reír, llorar, cuestionar y asombrarse de la historia de nuestro país.Y de paso, conocer una que otra seducción...

lunes, 5 de agosto de 2013

Esperando, esperando y esperando ¿llegó Godot?



Hablar de teatro es hablar de experiencias. Hablar de teatro también es hablar de crítica social. Hablar de Samuel Beckett en Esperando a Godot (1952) es hablar de experiencias y de crítica social. 

Una obra poco lógica –de hecho, se pude decir que pertenece al Teatro del absurdo– plantea a dos personajes peculiares: Vladimir y Estragon, que en medio de algún lugar no definido esperan a Godot. Mientras esperan, realizan una revisión de la sociedad a su alrededor, tocan temas en apariencia sin importancia, y ven el paso de las horas sin saber exactamente cuánto tiempo ha pasado, y a veces ni qué están haciendo ahí.

Dividida en dos actos, con un lenguaje soez y violento, somos testigos de diálogos encarnizados por la sombre de un árbol, un sin sentido de por qué esperan lo que esperan y, en especial, del maltrato al que podemos llegar hacia nuestros semejantes.

En su espera, conocemos a Pozzo y Lucky, amo y siervo, que van representando al todopoderoso y humillador, mientras el sirviente y humillado demuestran los límites de la tolerancia y la violencia.

Con diversas adaptaciones en sus mas de 60 años de vida, la obra combina a estos 4 personajes, una escaza escenografía y recursos visuales, para centrarse en el vacío de la vida humana, el tedio y la espera sin sentido que puede representar la modernidad.

Los personajes se enfrentan a golpes, se gritas, se lastiman, mientras esperan a Godot, siguen esperando a Godot, y seguirán esperando…