Debo reconocer que adquirir este libro fue porque precio
accesible en una edición de bolsillo y en idioma original (inglés) y por la
fama adquirida por la serie de televisión.
Por supuesto, el libro tiene su encanto. Aunque la serie de
televisión… reservo mis comentarios para otro espacio.
El libro American Gods de Neil Gaiman (2017, edición
internacional de décimo aniversario, William Morrow Editions) incluye una introducción del autor por el
aniversario del libro, una nota al texto, agradecimientos, y un apéndice. De esta
manera, se tiene una edición muy completa, que permite mirar el proceso
creativo y la reflexión que un texto que permanece en el gusto lleva a su
autor.
La premisa es muy llamativa: los dioses de la antigüedad
(digamos previo a la época cristiana) viven entre nosotros, pero cada día son
sustituidos por dioses modernos, que reenfocan la devoción de los humanos.
Ante esta premisa, la novela contiene disparadores que
evocan historias de los dioses antiguos y cómo se alimentan de la devoción de
los humanos; y cómo la migración los llevado de las regiones del norte de
Europa o de las costas africanas a la América contemporánea.
Así sabemos que, al perder adeptos, un dios también puede
desaparecer de la faz de la Tierra. Esto no es consciente para los humanos,
quienes han dejado de venerar una figura de madera, de yeso o de mármol, para
venerar una televisión, la tecnología, la moda.
Esto, digamos, es el fondo, donde identificaremos a un
poderoso dios capaz de convocar a sus iguales para originar una guerra con las
modernas deidades ¿El resultado? Demostrar quiénes pueden ser en realidad los
más poderosos, quienes pueden tener la verdadera devoción de los hombres y las
mujeres de la actualidad.
Cargada de violencia, sensualidad, deseo, venganza,
enfrentamiento, amor sacrificio –en fin, todo aquello que nos hace humanos–, la
novela se centra en un misterioso personaje que sale de la cárcel, Shadow. Éste
se entera que su esposa y su mejor amigo han muerto en circunstancias no
claras, y frente al ofrecimiento de trabajo como “guardaespaldas” de otro
personaje misterioso, Shadow no sabe qué camino elegir.
Por circunstancias diversas, acepta el trabajo de Wednesday,
otro ser que busca recorrer Estados Unidos en carretera para visitar otros
personajes que, se va enterando Shadow, pueden ser aliados o enemigos.
De esta manera nos adentramos en el mundo de los muertos, de
los vivos, de los oráculos, de la naturaleza, del provenir y del pasado, todo
parece tener una relación con otros dioses y otras culturas. En centros de
poder o casi olvidados en una vieja choza, cada personaje es una invitación a
conocer la historia, a revivir recuerdos de grandeza.
Los conflictos personajes de Shadow se entremezclan con las
remembranzas del viejo Egipto, de rincones de la Europa del Norte o del Centro,
de misterios africanos, del misticismo Indú, de regiones inhóspitas de oriente.
Y claro, del dios cristiano.
Y frente a ellos, vamos conociendo a los dioses modernos: la
conectividad, el internet, el entretenimiento, la televisión, la radio, la
globalización, y claro, el dinero, la sensualidad, la avaricia.
A ritmo lento, Shadow se convierte en una figura central que
hace un viaje como cualquier otro héroe griego: hay un origen incierto, un
viaje que lo lleva de un punto a otro lleno de aventuras y retos por cumplir,
de una revelación y una tarea que, no tan clara, debe enfrentar con los dioses
americanos.
Con amplios manejos temporales, una sinfonía de personajes y
la búsqueda de entrelazar historias de la antigüedad, la novela de Gaiman cumple
en invocarnos un mundo lleno de contradicciones y de falsas esperanzas, también
aleccionarnos sobre qué tiene realmente valor en nuestro mundo contemporáneo y
resultar en una fábula moderna con mucho diálogo y una aventura.
Un buen texto que entretiene y, para los que buscan siempre
documentarse, invita a repasar dónde se conoció a tal persona o de qué país es
tal dios. Ese es el valor de la novela a mi gusto, conjuntar en una cafetería
de un punto perdido de Estados Unidos a los dioses más representativos de la antigüedad
y jugar con ellos, como ellos, seguramente, han jugado con nosotros.
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