Si algo me ha permitido la cuarentena es leer algunos libros
que por una u otra razón yacían ordenados alfabéticamente en el libro de casa. La
necesidad de recorrer otras visiones del mundo me llevó a tomar este. Lo escogió
mi esposa en una visita a la librería y estuvo guardado un par de años. El descubrimiento
fue fantástico, hacía mucho que un libro de un autor que no he leído me
atrapaba de tal forma.
Y es que A la sombra del árbol violeta (2014, Salamandra) de
Sahar Delijani nos permite conocer la vida cotidiana de un país que se debate
entre la revolución pacífica y la transformación religiosa extrema.
Ubicada en Irán entre 1983 y 2011 en diferentes ciudades (y
eventualmente países) los 6 fragmentos que conforman el texto nos permiten
vivir el ir y venir de la esperanza, la persecución, la fidelidad, el amor.
Un texto de la autora iraní, debut narrativo, que nos
deleita con diversas postales: la imagen de un árbol, un atardecer, la
decoración de una sala, el desierto, la noche llena de estrellas… todo es un
pretexto para reafirmar que hay belleza y hay esperanza en medio de la guerra y
la desolación.
Los personajes, que poco a poco descubrimos cómo conviven
cual vasos comunicantes, están enmarcados en la más profunda realidad: seres
que se saben perseguidos, que violan las normas fundamentalistas, que quieren
amar sin barreras, que deben comportarse de una forma en casa y de otra afuera
de ella, que quieren gritar y denunciar pero a la vez guardar silencio y ser
prudentes, personas capaces de odiar pero también de dar la vida por otro.
Ya sea en la prisión de los presos políticos, en la casa
donde se ha nacido, en el desierto para huir de los bombardeos, o en los
rincones donde los amantes se escoden de la guardia islámica, todos irán a
vivir con miedo y sin saber qué les depara el futuro, pero también con ese dejo
de esperanza que nos hace ser humanos.
Hermanos, padres, amantes, abuelos, hijos, esposas, todos
han perdido o buscan a alguien: al pariente encarcelado, a los amigos que huyen
con visados a otros países, e incluso, a personas leales al régimen para
conseguir ver a los suyos o lograr escapar de una aparente guerra civil
interminable.
Pensar diferente está mal, abandonar a los tuyos también,
dejar tu casa es impensable… hasta que te orillan a ello.
Cada historia se centra en un personaje, y vamos conociendo
lo que los gobiernos nos capaces de hacer, pero también los prisioneros o los
abuelos, las parejas o los hijos… algunos guardan la esperanza y luchan a su
manera por un cambio; otros lo han perdido todo y saben que una palabra o una
mirada puede hacer que desaparezcan.
A veces exiliarse es obligatorio, otras es la única opción
para vivir en libertad. Pero vivir en otras tierras trae nostalgia: no puede
haber los mismos alimentos, ni las mismas costumbres, tampoco los momentos
cotidianos que te hacen reír, llorar, dormir en tranquilidad.
La autora Delijani mantiene un ritmo interesante entre las 6
historias: unas cortas, otras más largas, plagadas de diálogos precisos y
descripciones que, precisamente, nos hacen buscar cada árbol violeta que
funciona como detonador de un recuerdo, de una anécdota, e una esperanza.
En la narrativa conocemos muchas palabras y costumbres del
país, el valor de los musulmanes ante la familia o el extranjero, el profundo
respeto que guardan por la vida y por Dios, y sobre todo, el lado más humano de
personas que viven con un gobierno que se empeña en que guarden silencio o que
se alineen a una creencia fundamentalista.
Lo cierto, conocemos ese otro lado de Irán y de sus habitantes, quienes día a día buscarán esos pequeños grandes detalles que les permiten seguir viviendo y creen en Dios. Y tampoco se trata de hacer una crítica desleal a un régimen, ni de enaltecer lo terrible de una guerra civil; la autora logra un balance entre conocer hechos históricos y conocer a sus personajes que buscan presentar una historia, a veces sencilla, a veces dramática, otras llenas de amor y de conflictos en casa; de nuevo, el simple valor de lo cotidiano.
Una esperanza en medio de lo negativo, una novela que vale
la pena leer y disfrutar. Lo lírico también es novela y se demuestra en cada
página.
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