lunes, 15 de junio de 2020

A la sombra del árbol violeta: Imágenes de esperanza desde la guerra


Si algo me ha permitido la cuarentena es leer algunos libros que por una u otra razón yacían ordenados alfabéticamente en el libro de casa. La necesidad de recorrer otras visiones del mundo me llevó a tomar este. Lo escogió mi esposa en una visita a la librería y estuvo guardado un par de años. El descubrimiento fue fantástico, hacía mucho que un libro de un autor que no he leído me atrapaba de tal forma.

Y es que A la sombra del árbol violeta (2014, Salamandra) de Sahar Delijani nos permite conocer la vida cotidiana de un país que se debate entre la revolución pacífica y la transformación religiosa extrema.

Ubicada en Irán entre 1983 y 2011 en diferentes ciudades (y eventualmente países) los 6 fragmentos que conforman el texto nos permiten vivir el ir y venir de la esperanza, la persecución, la fidelidad, el amor.

Un texto de la autora iraní, debut narrativo, que nos deleita con diversas postales: la imagen de un árbol, un atardecer, la decoración de una sala, el desierto, la noche llena de estrellas… todo es un pretexto para reafirmar que hay belleza y hay esperanza en medio de la guerra y la desolación.

Los personajes, que poco a poco descubrimos cómo conviven cual vasos comunicantes, están enmarcados en la más profunda realidad: seres que se saben perseguidos, que violan las normas fundamentalistas, que quieren amar sin barreras, que deben comportarse de una forma en casa y de otra afuera de ella, que quieren gritar y denunciar pero a la vez guardar silencio y ser prudentes, personas capaces de odiar pero también de dar la vida por otro.

Ya sea en la prisión de los presos políticos, en la casa donde se ha nacido, en el desierto para huir de los bombardeos, o en los rincones donde los amantes se escoden de la guardia islámica, todos irán a vivir con miedo y sin saber qué les depara el futuro, pero también con ese dejo de esperanza que nos hace ser humanos.

Hermanos, padres, amantes, abuelos, hijos, esposas, todos han perdido o buscan a alguien: al pariente encarcelado, a los amigos que huyen con visados a otros países, e incluso, a personas leales al régimen para conseguir ver a los suyos o lograr escapar de una aparente guerra civil interminable.
Pensar diferente está mal, abandonar a los tuyos también, dejar tu casa es impensable… hasta que te orillan a ello.

Cada historia se centra en un personaje, y vamos conociendo lo que los gobiernos nos capaces de hacer, pero también los prisioneros o los abuelos, las parejas o los hijos… algunos guardan la esperanza y luchan a su manera por un cambio; otros lo han perdido todo y saben que una palabra o una mirada puede hacer que desaparezcan.

A veces exiliarse es obligatorio, otras es la única opción para vivir en libertad. Pero vivir en otras tierras trae nostalgia: no puede haber los mismos alimentos, ni las mismas costumbres, tampoco los momentos cotidianos que te hacen reír, llorar, dormir en tranquilidad.

La autora Delijani mantiene un ritmo interesante entre las 6 historias: unas cortas, otras más largas, plagadas de diálogos precisos y descripciones que, precisamente, nos hacen buscar cada árbol violeta que funciona como detonador de un recuerdo, de una anécdota, e una esperanza.

En la narrativa conocemos muchas palabras y costumbres del país, el valor de los musulmanes ante la familia o el extranjero, el profundo respeto que guardan por la vida y por Dios, y sobre todo, el lado más humano de personas que viven con un gobierno que se empeña en que guarden silencio o que se alineen a una creencia fundamentalista.

Lo cierto, conocemos ese otro lado de Irán y de sus habitantes, quienes día a día buscarán esos pequeños grandes detalles que les permiten seguir viviendo y creen en Dios. Y tampoco se trata de hacer una crítica desleal a un régimen, ni de enaltecer lo terrible de una guerra civil; la autora logra un balance entre conocer hechos históricos y conocer a sus personajes que buscan presentar una historia, a veces sencilla, a veces dramática, otras llenas de amor y de conflictos en casa; de nuevo, el simple valor de lo cotidiano.

Una esperanza en medio de lo negativo, una novela que vale la pena leer y disfrutar. Lo lírico también es novela y se demuestra en cada página.

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