lunes, 1 de diciembre de 2025

Perras de reserva: una narrativa intensa y contemporánea sobre la mujer

La antología de cuentos -algunos relacionados entre sí por su trama o sus protagonistas- Perras de reserva (Narrativa Sexto Piso, 2024) de Dahlia de la Cerda es, simplemente, magnífica. Entre los 13 cuentos que contiene esta antología, destacan temas como la pobreza, la misoginia, el narcotráfico, los feminicidios, el aborto clandestino, la marginalidad, la violencia estructural, la marginalización social, la religión popular, solo por mencionar algunos.

Todas las historias están narradas en primera persona por mujeres -diferentes edades, clases sociales y contextos- con un tono deliberadamente crudo, sin filtros, callejero, con humor negro o violencia directa, un lenguaje directo y honesto. Un ritmo vertiginoso, propio del cuento, y un lenguaje tan honesto como altanero.

En otras palabras, busca mostrar lo real desde la mirada de quienes lo viven. Ya sea en el lenguaje o en la trama, lo importante es narrar fragmentos de una vida que, para bien o para mal, es tan cotidiana como ir a trabajar o tomar un café en la mañana.

Desde el título sugerente, los personajes son artífices de un grupo anónimo, desechables, listas para atacar o para recibir un castigo. Una metáfora contemporánea del trato a la mujer que se da, no solo en nuestra sociedad sino en muchas de ellas alrededor del mundo.

A mi gusto destacan:

Perejil y Coca-Cola: una joven se queda embarazada y decide abortar sola, en su casa, con métodos clandestinos. La narración retrata miedo, improvisación, culpa, urgencia y lo precario que puede ser tomar esa decisión cuando no hay recursos; una reflexión cruda sobre aborto, pobreza y desigualdad.

Yuliana, protagonista que da título al cuento, es la heredera de un capo del narcotráfico. Su historia ya trae consigo violencia, poder, privilegios y lealtades peligrosas. A través de su voz se proyecta la brutalidad del mundo criminal y las decisiones extremas que algunas mujeres toman bajo ese contexto.

Que Dios nos perdone -se entrelaza con “Dios no hizo el paro”- relata un asalto, la violencia ejercida contra mujeres, y la respuesta desesperada de tentativa de defensa, en plena violencia estructural.

Constanza, ligado con los cuentos Yuliana, La China y Regina, aporta otra perspectiva de esa red de violencia, narcotráfico y desigualdad: cómo las decisiones, los vínculos y la violencia marcan vidas de mujeres que a veces parecen no tener escapatoria.

Regina -que cierra el arco narrativo de Yuliana y Constanza- cuenta su versión de hechos presentados anteriormente: añade matices sobre relaciones, poder, traición, deseo de ascenso social o pertenencia en el mundo del narcotráfico.

Mariposa de barrio: una vendedora de zapatería recibe el “cortón” de su Yandel vía whatsapp. A través de un lenguaje crudo, viajamos a un barrio, al Facebook, y a los hijos que de pronto se convierten en una bendición y una carga. La migración, la responsabilidad, ir más allá de enviar unos dólares a ser parte de la crianza, el papel de las abuelas casi abnegadas… y la ilusión de ir a un concierto, no importa que sea en camión ni el horario incómodo, todo para ver a una artista consagrada.

También forman parte de la antología:

Dios no hizo el paro, mencionado previamente, muestra otra cara de la marginalidad: una mujer que busca sobrevivir ante la pobreza, a veces recurriendo al robo o al crimen para salir adelante. Denuncia las pocas opciones, la desigualdad y la violencia estructural que empuja a caminos extremos a las mujeres.

La China: relata la transformación de una mujer maltratada o en contexto adverso en sicaria: violencia, desesperación, desarraigo. Una crítica dura a los ciclos de violencia, que se tornan cada vez más complejos.

Rosa de Sarón: presenta a una viuda creyente que escucha “voces demoníacas en su cabeza”. La religión, la culpa, la manipulación espiritual y la violencia psicológica se entremezclan: una exploración de cómo la fe, en contextos de vulnerabilidad, puede volverse amenaza.

La sonrisa: un relato que mezcla lo real con tintes de fantasía/terror, donde una joven marginal enfrenta violencia y muerte, con un giro fantástico -alguien o algo sobrenatural interviene para darle venganza-.

Lentejuela: plantea a una mujer “encerrada en el cuerpo de un hombre”. Combina violencia estructural, marginalidad, identidad, violencia simbólica y corporal

Culo de paja. Este cuento mezcla lo criminal con lo sobrenatural: hay brujería, santería, religiosidad popular, violencia de género, marginalidad, dicho de otra manera, incorpora las creencias populares como parte del tejido social de sus personajes.

La Huesera. Presentado en ocho fragmentos, la narradora parece venir “desde el mundo de los muertos”. Asemeja al grito de quienes ya no tienen voz, de las víctimas que el sistema silenció.

Toda esta amalgama de personajes nos hace apartar la vista o hacer una mueca, como si estar ante estos seres nos repugne su presencia. Un enfrentamiento con la realidad “chocante” que, como hace la buena literatura, nos invita a reflexionar, a enfrentarnos a nuestros demonios, a forzar ver detrás de las cortinas que la sociedad quiere presentar.

No solo las historias sino los mismos personajes, invitan a buscar a esos seres que entre las sombras -o las reservas- están dispuestos a continuar en nuestra vida, a atacar si es necesario para sobrevivir.

Una intensa antología para conocer una valiosa voz narrativa y, claro, ejercer un verdadero esfuerzo lector.