La tormenta (2013) es un texto de corte periodístico y anecdotario
del famoso comunicador colombiano Germán Castro Caycedo. Es también la visión de Colombia de las décadas
de 1980 y 1990. Y con una cruda visión realista, la experiencia de 4 mujeres
que han vivido la situación del país desde diferentes perspectivas.
Combinando el diálogo (con un toque de entrevista) y las
descripciones necesarias, el maestro nos presenta cuatro casos muy concretos: una mujer de
clase alta dispuesta a apoyar a los paramilitares; una mujer que lo pierde todo
y que además es perseguida por tener una organización civil a favor de otras
mujeres desamparadas; una política secuestrada por largo tiempo en nombre de la
revolución; y una madre dispuesta a todo con tal de esclarecer el crimen de su
hijo militar.
Estas anécdotas recopiladas por Castro Caycedo se convierten
en poderosas visiones de un conflicto complejo, lleno de actores que
intercambian posiciones y, que al estar narradas en primera persona, nos
vislumbra la guerrilla, los militares, los paramilitares, el gobierno, la
familia, , las individuales… todo se conjuga para mostrarnos una realidad que,
lamentablemente, continua repitiéndose en diversos países de América Latina.
Además nos invita a plantearnos ¿hasta qué estamos
dispuestos con tal de recuperar a un hermano, a un hijo, la libertad o la lucha
por aquello que consideramos correcto? De una u otra forma, nos enfrentamos a
una humanidad no-ficcional, es decir, tan real como las historias que nos
presentan.
Aquí no hay clases sociales, género –a pesar de estar
contadas por mujeres-, ingreso anual, convicción política o código ejercido,
aquí hay desesperación, inhumanidad, corrupción, ignorancia, esperanza, fe,
insistencia, valor, miedo, ideología, falsedad… esto y más vamos conociendo en
testimonios reales de nos dicen: nadie está a salvo, todos pueden ser víctimas
de una u otra forma.
Y es que una tormenta no respeta automóvil o partido,
convicción o visión personal, únicamente cae, con todo su peso, sobre los
involucrados.
Más que victimizar, este texto muestra una realidad, una
especie de denuncia a revisar qué tanto nos podemos comprometer como ciudadanos
para construir un mundo de paz, qué tanto nos podemos “salvar” de la tormenta
que envuelve a todos, qué tan humanos podemos ser enfrente a la desesperanza.
Un texto ágil, recomendable, que lo mismo te hace molestarte
que llorar, pero en especial, nos hace reflexionar sobre el poder, la fuerza y
la forma en que podemos enfrentar a la tormenta.
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