domingo, 27 de mayo de 2012

Una mirada científica y amorosa: La piel del cielo

Otro texto ganador del Premio Alfaguara de novela, edición 2001, fue La piel del cielo de Elena Poniatowska.

Me declaro un no fan de Poniatowska, intentando con poco resultado la lectura de otros textos de esta autora. Es más, tarde 2 años con el libro en la biblioteca personal, y ahora, aprovechando sus 80 años, decidí leerla.

El detalle narrativo y la vieja escuela mexicana están presentes y dejan un buen sabor de boca.

La novela podría dividirla en tres grandes partes. En la primera, la narración se centra en la familia de Tena, donde los hijos viven felices cumpliendo diversas tareas en la granja familiar. Aquí se reflexiona sobre la capacidad y la inteligencia que tienen los niños, y a quienes la actividad diaria y la sabia orientación de su madre les va dando las herramientas que en la escuela podrían obtener.

En esos capítulo vamos conociendo las regiones rurales de México, la naturaleza en su máxima expresión y la visión casi idílica de lo bucólico.

De pronto, conocemos que esta familia tiene un personaje que todos los domingos va a visitarlos, y que resulta ser el padre, pero uno ausente, catrín, de alcurnia y habitante de la gran capital. Los hijos lo sienten ajeno, pero de pronto el destino los obliga a mudarse a la Ciudad de México, y enfrentarse a la desconocida vida urbana.

Los niños van sobriviendo a las actividades estudiantiles y familiares, para ir creciendo entre los secretos sociales, las apariencias, la sociedad tradicional que se enfrenta a los cambios pos-revolucionarios, y a conocer en realidad quién tiene el poder.

Así comienza la segunda parte de la novela, donde ahora Lorenzo de Tena toma el protagonisto, siendo no solo el más inteligente de los hermanos y el más observador, sino quien se conertirá en objeto del deseo y en un apasiado socialista, al grado de secrificar todo a su alrededor para repartir un periódico con ideas de cambio por todos los rincones del país.

Poniatowska nos presenta entonces profundas reflexiones sobre las diferencias sociales en México de las décadas de 1930 y 1940, para irse adentrando a los desafíos que la cuestión política y económica obliga a´l país.

De Tena se siente todavía vacío, hasta que en la tercera parte de la novela, el protagonista conoce su verdadera pasión: las estrellas. Por azares del destino conocer a los grandes científicos nacionales y con un poco más de suerte viaja a Estados Unidos para convertirse es un promimente astrónomo.

Ahora, el contraste dentre ambas culturas lo darán no solo las mujeres sino la percepción y el desarrollo que a la ciencia se le imprime; también a la convivencia entre las grandes mentes que buscan en las estrellas y en el universo aquello que en la tierra no pueden encontrar: cuál es nuestro origen y hacia dónde vamos.

La novela da entonces un giro narrativo a conocer las deficiencias científicas de México, y a la reflexión de que sin importar las leyes y las promesas políticas,a remarcar las diferencias en las clases sociales y a conocer nuevamente los desafíos que los gibernos mexicanos se niegan a cumplir: la igualdad de oportunidades, la educación, y el desarrollo científico en pro de la población.

Entre una amplia gama de personajes, abundantes descripciones y reflexiones políticas, esta novela se maneja a un ritmo lento. Ciencia, política y amor se combinan para formar constelaciones que van dando forma a la piel del cielo.

Poniatoswka nos deja algunos cabos sueltos, pero demuestra su profundo conocimiento de nuestra idiosincracia y de los miedos que todavía están presentes en nuestra sociedad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario