Soy de leer poco “best-seller”, aunque un placer culposo de
vez en cuando no pasa nada. Había escuchado de una novela interesante, y
después que fue una exitosa obra en Estados Unidos y llegó a México con un
actor muy de moda.
Lo vi en la librería, buen precio, recomendaciones diversas,
así que, zas, comprado.
El curioso incidente del perro a medianoche de Mark Haddon
resultó toda una experiencia literaria. Una novela de misterio, lineal,
detonada por la muerte de un perro, se convierte en la exploración de la
normalidad humana, de amor, entrega y respeto.
La novela tiene una excelente narrativa: descripciones
precisas, diálogos precisos, y una serie de intextextos (dibujos, tablas,
fórmula) que van explorando la mente de su protagonista, un chico que vive con
su padre, que tiene cualidades diferentes y cuyas reacciones forman parte
integral del texto.
Christopher tiene una memoria prodigiosa, talento matemático
sorprendente, pero carece de habilidades sociales. Su padre, trabajador, lo
cuida de la mejor manera posible ante la ausencia de su madre.
Un día ve a un perro moribundo, lo abraza y su dueña grita. Llega
la policía y su reacción ante que lo toquen implica que lo lleven a la
estación. Ahí su padre lo regala y comienza una especie de degeneración de su
relación. Él decide investigar quién mató al perro –a fin de cuentas es un
asesino- cueste lo que cueste, incluso la relación con su padre.
Van apareciendo personajes clave: un vecino, una vecina,
unas cartas, un secreto…
La novela nos invita a explorar nuestras propias relaciones
humanas, aquello que estamos dispuestos a hacer por la verdad y por los otros,
incluso, que razonamientos provocan la muerte, el desamor, la desilusión, las
metas por alcanzar, la confianza en el otro.
Es simplemente un texto que invita a explorar, a vivir su
ritmo animado, su secreto que nos invita a avanzar. ¿Predecible? Tal vez un
poco, pero no así su trasfondo: qué nos hace ser “normales”, qué nos hace “amar”
realmente.
Una recomendación total. Una experiencia aleccionadora.