Sandra Lorenzano nos ofrece Fuga en mí menor (2013) una
novela singular: la historia de un hijo que busca la identidad de su padre que
ha muerto durante la guerra, y el propio padre, músico, que se busca a sí mismo
en una época de cambios y en el acabose del romanticismo.
La narración es fraccionada, contada con tempo lento, y
donde las partituras se mezclan con el texto para crear una aproximación
diferente: en las notas y en las letras se encierran significados más allá de
lo sentimientos expresados.
Hay fragmentos de cartas, de un padre a su hijo, que se
vuelve una comunicación tradicional en un trepidante mundo de computadoras y
correos electrónicos. Pero se darán cuenta que esa forma es la que permitirá abrir
un canal entre ambos
.
También hay un libro, subrayado, de un autor italiano Pavese,
que también será puente de comunicación entre lectores.
La historia se mezcla con el contexto histórico, donde no se
sabe a ciencia cierta qué es lo que pasarpa. “El naufragio intuye el rastro, no
las voces de la tormenta” (28). Así podemos estar en el final siglo XIX, los
inicios de la segunda guerra mundial, o en la época contemporánea, mientras los
narradores van mezclando sus historias y sus silencios. Como en la música,
también tienen un significado. Y como indica el autor, “el silencio es anterior
a la escritura.” (55)
Para Leo, el padre es una fotografía que se desvanece. Sabe que
fue músico, pero fue héroe partisano o fue un cobarde. Él mismo, qué es lo que
busca, qué es lo desea en realidad… “Eso tienen de inquietante las fotos
viejas: la presencia de lo que ya no existe.” (24)
Cada personaje añora a otro, pero el tiempo invita a
recordar o a olvidar. “Algo de todo eso trató de reproducir con su propio hijo.
No quería quedarse nunca sin rostro para él.” (37)
A ritmo lento, la novela va mezclando a Nina, primero mujer,
después madre, que se convierte en una especie de vaso comunicante, y junto con
las partituras se hace un leitmotiv narrativo.
En la novela va dominando los sentimientos humanos sobre el
contexto, la introspección sobre el diálogo, la reflexión sobre la narración. El
lenguaje es propio de cada persona, conocedora de la música y de la literatura,
sin caer en excesos.
En sí, un buen texto de una narradora argentina-mexicana que
invita a ser un lector activo, tal vez con un poco de conocimiento musical para
reconocer una fuga o un crescendo. Recomendada.