lunes, 12 de diciembre de 2016

En la búsqueda de la mujer completa: Monólogos de la vagina

En el 2005, en una de esas visitas a la librería, nos topamos con un afamado texto llevado al teatro: Monólogos de la vagina (2004) de la autora norteamericana Eve Ensler.

Un texto corto en extensión, enorme en contenido. El libro, publicado originalmente en 1998, recopila fragmentos de entrevistas, interpretaciones de conversaciones y algunas narrativas de ficción, para hacer reflexionar sobre la evolución de la mujer, o, mejor dicho, del sentimiento de ser mujer.

En su prólogo, Gloria Steinem habla de la generación “de ahí abajo”, y la misma Ensler señala, en contraparte, las 128 veces que dice en la obra “vagina”. Entre ambos textos, identificamos ese tabú de la palabra “vagina”, y con ello, la carga ideológica que la sociedad netamente regulada por hombres ha dado.


Los texto, hay que reconocer, manejan un ritmo trepidante: algunas veces para reírse, otras para burlarse, las más para reflexionar, el libro nos presenta situaciones tan comunes como el descubrimiento de esta parte del cuerpo, el vello, las verdades sobre la vagina, y en especial, las visiones que diferentes generaciones tienen sobre ella.

En otras ocasiones, las respuestas a preguntas hechas a muchas mujeres nos sorprenden continuamente: si la vagina se vistiera, qué prenda usaría; si pudiera hablar ¿qué diría?

Y en medio del humor o del sarcasmo, la autora se atreve a hablar de las vejaciones, las violaciones, las guerras y el sentir de la mujer como un objeto al servicio de otro.

Habla también de los amores: hacia los hombres, hacia las mujeres, y en especial, hacia sí misma.
Con ese lenguaje que puede ser soez y que puede ser lírico (como las respuestas de una niña a las preguntas realizadas), el texto se convierte en un manifiesto: una palabra no define a la mujer, es un contexto social e individual el que le ha dado valor o desvalor a una palabra, y por ello a la mujer misma.

¿Un monólogo que pierde vigencia? No, en ningún momento. Por el contrario, al escuchar nuevamente las problemáticas y las situaciones indignantes que vive una mujer en nuestra sociedad, este texto nos invita a ser empáticos, a conocer lo desconocido, a reírse de nuestros propios tabús, y en sí, a revalorar y a apoyar a las mujeres.

Se trata entonces de hacer un diálogo, ya no de hombres y mujeres, sino de iguales.
¿Hay que leerlo? ¡Por supuesto! 

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