En el reciente Mundial de Soccer – Rusia 2018 salió ganadora
la selección de Francia. Y con ello la se abrió la discusión de los migrantes,
la fortaleza del país, la herencia cultural y un largo etcétera de una de las
naciones que más ha construido en torno a la democracia y a la igualdad.
Si bien no de Francia, pero sí de su capital París, retomo
una antología ya clásica: Guía triste de París (1999) del peruano Alfredo Bryce
Echenique. Conocido por sus novelas y cuentos, este autor retoma una de las
migraciones más famosas para los latinoamericanos: París en la década de 1960.
La antología está constituida por 14 cuentos, algunos
publicados previamente en diferentes espacios y otros hechos especialmente para
la colección –según cuenta el propio narrador en la Nota del autor-, mientras
va explorando personajes de lo más diversos en la calles donde alguna vez
caminaron los bohemios, la realeza o los revolucionarios.
Con elementos de la Revolución del 68 y la visión cultural de
una Europa que en realidad concentra a todo el continente, los cuentos se
convierten –como el propio título señala- en historias tristes y llenas de
desesperanza, pero los personajes no lo saben, para ellos el trasfondo es de
amor y vitalidad.
En cada historia hay una canción, una poesía, un libro, hay
un toque latinoamericano que se enfrenta a las luces de París, a la soledad de
las calles oscuras, a un idioma diferente y cargado de pasión.
Así, el becario que solo quiere conquistar, la planeación
del asesinato de Juan Domingo Perón, la festividad que ofrece una heredera
millonaria, el año nuevo en la Ciudad Luz, un concierto de Lola Beltrán… todo se
convierte en un pretexto para hacer de esta ciudad un oasis de contradicciones.
Una excelente antología que nos lleva a conocer algunos
pisos y rincones de París, pero que a la vez nos permite reflexionar sobre el
Perú y en sí toda América Latina, a lo que nos hace humanos y seres llenos de
esperanza.
Como dice el propio autor “Guías prácticas hay, buenas y
malas, pero que yo sepa no existen tristes, y mucho menos de París.” Hay que
leerla, para conocer al autor y transportarse a una época que aún hoy late en
el presente.