Lo que me ha gustado de la Colección Vientos del Pueblo es
la versatilidad de sus autores, la calidad de sus ilustraciones y el afán de
explorar en épocas y géneros diferentes.
Previamente hemos presentado cuentos de diversas nacionales
y autores, ahora comentamos 3 obras de esta colección.
Del cuento, el mexicano Juan Villoro presenta Yo soy
Fontanarrosa, con ilustraciones de Ricardo Peláez. Fiel a uno de sus grandes
pasiones, Villoro narra sobre futbol soccer de una manera especial: un alterego
es arrestado, pero los policías no lo llevan a la estación sino como refuerzo a
un partido, les falta un integrante.
El equipo resulta estar en una liga donde se fomenta la
lectura, así que todos los jugadores tienen camisetas de autores como Kafka,
Borges, Kawabata… esto origina una serie de confusiones que entre patada y
patada hacen una narrativa cómica. Una historia que pareciera surrealista, pero
que puede darse en cualquier rincón de nuestro país: eres arrestado para jugar
y tu libertad depende del gol que puedas hacer o detener…
Una historia para conocedores de la literatura y amantes del
buen humor.
Del género teatral, por uno de los grandes autores
mexicanos, Un cuento de Navidad de Emilio Carballido, ilustrado por José
Hernández, pareciera arrancado de una plaza nacional… en plena época decembrina,
un par de personajes intenta aprovechar la fiebre por estar con Santa Claus
para sacar unos billetes.
Claro, los dos emprendedores no tienen los recursos
necesarios pero harán lo que puedan para estar en una plaza, tomar fotografías
con el Santa y que los niños hagan fila para pedir juguetes y claro, hablar con
él. Esto provoca el enojo de los “competidores serios”, quienes tienen un fondo
bonito, trajes elegantes y una buena cámara fotográfica para dar un buen
servicio.
Entre diálogos propios de una plaza mexicana, el buen humor
y la genialidad del dramaturgo mexicano, esta obra corta nos hace recordar que
fuimos niños y que hemos dejado de creer en este personaje, para estar inmersos
en la vorágine comercial… y hacer fila para estar con el Santa ya no es para
decir que me porté bien, sino para pedir todos los juguetes a nuestro alcance.
Otra estupenda historia que vale la pena leer y, de ser
posible, representar.
El último género que exploramos es el reportaje. Con una
historia del norteamericano John Kenneth Turner y grabados de Eko, Los esclavos
de Yucatán recrean a manera de reportaje el viaje del autor por el estado de
Yucatán cuando era la potencia mundial por el manejo del henequén.
El oro verde, como suelen llamarle los historiadores, fue la
derivación de una fibra extraída del henequén, y su explotación provocó una
especie de esclavitud moderna en el territorio yucateco. Aunque nunca se
reconoció así por el gobierno de finales del siglo XIX.
Según narra el autor, se hizo pasar por un rico norteamericano
que buscaba conocer la operación del negocio para comprar una hacienda y
establecerse en la región. Con el beneplácito de los terratenientes, va a las
haciendas, conocer los grandes cascos, los plantíos, las tiendas de raya y las
condiciones infrahumanas de los trabajadores.
Obligados a trabajar de sol a sol, a endeudarse en la tienda
de raya, y a no gozar de prácticamente ningún derecho laboral, el reportero va
conociendo los secretos de los hacendados y poco a poco obtiene suficiente
información para publicar en su reportaje lo que todo el mundo conocía a voces:
la condición de esclavitud de los indios mayas, incluso de orientales engañados
y de indios yaquis traídos de otras tierras para trabajar.
Un documento histórico que invita a conocer el pasado para
no repetirlo, aunque a veces nos asombra la capacidad del hombre para repetir
los errores. Una historia desgarradora que puede sonar tan vigente como hace
más de un siglo.