lunes, 12 de octubre de 2020

Entre tonos de gris: la realidad de los desplazados

Una historia juvenil aprovecha el formato de capítulos cortos, descripciones esenciales y abundantes diálogos para presentar una historia de ficción basada en las vivencias reales de los desplazados de la segunda guerra mundial.

Si bien se conocen ampliamente los campos de concentración con judíos y otras razas consideradas inferiores por los nacionalsocialistas, esta guerra provocó el desplazamiento de las tierras que fueron invadidas por Rusia, que posteriormente conformarían la URSS.

De esta manera, la norteamericana Ruta Sapetys retoma las experiencias de su padre, nacido en Lituania, para narrar la ocupación rusa y el desplazamiento obligado a las regiones inhóspitas siberianas. 

¿De qué es capaz el hombre con tal de destruir a sus enemigos? ¿Por qué las creencias o las ideologías diferentes pueden ser perseguidas hasta la muerte? ¿los hijos pueden simplemente heredar las supuestas ideas o los defectos de sus padres? ¿Por qué perturbar la vida de personas civiles con tal de mostrar poder y el simple hecho de poder hacerlo? Esto y más nos plantea la autora de Tonos de gris (2015, Océano Exprés)

La da vida a Lina y su familia, donde un día desparece su padre; ella, su madre y su hermano son obligados a dejar su hogar y a subirse a un tren que los llevará lejos de casa. Tratados como ganado, durante una noche los soldados van recogiendo personas de diversas partes de la ciudad para terminar en un camión lleno de gente. Arrancados de su tranquilidad, a estas personas no las atacó la guerra directamente, sino las autoridades de una ocupación que supuestamente los salvaría de los enemigos alemanes.

No importa la edad, el género, la formación, el trabajo, ni haber dado a luz minutos antes, todos terminan en el camión y de ahí a un tren, cuyo destino es desconocido. Así, pueden viajar en condiciones infrahumana por semanas, vivir hacinados en campamentos casi improvisados, comiendo casi basura y vistiendo harapos o cualquier ropa que los vaya protegiendo del clima gélido de estas regiones casi desiertas y cercanas al círculo polar.

De campamento en campamento, con escazas las noticias del frente alemán, del crecimiento ruso, de la cercanía de barcos norteamericanos que se han sumado a los aliados… en este contexto y sin saber de su padre, Lina conoce los más bajo del sentir humano en los soldados y en los propios exvecinos y coterráneos, dispuestos a todo con tal de sobrevivir.

Lina también irá de la niñez a crecer repentinamente a la vida adulta, vivirá el primer amor, mostrará su talento para dibujar, y tendrá oportunidad para conocer –en medio de tantas limitaciones- la solidaridad, la fortaleza del espíritu, la necesidad de amar y tener, ante todo, una razón para vivir. El valor a la familia, a respetar la voluntad, y claro, los sacrificios a los que llegan los padres y las personas que desean ser felices y ser dignos, aunque los otros quieran enterrar lo que queda de la individualidad.

Una excelente novela que plantea las grandes historias ocultas y la fortaleza necesaria para salir día a día con la esperanza de una vida mejor.

La edición de texto se acompaña con un mapa sobre el recorrido de Lina y su familia, y una cronología del viaje involuntario al que son sometidos.

Personajes multidimensionales son trazados con algunas pinceladas, construyendo una historia con algunos recuerdos sobre la vida que han dejado atrás, avanzando como un tren en medio del frío, del blanco, del gris.

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