miércoles, 17 de noviembre de 2010

Alfonso Reyes: Entre lo lírico y lo poético

“… la poesía es contacto de integración, al menos el más cabal que nos sea dable.”
Alfonso Reyes (2002, 241)

PresentaciónAlfonso Reyes, escritor regiomontano, ha sido revalorado en los últimos años no sólo por su extensa obra sino por la maestría para manejar géneros y expresiones literarias. Específicamente, se indagará en su concepción de lo lírico-poético, para reconocer ésta en su prosa y poética, y así enfatizar la riqueza manejada por su expresión. ¿Por qué este objetivo? Por una parte, Reyes escribió obra poética. En ésta, los críticos se dividen; unos la clasifican de mediocre y otros exaltan el sentimiento y el manejo privilegiado del lenguaje. Para el escritor regiomontano, ésta fue una de sus principales formas de expresión, aunque poco valorada en su tiempo. Por otra parte, el autor destacó y continúa siendo reconocido como ensayista, incluso como narrador. Tradicionalmente, comentan las reseñas consultadas, los críticos se avocan a estudiar la forma ensayística de Alfonso Reyes, cuando no así su narrativa. Él mismo comenzó su visión literaria a través del ensayo y la poesía, sin olvidarlos en las estancias internacionales o residencias en México.
Si bien al hablar de géneros literarios lírica y poesía se incluyen la una a la otra, es importante diferenciarlas y, a la vez, indicar su coincidencia en los textos de este autor. Para ello, se presentarán algunos extractos del pensamiento para conocer su postura sobre la lírica; combinadas con palabras de diversos críticos sobre textos de Reyes, íntimamente ligados a la lírica, trascendente inclusive en su narrativa y ensayística. Posteriormente, se analizan tres textos del regiomontano: Visión de Anáhuac, Ifigenia Cruel y Romance de Monterrey. Al finalizar este ensayo, se realiza una integración de ideas sobre la valoración de lo lírico–poético en Alfonso Reyes.

La obra de Alfonso ReyesAlfonso Reyes [i] nació en Monterrey, Nuevo León, el 1 de mayo de 1889 y murió en la Ciudad de México en 1959. Vivió el Porfiriato, la Revolución y la transformación de México hacia un mundo contemporáneo. Hizo una extensa carrera diplomática por Argentina, Brasil, España y Francia, entre otros, en diversas posiciones. Además fundó El Colegio de México y El Colegio Nacional. Su obra, publicada por Fondo de Cultura Económica en 19 volúmenes, está disponible incluso en forma electrónica.
Hizo una intensa labor cultural, especializándose en lo helénico, la construcción de una teoría literaria, y la revaloración de lo mexicano. “La obra de Reyes encierra un conjunto de fuerzas –poesía, narración, crítica literaria, historia, erudición y autobiografía– que nos la presenta como un centro y un plano desde el cual es posible salir y viajar en muchas direcciones ... [es] un punto de referencia en relación con el cual es posible situar todos los puntos que componen la literatura mexicana y aun la hispanoamericana.” (Castañón, 1997, 77)
Con este juicio, se cierra la presentación del llamado “regiomontano universal”, pues la trascendencia de su obra –tanto de contenido como de valor analítico– ha ido en aumento, especialmente en los espacios universitarios.

Primera aproximación: lo lírico para ReyesLa lírica, se puede decir, es tan antigua como el lenguaje mismo. Su uso implica la valoración de lo escrito, la forma que invita a pensar, el sentimiento expresado en diversas cualidades. Desde sus matices griegos y precolombinos, la lírica ha sido un vehículo para expresar el asombro del hombre hacia el mundo interior y exterior.
Por convicción, la lírica fue una de las principales herramientas que Alfonso Reyes manejó durante su obra, llevándola no sólo a la poesía –desde su visión su género por excelencia– sino a otras como la narración y a la dramática. “Toda génesis literaria es de tipo lírico, cualquiera sea después el desarrollo de la obra, y aun cuando ella alcance más tarde una objetividad lejana ... La creación comienza por dos vibraciones que se suceden o yuxtaponen en diversa manera: la investigación subjetiva (un sondearse), y la proyección objetiva (un dar a luz). La primera predomina en la lírica; la segunda, en lo que podemos llamar la episódica, ya movimiento narrativo o épico-novelístico…” (Reyes, 2005, 121-122) Esta particular visión sobre lo lírico es para Reyes esencial: rige su labor creativa-reflexiva. Posteriormente, respecto a la creación poética dice: “El poeta, pues, quiere hacer poemas… El poeta quiere hacer poemas para satisfacer un impulso contenido, un afán de acción imaginativa… El poeta tiene que defender su afán de expresión…” (Reyes, 2005, 127-128) ¿Lo lírico como subjetivo y lo poético como acción? La pregunta cobra respuesta si se piensa, de acuerdo con la propuesta de Reyes, que lo lírico nace del alma, mientras la poesía es la forma de dicha expresión; al menos una de sus formas.
En su amplia creación, el mismo Reyes reflexionó sobre la relación de lo lírico-poético, en búsqueda de construir una teoría literaria: “Ante el conocimiento poético, por así llamarlo, todo otro conocer, sea de tipo intelectual o práctico, resulta monográfico y limitado. De aquí que el entender poético procure un deleite de plenitud”. (Reyes, 2002, 242) Por entender poético se considera lo lírico; mientras que lo monográfico es precisamente la poesía. ¿Qué es entonces más valioso? ¿El fondo a través de la lírica– o la forma que puede ser poesía? Al momento se contestaría que el fondo. Lo anterior se refuerza con la siguiente cita: “Al ocuparse de nuevo del impulso lírico … Reyes le otorga, frente a la concepción original como potencia afectiva del lenguaje, una dimensión mucho más amplia que trasciende la literatura para convertirse en un impulso vital, cuya energía y capacidad creadoras conducen a la abundancia, ya sea formal, de composición, de carácter lúdico y, en general de un alcance que excede lo estrictamente necesario para la existencia ...” (Rangel, 1993, 170-171) Ese impulso, según diversas fuentes, es lo llamado “impulso lírico” que va permeando cualquier obra del escritor. Es como una fuerza de la naturaleza para exaltar y, en especial, crear. Y, según el mismo Reyes, debe ser parte de la labor del narrador o poeta, de todo aquel que tome una pluma y escriba.
Ahora, es interesante reflexionar sobre la prosa de Reyes desde un punto de vista crítico. “La teoría prosaica de Reyes no sólo es una estrategia de estilo para mezclar matices y tonos. Es una actitud de vida, vida entrelineada en la actitud. «Quiero que la vida sea una cabal explicación y por mi parte no distingo entre mi vida y mis letras.» ¿No dijo Goethe «todas mis obras son fragmentos de una confesión general»? La propuesta es convergente con la de Montaigne que aconseja no corregir y enmendar los textos sino en todo caso reformar el entendimiento.” (Castañón, 1997, 125) Privilegiar la forma es lo que se concluye de este párrafo. ¿Cómo darle a la prosa esta intención? Con la posibilidad de manejar el lenguaje lírico en dicha prosa; privilegiando el fondo sobre la forma.
Una idea complementaria a la anterior: no importa la forma en la cual se escriba, lo importante es ese «impulso lírico» continuo. En su ensayo Apolo o de la literatura Reyes dice: “Drama, novela, lírica: funciones no géneros. Procedimientos de ataque de la mente literaria sobre sus objetivos. Los géneros, en cambio, son modalidades accesorias, estratificaciones de la costumbre en una época, predilecciones de las pasajeras escuelas literarias. Los géneros quedan circunscritos dentro de las funciones: drama mitológico, drama de tesis … novela picaresca, novela naturalista; lírica sacra, lírica heroica … La lírica es lo que el lenguaje común llama poesía, cuando no sirve de vehículo al drama o a la novela. Nos desentendemos, por el momento, de la manera en prosa o en verso.” (Reyes, 1974, 47) Esto lleva a una conclusión: para Reyes no importa el género, lo valioso es el lenguaje y el «impulso lírico» en él.
En su reflexión sobre la tragedia ateniense –punto 13 del ensayo citando anteriormente– resume su visión de la lírica a través de la función del Coro: “La lírica es desarrollo de la interjección o exclamación, aunque tenga que apoyarse en acciones aludidas o relatadas; y es más pura mientras menos busca tales apoyos. (Reyes, 1974, 48) Aplicable entonces a la dramática, recuérdese que el coro es “la voz del pueblo” capaz de reflexionar, analizar e inclusive dialogar con los personajes centrales.
El punto 15 del mismo ensayo señala: “El secreto instinto hacia la lírica pura es parejo de aquel otro secreto instinto que tiende a repudiar la prosa lírica y desea asociar la lírica con el verso. ¿Por qué estas exigencias heroicas? Según ellas, parece que la forma por excelencia de la poesía (de la literatura si os empeñáis) es la lírica en verso. A la suma realización literaria se le pide, así, el sumo sacrificio de lo útil, de lo que se parece a la práctica mejor dicho, de lo que evoca las cosas de la existencia diaria.” (Reyes, 1974, 49) La fusión de ambas ideas se representa, según Pedraza, en la fidelidad de Reyes por la poesía, quien “… nos legara un conjunto numeroso de poesías, no sólo en verso sino también en prosa. Desde entonces, la chispa poética se hizo presente en la mayoría de sus obras.” (1976, 25) Con esta reflexión se cierra la primera parte, sobre la relación lírica-poética en el autor; siendo que la lírica es el vehículo perfecto para cualesquiera de los géneros literarios.

Segunda aproximación: su obraEn esta sección se toman fragmentos de tres textos de Reyes –Visión de Anáhuac, Ifigenia Cruel y Romance de Monterrey y se comentan desde el punto de vista lírico. Con citas directas o de críticos, se pretende demostrar cómo van combinando fondo y forma para su expresión. En sí, un ensayo, una tragedia y un poema serán los ejemplos para comentar que, sin importar el género la forma en Reyes es lírica: un lenguaje rico, elaborado, certero, que va pretendiendo construir sensaciones, ya por el sentimiento representado, ya por la forma expresada.
El primer texto, es una representación descriptiva del pasado indígena; el segundo, el diálogo entre diversos personajes del Ciclo de Agamenón u Orestiada, tema recurrente en las tragedias clásicas de Eurípides y Esquilo; para cerrar con un canto a la ciudad natal del autor. Esta riqueza de temas permitirá, precisamente, revelar el tono lírico a través de la escritura.
Un texto continuamente antologado es Visión de Anáhuac. Éste recrea diversos aspectos de la Tenochtitlán precortesiana, inclusive recrea olores que a primera impresión serían difíciles de imaginar. En sí es una prosa, pues sus cuatro partes utilizan la construcción paragráfica y el manejo de oraciones complejas, característico de esta escritura. Pedraza cita a Willis Robb, a propósito de Visión de Anáhuac: “en esta joya ensayística que es poema en prosa, Reyes se inspira por la musa de la geografía y de la historia: Descubre lo que llamará «la poesía del archivo».” (Willis, Américas, Mayo de 1966, 14; citado por Pedraza, 1976, 35) Aquí se detecta la presencia de lo lírico en su prosa: el fondo de la descripción es lo valioso.
Luis Leal (2004) en su presentación a Visión de Anáhuac indica que la obra “… es una contemplación estética del paisaje, una recreación del valle de Anáhuac según lo vieron los primeros españoles en 1519” (8) Y cita a Jorge Mañach indicando que “es un ensayo evocador del México Prehispánico […] una de sus pequeñas obras maestras [en la cual] poesía y saber se fundieron ya en él para integrar un dechado de documentación iluminada, de apología lírica y descriptiva a la vez.” (2004, 8)
Por otra parte, Martínez comenta que Visión de Anáhuac es una “síntesis de perfecta hermosura sobre el origen, el destino y la misión de México.” ¿A qué se debe la hermosura? Al balance perfecto entre fondo –ese México prehispánico– y forma –el ensayo y su poderoso lenguaje–. En esta misma línea, Zaïtzeff revisa las opiniones de este ensayo en voz de Castro Leal, un literario de la época de Reyes. Para Castro “la lectura de este texto, hecha "con deleite", le ha dejado - dice Castro Leal - "la impresión de cosa perfecta" (736) y más adelante resume “Castro Leal logra preparar una selección de textos así como un breve prólogo en el cual pone de relieve Visión de Anáhuac («un ensayo perfecto»)”. (739)
Remarcando el valor de su fondo –lo lírico y la evocación mexicana– González de Mendoza comenta sobre Visión de Anáhuac, una “evocación tan bella, tan precisa que su epígrafe se ha vuelto lugar común: «Viajero, has llegado a la región más transparente del aire». Se dijera creación anónima, frase sin origen, voz de la raza.” Y enfatizando el lenguaje presentado Domenchina opina que este ensayo es un “poema genesíaco, donde se descubre o se crea, a la vez que el valle histórico de ese nombre, perpetuo nómada de las reminiscencias legendarias … para asentarse legítimamente en el verbo originario y en la exactitud primigenia; venía a ser, al conseguirse como se consiguió, el módulo inicial de una nueva poesía. [ii] (1940, 461) Llama la atención el comentario sobre el lenguaje, íntimamente ligado a lo lírico. Y el remate de la cita lo enfatiza: es el inicio de una nueva poesía.
En esta misma línea, se cita a Alfonso Rangel Guerra (1996) quien comenta sobre el ensayo en cuestión: “El gozo de la palabra se detiene en los muchos nombres de animales, alimentos, adornos, ropajes, colores, cuerpos, líneas. El lenguaje se extiende, como la ciudad misma, hacia todos aquellos elementos que la componen y fijan sus características. Testimonio poético, sustentado en la virtud de llevar a la expresión los matices, formas, movimientos y composición de un conjunto, expresión de aquella grandiosa civilización condenada a la destrucción … el lenguaje es primordialmente evocación, resonancias mentales y auditivas que imponen su ritmo al pensamiento.” [iii] (449-450) En estas referencias se fortalece la idea presentada en el apartado; Visión de Anáhuac es más que una descripción, es una verdadera evocación poética. Se cita de nuevo a Luis Leal, ahora con el texto “La Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes” donde dice “… vemos que para Reyes el paisaje determina la reacción estética en el hombre y el artista la refleja en su literatura. En México, nadie como él ha sabido captar esa emoción ante el paisaje y darle forma artística. En la Visión de Anáhuac, más que en ninguna otra de sus obras, Reyes ha sabido conjugar tema y forma con absoluta maestría. [iv] (1996, 771-772)
En resumen “he allí la esencia de la Visión de Anáhuac: poesía y saber unificados a través de una técnica basada en la reminiscencia y la evocación. (Leal, 1996, 768) Se coincide con este cierre de Leal, pues el texto logra un balance perfecto entre fondo y forma. Lo descrito y cómo lo describe son el ejemplo perfecto.
Para revisar lo anterior, se toman los fragmentos de la sección II, la descripción de la ciudad azteca, especialmente el mercado y sus alrededores, incluyendo palacios y espacios casi mágicos. Léase una de las primeras partes: “Las conversaciones se animan sin gritería: finos oídos tiene la raza y, a veces, se habla en secreto. Óyense unos dulces chasquidos; fluyen las vocales, y las consonantes tienden a licuarse. La charla es una canturía gustosa. Esas xes, esas tles, esas ches que tanto nos alarman escritas, escurren de los labios del indio con una suavidad de aguamiel.” (Reyes, 2004, 24) Si bien es una descripción del lenguaje, el fondo es lírico: hablar de dulces chasquidos, la canturía gustosa, las consonantes que se licuan; en fin, esos detalles de la descripción van más allá de la adjetivación; buscan recrear imágenes diversas con una riqueza determinada de recursos: por ahí un sonido difícil de recrear si no estás ahí mismo; por aquí una exageración que engrandece.
Otro fragmento de Reyes dice: “Las caras morenas tienen una impavidez sonriente, todas en el gesto de agradar. Tiemblan en la oreja o la nariz las arracadas pesadas, y en las gargantas los collaretes de ocho hilos, piedras de colores, cascabeles y pintajes de oro. Sobre los cabellos, negros y lacios, se mecen las plumas al andar.” (24) El manejo de los opuestos o contrarios, impávido-sonriente, de la figura como cabellos que se mecen como plumas; ambos recursos propios de la lírica, la contraposición exalta el lenguaje para recrear ideas determinadas, más allá de simplemente nombrarlas.
Otro de los recursos importantes para lo lírico es la exageración: esa riqueza brindada por el español al hacer superlativas diversas acciones humanas. “Los gigantescos ídolos –afirma Cortés- están hechos con una mezcla de todas las semillas y legumbres que son alimento del azteca. A su lado, el tambor de piel de serpiente que deja oír a dos leguas su fúnebre retumbo; a su lado, bocinas, trompetas y navajones. Dentro del templo pudiera caber una villa de quinientos vecinos.” (26) Las exageraciones del número de vecinos y la mezcla de “todas” las semillas y legumbres remarcan esa exageración. Tómese otra cita para ejemplificar este mismo recurso, ésta dice: “El emperador aparece, en las viejas crónicas, cual un fabuloso Midas cuyo trono reluciera tanto como el Sol. Si hay poesía en América –ha podido decir el poeta-, ella está en el gran Moctezuma de la silla de oro. Su reino de oro, su palacio de oro, sus ropajes de oro, su carne de oro. Él mismo, ¿no ha de levantar sus vestiduras para convencer a Cortés de que no es de oro?” (33) Uno de los mitos en torno a la capital azteca es la desmedida riqueza de sus habitantes y palacios; aquí se plasma en la vistosidad del oro, evidente ante los ojos codiciosos. ¿Por qué repetir la palabra “oro”? A la vez que exalta la codicia española remarca la grandeza azteca. La repetición puede crear sonoridad, recurso lírico, que envuelve la lectura y brinda una nueva forma a lo que repite. De esta forma, el oro exalta y enaltece, a la vez, acusa al codicioso.
Aunado a la repetición, se detecta la trasposición de los sentidos a través del lenguaje. Véase el siguiente fragmento: “… las formas se funden entre sí; estallan en cohete los colores; el apetito despierta al olor picante de las yerbas y las especias.” (30) El hecho de la fundición y el estallido en cohetes remarcan la exageración de la idea –podría tratarse de una serie de fuegos artificiales que estallan continuamente– que parece llenar de color y de formas diversas el espacio. Por otro lado, el hecho de oler una sensación del gusto (lo picante) habla de una trasladación de sentidos, recurso propio de lo lírico.
En estas citas hay ejemplos de exageración, trasladación de sentidos, repetición de ideas, entre otros; recursos propios de la poesía, en este caso utilizados en un texto en prosa y con el objetivo de enaltecer la descripción. Las otras partes del texto –1.La presentación del Anáhuac; 3.La flor; y 4.Cierre personal– también utilizan diversos recursos para crear ese «impulso lírico» que enriquece la descripción. En este caso, la forma es la prosa para la descripción del Anáhuac; pero el fondo es detallar los rincones y olores de la urbe, capaces de recrear una imagen viva a través de los diversos sentidos. En otras palabras, la lírica.

El segundo texto por analizar es la obra dramática Ifigenia Cruel, escrita según el parámetro de una tragedia griega clásica. Sus recursos básicos son el diálogo y el manejo del coro. Sin embargo, aprovechando este formato, el lenguaje es complejo, lleno de figuras y tropos, que va más allá del simple diálogo a una recreación lírica. Este recurso es señalado por diversas críticas; señalando también la belleza del texto. Pedraza dice sobre esta obra: “Ifigenia Cruel se llama el poema donde brillan más señeras las (sic) dotes naturales de Alfonso Reyes, su afinidad por el equilibrio de la palabra, la armonía del verso y su penetración espontánea en los modelos clásicos.” (1976, 87-88) De nuevo, la importancia del fondo sobre la forma. Se resalta que la forma expresar la palabra es tan importante como la presencia del modelo clásico. Entonces, fondo –el sentimiento de recuperación de la memoria de Ifigenia o la necesidad de un sacrifico por parte de Orestes, combinado por supuesto con el valor lírico de la obra–, se combina con la forma –drama trágico según el parámetro griego clásico–, logrando así el valor singular.
Para ampliar los comentarios sobre este poema dramático –para algunos erróneamente denominado así por el mismo Reyes, pues predomina la forma dramática más que la lírica– se incluyen diversas opiniones al respecto: “Sitio destacado en su vasta obra tiene Ifigenia cruel (1924), el hermoso poema dramático, que junto a su valor teatral y a su importancia como recreación del mito heleno, sobresale por su poderoso lirismo y por cuanto nos ayuda a la comprensión psicológica de su autor. Sublimando en el molde de la antigua leyenda su propia aventura, Reyes acertó a realizar una de sus obras de más perdurable y profunda emoción poética.” (Martínez en http://www.alfonsoreyes.org/obra.htm)
Por una parte, Fernández Retamar opina que “Ifigenia, realizada con feliz osadía en verso … [es] una forma más abierta y desgarrada, sujeta no obstante por un algo de argumentación calderoniana. [v] (1996, 377-378) Por otra, Gómez de Baquero señala: “la forma verbal y la forma métrica tienen gran importancia en una obra de esta clase, que no puede conmover ni apenas interesar sin presentarse con una noble vestidura. Está escrita la Ifigenia, de Reyes, en variedad, y podría decirse en anarquía, de versos, sacrificando con buena elección la melodía y compás de los metros usuales a la justa expresión de las imágenes. Con el verso libre, instrumento difícil para la armonía, al que están poco acostumbrados los oídos castellanos, pero el más propio para poemas que son reflejo de lo antiguo y piden una precisión estatuaria, se mezclan las rimas. Brotan de repente asonantes y consonantes; hay hasta un soneto … Una lectura atenta e inteligente saboreará bellezas de expresión, tropos de gran estilo, un como espíritu escultórico de la poesía … Reyes puede jactarse de haber hecho poesía griega en castellano.” [vi] (1996, 92-93) Con ambas referencias, se destaca la calidad del lenguaje que presenta la obra. Un equilibro perfecto entre lenguaje y precisión dramática, según claro los parámetros clásicos. Para resumir el poema, se incluye el comentario de Ventura Doreste, quien señala “… Ifigenia Cruel, el poema dramático en que se concentran las mejores virtudes de Reyes. Respecto de su poesía, ese libro viene a ser lo que la Visión de Anáhuac es respecto de su prosa.” [vii] (1996, 204) Este comentario, según la propuesta presentada, comprime la visión de Ifigenia Cruel: conjunción drama y lírica.
Para realizar la aproximación a la obra es bien sabido: en las tragedias griegas el coro es una pieza fundamental: es la voz del pueblo que acusa, señala o exterioriza el pensamiento de los pensamientos. Aquí, junto con la voz de otros personajes, refuerza el sentido lírico de las palabras. En el acto I, el Coro dice:
“Respetemos el terror / de la que se salió de la muerte / y brotó como un hongo en las rocas del templo.
A osadas pretendía hablar / como no hablan viento y mar, / sacudiendo ansiosa los árboles / que respondían a gritos de pájaros, / o arrancando caricias rotas / en el reventar de las olas.” (Reyes, I, 87) [viii]
Y más adelante, en el mismo acto se recita: “No; rechina entre tus dientes la voz: / ni recordar ni soñar sabes, / ni mereces los senos en el pecho, / ni el vientre, donde sólo crías la noche.” (I, 94) Nótese lo lírico de los fragmentos anteriores: brotar como un hongo, hablan viento y mar, ansiosa los árboles, entre otros detalles, van mostrando diversos tropos. En el fragmento dos del coro, la sección “vientre, donde sólo crías la noche” presenta una analogía, donde la noche es la ausencia, la oscuridad, por lo tanto el vientre está seco, sin hacer aquello que debe hacer, dar vida. Y el Coro también acusa, al indicar que Ifigenia no es digna de ser mujer por descalificar sus senos. Esta forma de expresarse es lírica, al aprovechar el lenguaje para dar un mensaje determinado: esa mujer es criticable, objetable; tal vez presa de un pasado sin memoria, pero promotora de sacrificios y desvirtudes.
La protagonista de este drama, Ifigenia, también presenta este tipo de lenguaje desde el acto I: “Y, sin embargo, siento que circula / una fluida vida por mis venas: / algo blanca que, a solas, necesita / lástimas y piedades.” (I, 89) Y más adelante “Pero al furor sucede un éxtasis severo. / Mis brazos quieren tajos rector de hacha, / y los ojos se me inundan de luz. / Alguien se asoma al mundo por mi alma; / alguien husmea el triunfo por mis poros; / alguien me alarga el brazo hasta el cuchillo; / alguien me exprime, me exprime el corazón.” (I, 90) Ambos diálogos hablan de un paralelismo entre el cuerpo de la protagonista y diversas acciones ejecutadas por objetos inanimados como el hacha, la luz, el cuchillo. En sí, representa un sacrificio, cómo a través de ella los hombres buscan matar o triunfar en batalla o bien tener éxito, todo derivado del sacrificio humano y la acción de lastimarla.
Mas no sólo el coro y la protagonista utilizan esta forma lírica de hablar. También los personajes ambientales (un Pastor) o secundarios (Orestes) utilizan este recurso. Léase los ejemplos. “PASTOR: Íbamos a bañar las reses en la cueva / que sirve de refugio al pescador púrpura, / porque el toro, señora, vuelve al mar como el río, / para cobrar allí sangre, valor y brío.” (II, 99) Y el hermano Orestes:
“Detente, Pílades, que siento / el indeciso vaho de los dioses; / y, entre los ojos de la carnicera / me sorprende el halago de una mirada rubia.
No en vano las aguas se abren y se juntan; / no en vano los vientos y el elástico mar, / no en vano gimen y aúllan / en torno a la nace del griego que sabe esperar.” (III, 104-105)
El Pastor habla de un pescador púrpura –algo sagrado y a la vez doloroso, por el color representado–, y también la personificación del toro al indicar que éste cobra sangre y brío. Orestes, por su parte, enfatiza la repetición de esa partícula negativa para representar su idea. Con estos ejemplos, ambos utilizan la cuestión lírica en sus diálogos, embelleciendo los mensajes sobre la entrega y el sacrificio.
Se quiso añadir un ejemplo más, del Coro, ubicado en el acto final. “Alta señora cruel y pura: / compénsate a ti misma, incomparable; / acaríciate sola, inmaculada; / llora por ti, estéril; / ruborízate y ámate, fructífera; / asústate de ti, músculo y daga; / escoge el nombre de que guste / y llámate a ti misma como quieras: / ya abriste pausa en los destinos, donde / brinca la fuente de tu libertad.” (V, 126) Principalmente, existe una diseminación y recolección de ideas para establecer a Ifigenia y una personalidad determinada: una personalidad maligna y rechazada, pero con la oportunidad de vivir de nuevo. Además, la división sintáctica de la oración parece hablar de una pegunta u orden, y después de una respuesta. Así, se enfatiza la cuestión lírica del diálogo.
Se han visto diversos ejemplos, en variados personajes, donde la riqueza no es sólo el diálogo sino los diversos recursos líricos presentados por Reyes a lo largo de la obra. Sin importar la sección o acto, inclusive los personajes, los diversos tropos o figuras literarias se van marcando para enriquecer líricamente el texto.
Como tercera parte de esta sección, se indica que en poesía destaca, al menos para la visión neolonesa, un poema concreto: Romance de Monterrey. Construido en forma de verso, proyecta el uso del lenguaje lírico; con rima asonante, erudición y búsqueda de un lenguaje formal y estructurado, se convierte en un canto de grandeza no sólo a una región geográfica, sino a la exaltación de sentimientos de su lugar natal.
Eugenio Florit comenta sobre éste, una “… verdadera declaración de amor a su ciudad” (1996, 26) Y más adelante lo resume como “gran poema lírico, diríamos, emanado de una experiencia propia según nos declara el autor, que una vez emancipada de su angustia se proyecta «sobre el cielo artístico» y queda descargada en «un coloquio de sombras»." [ix] (135) Lo valioso de esta cita es destacar la proyección de un tema recurrente para Reyes: la recuperación de lo suyo, lo mexicano; en este caso, lo regiomontano, su ciudad natal.
El mismo Florit concluye sobre el poema: “Lo entrañable suyo, de la tierra, ¿en qué mejor modo expresado que en el famoso Romance de Monterrey, ya citado, o en los clásicos versos de «La hora de Anáhuac», que en 1912 es un anuncio muy claro de otra cosa, convertida en la prosa insuperada de la «Visión de Anáhuac» de 1923? En ella está el paisaje, gentes y animales de la «región más transparente del aire».” (1996, 36) Nótese el énfasis que el poema representa para este crítico: la fusión entre conocimiento de la técnica con el sentir propio de Reyes, la búsqueda de un sentido a través de la poesía, la lírica al servicio de la recuperación del pasado.
Su poesía, en resumen habla de todo aquello que Reyes tiene en el corazón y en la mente: “El amor por la naturaleza, el amor por su patria, su padre, sus amigos, el amor por la mujer y por todo lo que es bello, ha marcado senderemos luminosos a su obra. Cada poema es un latido de su corazón. Aire y sentimiento se funden en su creación poética...” (1954: 36) Se aplica lo anterior a Romance de Monterrey, considerándolo una expresión de algo que Reyes vivió poco pero quedó enmarcado en su corazón: la tierra de su nacimiento, ahí vivió poco más de una década junto a su padre. Otro poema complementa esta idea, “El Sol de Monterrey”, donde un Reyes niño corre y juega bañado por singulares rayos celestes, y que a la vez deja profunda huella en su sentir.
Y aplicado al poema analizado, Garrido comenta “en cuanto a la forma, Reyes domina todas las técnicas poéticas, pero siente inclinación por el romance: “El romance –asegura– nos transporta a la mejor época de la lengua, trae evocaciones tónicas, desperezada, ofrece sola sus recursos. Además –ventaja para aprovecharla ahora mismo– el romance deja entrar en la voz cierto tono coloquial, cierto prosaísmo que se nos ha pegado en esta épica, al volver a las evidencias.” (38) Entonces, el Romance de Monterrey es un poema breve pero lleno de emoción y de forma, tal como Reyes ha pretendido escribir. [x]
Ahora toca el turno de revisar a detalle la primera estrofa (Reyes, 1955, 52-53):
Monterrey de las montañas, / tú que estás a par del río; / fábrica de la frontera, / y tan mi lugar nativo / que no sé cómo no añado / tu nombre en el nombre mío:/ pues sufres a descompás / lluvia y sol, calor y frío, / y mojados los inviernos / y resecos los estíos, / -no sé cómo no te amañas / y elevas a Dios un grito, / por los pitos de tus fraguas / y de tu industria en los silbos, / por que te enmiende la plana / y te enderece el sentido, / diga a la naturaleza / que desande lo torcido, / y te dé lluvia en verano / y sequedad con el frío.
A través de la analogía “fábrica de la frontera” indica que, al lado de un país extranjero tiene una fuerte industria, característica de la ciudad. La personificación surge con la frase “sufres a descompás”; pues a la ciudad le imprime la habilidad de sentir; y también con la frase “elevas a Dios un grito”, tiene la misma finalidad. Un repaso de su clima es tratado en los mojados inviernos y resecos estíos, anteponiendo el adjetivo al sustantivo y creando una sensación de clima extremo. Y luego un juego de lenguaje, donde prácticamente el valor de la ciudad pretende exigirle a la naturaleza que cambie las inclemencias y le dé un excelente clima a lo largo del año.
Lo personal queda marcado con la frase “no sé cómo no añado tu nombre en el nombre mío”. Aquí comprime el sentimiento de pertenencia que tiene realmente arraigado: nacer y vivir en Monterrey es para él una de las cuestiones más grandes en su vida. Y para representarlo usa lo lírico: fusionar sus nombres, Reyes y Monterrey.
Con este sencillo poema se refuerza la idea de lo lírico, ahora en un medio natural como puede ser la poesía. Los diversos recursos presentados hacen que el lenguaje sea valioso, lleno de significado y simbolismo. Y lo más interesante, es un texto breve pero cargado de sentimiento y, en especial, de una expresión cuidada, la lírica al servicio de la pluma. Recursos varios, propios de la poesía, pero que van más allá al fundirse con lo lírico.

A manera de conclusión: lo lírico-poético en Alfonso ReyesEn los textos presentados hay un género concreto: prosa, obra dramática o poesía. Sin importar cuál, los tres presentan un fondo lírico: la exaltación del sentimiento y la palabra a través de un lenguaje rico, complejo, elaborado.
La postura de Reyes de indicar la lírica como centro de la creación literaria se ve en la prosa, la dramática y por naturaleza misma en la poesía. Esto plantea la revalorización de su escritura a la luz de la propuesta. Y no sólo esto, también que sin importar el género es posible utilizar lo lírico para describir, exaltar, enriquecer. Se indicó que para la poesía este recurso es natural, tal como se explicó en el análisis de Romance de Monterrey. En Visión de Anáhuac e Ifigenia Cruel, se habla cómo a través del ensayo y la dramática se logra esa recuperación lírica, centro de la creación de Reyes. Inclusive, las citas adicionales aquí mencionadas respaldan esta idea: textos de perfección, van conjugando fondo y forma paralelamente.
Breves los tres, pero contenedores de recursos literarios que los enriquecen y los hacen más complejos frente a una simple descripción o un diálogo tradicional. Así, un elemento básico es, precisamente, lo lírico. Escritos en periodos diferentes, la tríada representa la forma de escritura de Reyes, tanto por la exaltación de lo mexicano –Visión de Anáhuac y Romance de Monterrey– como la representación de los sentimientos –Ifigenia Cruel–. También los dos primeros tienen mucho de sentimiento; y el tercero una interpretación personal de la pertenencia: recuperar la memoria perdida. Lo mexicano o lo regional, junto al pasado y su presencia constante, son constantes en la obra cargada siempre de un lirismo a su estilo.
¿Se ha revalorado lo lírico? Sí, sin importar la extensión de los textos se puede lograr la construcción adecuada para exaltar lo lírico. Tampoco sin importar su género. Esto se logra a través de los recursos propios de lo lírico como la exageración, la analogía, la personificación, la descripción abundante, la adjetivación, lo opuesto, lo sonoro, la traslación de sentidos, la repetición de ideas, y por citar alguno más, el juego del lenguaje. De una u otra forma, éstos están presentes en los fragmentos analizados. Su trabajo, entonces, es rico por el trasfondo presentado y, paralelamente, por la utilización de un lenguaje lírico en ese mismo fondo. Al menos para los textos aquí propuestos, sí se identifica la cuestión lírica y, además, en forma rica y creativa. En sí, el sentimiento domina desde el fondo. ¿Por qué énfasis el fondo? La estructura misma de los textos hace natural esas columnas líricas: los diálogos, las descripciones o las narraciones se van nutriendo de lo lírico para hacer un acabado total: diversos géneros alimentados del mismo fondo, lo lírico.
Con este análisis, se logra recuperar primero la propuesta de Reyes sobre lo lírico-poético, la cual fue vertida en su obra. En los fragmentos aquí expuestos esto queda evidente por la utilización de los diversos recursos sin importar el género de los mismos; en sí, se detecta en los textos ese «impulso lírico» que motiva a Reyes a escribir en su prosa o su poesía, simplemente algo singular. Pareciera este estilo lejano a estos días, y representa una carga de erudición difícil de alcanzar.
Dicho «impulso lírico» es el vehículo en su prosa –Visión de Anáhuac– y en su poética –tanto Ifigenia Cruel como Romance de Monterrey–, al enfatizar la riqueza manejada por su expresión. Esta consideración permite revalorar dicha característica en Reyes, una singularidad que no existe en autores de su época e inclusive en ésta. Según lo expuesto por el autor regiomontano en la primera sección de este trabajo, el «impulso lírico» debe estar presente para realmente retratar los diversos sentimientos –en este caso, la evocación de un pasado indígena grandioso, la entrega y la memoria, así como la melancolía por su tierra ya lejana, respectivamente en cada texto analizado– a exaltar. Inclusive en la representación de lo mexicano, en el olor de las tierras lejanas, y las ideas de entrega-sacrificio, el «impulso lírico» les da forma, dejando los simples sentimientos en configuraciones de lo lírico, formas de lenguaje que representan dichos sentimientos en forma compleja y acertada a la vez. En otras palabras, lo lírico debe surgir del alma, y para estos textos de Reyes, es cierto.



Referencias bibliográficas y electrónicas
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Notas[i] Información tomada del texto Aniversario 100 del Archivo General del Estado de Nuevo León.
[ii] Publicado originalmente en Hoy, México, 22 y 29 de junio de 1940.
[iii] Conferencia leída en la Universidad Autónoma de Nuevo León, mayo de 1986 y publicada originalmente en El Anáhuac a través de Alfonso Reyes, Monterrey: UNAL, 1986, pp 15-21.
[iv] Publicado originalmente en El ensayo y la crítica literaria en Iberoamérica (memoria del XIV Congreso de Literatura Iberoamericana), Toronto, Canadá, 1970, pp. 49-53.
[v] Publicado originalmente en Orígenes, La Habana, año X, no. 34, 1953.
[vi] Publicado originalmente en “Antiguo y moderno”, El sol, Madrid, 4 de febrero de 1926.
[vii] Publicado originalmente en Asomante, San Juan de Puerto Rico, XVI:2 (abril-junio 1960) pp. 20-37.
[viii] Los números romanos colocados al centro de la referencia son los actos o partes del citado drama.
[ix] Publicado originalmente en Revista Hispánica Moderna, New York, XXII: 3-4 (julio-oct. 1956) pp. 224-248. Y en Poesía en J. Martí, J.R Martínez, A. Reyes, F. García Lorca y P. Neruda, Miami: Universal, 1978, pp 81-115.
[x] Durante la investigación para el trabajo, se notó un número considerable de críticas y análisis sobre su poesía en general, inclusive de su estilo, por ejemplo “El estilo de Alfonso Reyes: imagen y estructura” de James Willis Robb; sin embargo, hay pocas referencias directas al poema Romance de Monterrey.

1 comentario:

  1. ¡Hola!
    Aún no leo tu entrada, pero planeo hacerlo. Mientras buscaba los datos bibliográficos de "Belleza y composición en Visión de Anáhuac" de Alfonso Rangel, encontré tu blog y me ha parecido una fortuna. Espero leerlo con regularidad. Mi comentario por el momento es acerca de la referencia bibliográfica de ese texto que está érronea: la segunda parte del cuarto volumen está seleccionada por James Willis Robb y el libro lo edita El Colegio Nacional y no el COLMEX. ¡Saludos!

    Aquí puedes verificar: http://www.colegionacional.org.mx/SACSCMS/XStatic/colegionacional/template/content.aspx?se=obras&id=103&p=2

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