miércoles, 1 de diciembre de 2010

Voces del cabrito: a la búsqueda de una nueva novela

Monterrey ha sido conocida nacionalmente como un foco de desarrollo industrial. El clima y las condiciones geográficas han hecho de esta tierra un reto para quienes aman el trabajo y el esfuerzo diario. En los últimos años, la tierra del cabrito y la carne asada ha sido sede de eventos culturales, como el Fórum de las Culturas 2007. Esta efervescencia invita a reflexionar: ¿qué producción literaria existe en “Monterrey de las Montañas, tú que estás a par del río” citando al universal Alfonso Reyes? Definitivamente, se debe releer a este autor pero es tiempo de olvidarnos de las antologías y reediciones para adentrarnos en la nueva narrativa.

Si hiciéramos un recuento “de los daños”, en la entidad neolonesa existen narradores famosos. Por mencionar algunos: Ricardo Elizondo Elizondo (Monterrey, 1950) [1] quien combina su trabajo en el Tecnológico de Monterrey con su compleja escritura [i]. David Toscana (Monterrey, 1961) [2] señalado por sus lectores como “uno de los escritores más sagaces y originales de su generación” [ii]. Felipe Montes (Monterrey, 1961) [3] quien también apoya a nuevos valores y espacios creativos [iii]. Hugo Valdés (Monterrey 1963) [4] que ha apoyado significativamente el desarrollo de talleres y espacios literarios, además de mantenerse en el ámbito editorial [iv].

Ahondando en la producción local, Ofelia Pérez-Sepúlveda publicó en “El Norte” [5] un artículo sobre la multipremiada novela El Último Lector de David Toscana; donde también recomendó novelas regiomontanas: El Crimen de la Calle de Aramberri de Hugo Valdés Manríquez; El Camino de Santiago por Patricia Laurent; Mercedes Luminosa a cargo de Dulce María González; Nostalgia del Lodo de Óscar David López; Esa Llaga, la Memoria por Héctor Alvarado Díaz; El Enrabiado escrita por Felipe Montes. Eduardo Enrique Padilla [v] , Alejandro del Bosque [vi] ; o Armando Alanís Pulido [6], quien de pintar bardas con su Acción Poética ha logrado publicar [vii], han luchado por colocarse en la poesía, aunque el éxito se reduce a un grupo de fieles lectores o alumnos universitarios.

Paralelo a esto, hay un esfuerzo por el Fondo de Cultura Económica del Estado de Nuevo León o bien de editoriales independientes [viii] por hacer de este desierto un oasis literario. Por ejemplo, el espacio electrónico “Nuevo León Literario” (http://www.nuevoleonliterario.com/) que proyecta la creativa neoleonesa [7]. También existió “Monterred” [8], aunque para esta revisión no se encontró disponible.

Pero ¿qué va caracterizando a la literatura de esta región? Hay novelas, cuentos, ensayos, poesía e incluso teatro. [9] Es decir, hay proliferación de autores pero la difusión –o la mercadotécnica deberíamos señalar– no ha sido suficientemente efectiva para lograr el reconocimiento de los mismos. Menos hoy, donde el libro es un producto dirigido a un mercado determinado, y debe lograr el mejor desempeño de ventas y desplazarse a otras ediciones e inclusive vendiendo sus derechos para adaptación a cine y otros medios audiovisuales.

Un estudioso de la región es Miguel G. Rodríguez [10]. “El conocimiento de esas obras y esos autores [de los estados norfronterizos] se convierte cada día en una necesidad, para tener una visión más clara y objetiva de los procesos culturales en los que se inserta la literatura en general; por supuesto, tal situación implica asumir la diversidad de la producción literaria y salir de la visión centralista y homogénea que impera en los diferentes extremos de observación alrededor de la literatura.” (Rodríguez 7-8) Estos autores tienen obras breves donde lo importante es la historia, no así la estructura o el lenguaje; inclusive en la poesía, se rompen modelos clásicos para buscar la expresión autónoma. No pretenden renovar la narrativa latinoamericana; por el contrario, se satisfacen con hablar de temas a nuestro alrededor, como señala Rodríguez. Inclusive se dice que las letras mexicanas –a raíz del Crack– ubican las historias en las grandes urbes de México o del mundo, a la vez que pretenden la universalidad de su trama. Atrás quedaron las revisiones indigenistas, revolucionarias o la recuperación de la memoria, obsesión de Fuentes, Monsiváis, Poniatoswka, del Paso, y otros.

Tenemos entonces un contexto socio-cultural de búsqueda de voces propias para sobrevivir en un mundo aguerrido y comercial. Nos detenemos entonces en una autora que no figurado en listados o recuentos anteriores. Nacida en esta tierra del cabrito, finalista en el IX Premio Fernando Lara de Novela 2004 (España) y que a través de Editorial Planeta publicó su primera novela: A través de la ventana, María de Alva (Monterrey, 1969). Es profesora de planta en el ITESM y colabora con el Bachillerato Internacional, que requiere una mayor preparación como profesor y asesor de investigaciones juveniles. Es Licenciada en Letras Españolas, con Maestría en Educación-Especialidad en Humanidades y en Estudios Latinoamericanos-Especialidad en Literatura. Ha publicado artículos en la Revista Mexicana de Literatura Contemporánea y trabajó como periodista en los diarios Reforma y El Norte. Entre sus autores preferidos destaca Mario Vargas Llosa, Clarice Lispector, Rosa Montero o Tomás Eloy Martínez, y aquella literatura que exige un involucramiento total del lector. En sus palabras “le gustan las novelas que parecen cocerse a fuego lento”.

En A través de la ventana, retrata una odisea familiar (de su ascendencia materna) y su contacto con la gran literatura la lleva por un camino opuesto a la narrativa actual. Inspirada en lo latinoamericano –polifonía narrativa, saltos temporales, estructura circular-dinámica– busca recuperar la memoria de su familia. De hecho, lo proyecta en Gustaf, personaje quien ya adulto y en medio de un conflicto existencial, decide recuperar la historia de sus padres a través de diarios fechados en 1950. “El pasado es un muerto, un cadáver: no cambia, no crece, solamente se olvida, se pierde en la distancia. Monterrey, mayo de 1950. [11]” (De Alva 11)

Retomo aquí unas palabras de Sergio Ramírez [12]: en la literatura se escribe la Historia con H mayúscula –aquella del país y grandes acontecimientos mundiales– y la historia con h minúscula –la privada, íntima de cada persona–. María de Alva va creando a paso lento dos grandes atmósferas. Una de ellas, aquella de Europa, Estados Unidos y México con sus transformaciones; y la otra, a familia Levi-Meyer, sus orígenes, enfrentamientos religiosos, adaptación al cambio, en fin, aquello vivido diariamente en un seno familiar envuelto en un contexto apremiante.

La trama es encabezada por Ida, mujer aguerrida que obligada por su padre –descendiente de un héroe de las guerras napoleónicas– debe abandonar Hannover, Alemania, para viajar por América y establecerse en Monterrey, una inhóspita ciudad rodeada de cerros y envuelta en polvo. Ella tiene una triple participación: de joven recuerda al México del Porfiriato y aquel de la Revolución; de niña recuerda los grandes regalos y la vida apacible en una Alemania donde los judíos vivían tranquilamente en una nación todavía imperial; y un diálogo con su hija muerta –curiosamente la única niña que tuvo–, donde de pronto cambia la primera voz por una segunda del singular, siendo el tú la presencia de un narrador omnisciente que la obliga a reflexionar sobre puntos clave de su vida. “El silencio apoderándose de todo, con garra abierta y la vida siempre más allá. Este lugar, esta cuadra, esta calle… [13] Mientras, los ojos azueles te perforan, te interrogan, te miran ávidos de respuesta, de patria, de consuelo, de soledad. Azules como las montañas, amoratadas y enormes. ¿Serás tú esa ventana al país que te deja atrás, el abrazo lanzado al vacío de la nueva tierra que has buscado desde hace tiempo?” (De Alva 17)

Estructuralmente, las líneas argumentativas parecen vasos comunicantes: el diario de Gustaf en 1950; Ida de joven casada; Ida de niña entablando diálogos con su madre muerta, Ida ya adulta hablando con su hija muerta (invocando así el elemento fantástico); a la vez, presentando el ocaso de una época y el éxodo de familias judías. “¿Por qué Dios nos dejó solos? Tal vez se olvidó de nosotros porque nos vinimos acá, a este lugar al que llamaron el Paraíso. La tierra prometida está siempre del otro lado del mar.” (De Alva 12) En ello, va combinando intertextos en alemán e inglés, así como cartas personales y diarios comerciales. Su lenguaje se llena de símiles, abundantes descripciones, y otras figuras retóricas que hacen la narración compleja. Aproximadamente en el último tercio de la novela, van apareciendo epígrafes de Fernando del Paso, José Emilio Pacheco, Octavio Paz e inclusive extractos de La visión de los vencidos, que van dándole forma al presente.

Todo esto evoca una gran literatura, seguramente producto de una lectura apasionada y detallada, homenajeando a ese “boom” que buscó una historia simple con una estructura compleja que obliga al lector a fijarse hasta en los detallas más insignificantes. Inclusive, cual Clarice Lispector, Gustaf llega a la reflexión del proceso creativo al darle forma a la historia familiar. “Hasta aquí, esta historia me parece que está un poco confusa. No me he ocupado enteramente de respetar la cronología, y los sucesos se reparten al azar entre la segunda mitad del siglo diecinueve. Además, hay poca información, salvo algunos papeles dispersos y fotografías […] Todo esto me impulsa a dejar de escribir, pues me siento bastante impotente para poder reconstruir los hechos como me he propuesto.” (De Alva 166)

A su publicación, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Monterrey 2005, se presentó el texto a cargo de la doctora Inés Sáenz, catedrática del ITESM. Ésta mencionó que “leyó con placer la novela y se contagió con la nostalgia de Ida, el personaje principal.” En la misma presentación comentó Felipe Montes: “El libro de María de Alva es un paseo por tiempos y espacios con un lenguaje claro que el lector agradece; define un viaje y entramado muy elaborado y de muy buena escuela; varias voces narrativas, tres personas que van y vienen muy a gusto”. (Crónica Intercampus http://www.itesm.mx/cronicaintercampus)

Por otra parte, destaca una crítica realizada por Laura Barbas Rhoden, donde dice: “The plot moves slowly at times, but as a whole, the book is well written and reads easily. Recommended for libraries and bookstores interested in contemporary Mexican literature and in Jewish studies in the Americas”. [ix] Una buena reseña para una ópera prima. Otra crítica es de “El Castellano”, “Aunque parte de un hecho real y está plagada de datos recuperados por una extensa investigación, la historia es ficticia, construida con las ventajas que brinda la literatura.” Además, poco tiempo después apareció un ensayo de Ana Portnoy Grumberg, llamado “La construcción del sentido y la identidad en A través de la ventana” de María de Alva” [14], donde hace un recuento de lo judío y su transformación frente a lo mexicano.

Hablar de por qué este texto no ha sido reconocido a nivel local o nacional se puede deber a, por un lado, una deficiente promoción del texto; inclusive la autora comentó que después de la publicación Editorial Planeta México sufrió la salida de un buen porcentaje de sus trabajadores, abandonándose así promociones y proyectos. Por otro, la falta de una difusión en medios locales a voces nuevas, pareciera que es responsabilidad del mismo autor promoverse. Un elemento adicional pudo haber sido el precio de introducción (entre 200 y 220 pesos, que en promedio es alto para un autor nuevo). En una entrevista a la escritora, ésta señala: “[el reportero] -Eres la primera regiomontana en publicar en el sello Planeta. ¿Cómo llegó allí tu novela? «Te aseguro que si tienes un buen texto y te empeñas en publicarlo, se publicará. Tienes que estar seguro de que es bueno y no dejar de moverlo, porque si no nadie más lo va a mover. Yo lo mandé al concurso en España, porque me parecía más fácil publicar allá en tanto hay mucha producción editorial.» dijo María de Alva” (De la Fuente http://www.elnorte.com/)

No podemos pasar por alto un simple hecho: la narrativa es más compleja que gran parte de los mencionados autores locales. Éstos son breves, si bien provocadores, no requieren tanta atención al momento de la lectura. Es como decir “a los lectores no les gusta batallar”. Pero es precisamente eso lo que personalmente veo valioso en este texto: a través de una complejidad nos rescata temas propios de lo mexicano, una narrativa que retoma constantemente sus temas para darles una nueva dimensión; a la vez explorar un fenómeno a veces ignorado: la migración de judíos a tierras aztecas.

Creo que esta novela es realmente una ventana a una nueva voz narrativa en la tierra del cabrito: propone releer a los nuevos clásicos latinoamericanos, para catapultarlos con una inquietud narrativa, casi familiar, casi propia, y proponerlos a los lectores un esfuerzo, el involucramiento total entre narrador-texto-lector. En otras palabras, el libro es la casa y nosotros vemos a través de sus ventanas.


Referencias bibliográficas“Autora narra historia novelada de primeros judíos en Monterrey”. El Castellano. Asociación Cultural Antonio de Nebrija. Septiembre 1 de 2005. Consultado el 26 de agosto de 2008.http://www.elcastellano.org/noticia.php?id=157

Barbas Rhoden, Laura. A través de la ventana. (Through the Window). Críticas. Enero 15 de 2006. Consultado el 26 de agosto de 2008.
http://www.criticasmagazine.com/article/CA6502246.html

De Alva, María. (2005). A través de la ventana. México: Planeta.

De la Fuente, Daniel. “Navegan por la Red letras regiomontanas”. El Norte. Junio 6 de 2001. Consultado el 26 de agosto de 2008.
http://www.elnorte.com/

-----. “Plasma en su novela valor de la memoria”. El Norte. Agosto 23 de 2005. Consultado el 26 de agosto de 2008. www.elnorte.com

Duke, Gregory. “Advierten de la moda de literatura norteña”. El norte. Octubre 15 de 2005). Consultado el 28 de agosto de 2008.
http://www.elnorte.com/

“María de Alva, profesora de la preparatoria Eugenio Garza Sada alivia desde su ventana a quienes han sufrido una pérdida”. Crónica Intercampus. Noviembre 25 de 2005. Año 3 no. 21. ITESM. Edición electrónica. Consultada el 29 de agosto de 2008.
http://www.itesm.mx/cronicaintercampus/no_21/publicaciones.html

Pérez-Sepúlveda, Ofelia. “La seducción de una novela”. El norte. Febrero 25, 2006. Consultado el 28 de agosto de 2008.
http://www.elnorte.com/

Rodríguez Lozano, Miguel G. (2002). El norte: una experiencia contemporánea en la narrativa mexicana. México: Fondo para la cultura y las artes de Nuevo León.

Notas informativas[1] Profesores de la EGADE. http://egade.itesm.mx/profesorado/adjuntos/elizondo_ricardo.htm
[2] Fichas de escritores de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara http://www.fil.com.mx/prog05/fichas/fron_tosc.htm
[3] Felipe Montes. http://www.felipemontes.com/
[4] Valdés Manríquez, Hugo. http://www.nuevoleonliterario.com/site/?page_id=29
[5] Febrero 25 de 2006.[6] Armando Alanís Pulido. http://autordelasemana.uchile.cl/mexicanos/alanis.html
[7] Visitar http://www.nuevoleonliterario.com/site/index.php o la reflexión de Dulce María González en http://www.teatrodenuevoleon.com/articulos/liter1.html
[8] Citado en un artículo de Daniel De La Fuente, “Navegan por la Red letras regiomontanas”.[9] Por citar dos ejemplos: el análisis de Rocío Galicia (“La dramaturgia norteña como geografía de conflicto: tres ejemplos de teatro y entorno “ en Revista de Literatura Mexicana contemporánea. Mayo – Agosto 2001. Año IX. Número 23. Universidad of Texas at El Paso y Grupo Editorial Eón. Pp 111-116) y la compilación Antología Teatral. Dramas Nuevo León. México: Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Nuevo León, 1998. Que incluye obras de Reynol Pérez Vázquez, Hernán Galindo, Rubén González Garza, Virgilio Leos, Fernando Esquivel y Blanca Laura Uribe de Rocha.[10] Tanto en la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea o en una compilación de sus artículos.[11] Las itálicas son mías.[12] Mentiras Verdaderas. México, Alfaguara, 2001.[13] Cambio de párrafo en el texto original.[14] En Revista de literatura mexicana contemporánea, No. 30. 2006. pp. 1037-1043.[i] Tiene en su haber: Relatos de mar, desierto y muerte (colección de cuentos, 1980); Los Sefarditas en Nuevo León (1987); Setenta veces siete (1987); Maurilia Maldonado y otras simplezas (colección de cuentos, 1988); Ocurrencias de Don Quijote (CD Interactivo, 1992); Narcedalia Piedrotas (1993); Lexicón del noreste de México (1996); Polvo de aquellos lodos (Libro y CD Interactivo, 1997); Lecumberri: Ángel y Escorpión (2000), Oasis Verde (2007). Su obra ha sido analizada por Vicente Francisco Torres (“Ricardo Elizondo: novela, destino y droga” en Revista de Literatura Mexicana Contemporánea. Oct 1996 - Ene 1997. Año II. Número 4. Universidad of Texas at El Paso y Grupo Editorial Eón. Pp 48-52) y Miguel G. Rodríguez Lozano (“El mundo cuentístico de Ricardo Elizondo: una aproximación” en Revista de Literatura Mexicana contemporánea. Ene-Abr 1998. Año III. Número 7. Universidad of Texas at El Paso y Grupo Editorial Eón. Pp 73-80) También en la tesis de Nora Guzmán Sepúlveda (“Ricardo Elizondo Elizondo y Eduardo Antonio Parra, dos escritores representantes de la literatura del norte de México”. Universidad Autónoma de Zacatecas, Junio de 2007.)[ii] Ha publicado: Las bicicletas (1992), Estación Tula (1995), Santa María del Circo (1998), Duelo por Miguel Pruneda (2002), El último lector (2004) y El ejército iluminado (2006); así como un libro de cuentos: Historia del Lontananza (1997).[iii] Ha escrito: Casa natal (1996); El Vigilante (2001); El Enrabiado (2003); Sólido azul (2003). Prepara actualmente un texto sobre “El niño Fidencio”.[iv] Destaca en su escritura: The Monterrey news (1990), Días de nadie (1992), El crimen de la calle Aramberri (1994) y La vocación insular (1999); entre sus libros de ensayo se encuentran: El laberinto cuentístico de Sergio Pitol (1998), El laboratorio del crepúsculo y otros ensayos (2002) y Ocho ensayos sobre narrativa femenina de Nuevo León (2006).[v] Con su publicación “Poemas” (2006)[vi] Ha publicado “La ciudad está bien lejos” (1994) y “Pobladores de una larga noche” (1998)[vii] Destacan: “Carrusel” (1993), “Todo lo que diga puede ser usado en mi contra” (1994), “Ligeras sospechas” (1995), “Saltos en la luna” (1996), “Gritar por poder gritar” (1997), “Descorazonamiento y fatiga” (1998), “Los delicados escombros” (1998), y “La tristeza es un somnífero interesante” (1999)[viii] Otros escritores apoyados por Conarte –Joaquín Hurtado (Monterrey, 1961); Luis Javier Alvarado (Monterrey, 1966); Ignacio Mendoza (Monterrey, 1972); Gabriela Riveros (Monterrey 1973)– ; o “Libros de la mancuspia” –Memorias del aljibe (1998) de Guillermo Meléndez (Monterrey, 1947); Háblame en la lengua de la ausencia (1996) de Anna Kullick Lackner (Monterrey, 1960); Asedio (1996) de Graciela España (Monterrey, 1964)– van dándose a conocer a través de universidades, diplomados y cafés literarios.
[ix] Crítica completa: In this debut novel, Mexican professor and journalist De Alva traces several generations of a 19th-century German family that migrates to Mexico. Their story, which is loosely based on De Alva’s own family, requires an active reader to follow the many voices of different family members. One of the main characters is Ida Meyer, a German Jew who makes a new life in Mexico with the husband she marries there. Readers follow her life from the loss of her mother in Germany to the death of her daughter decades later. De Alva opens a world of hope and loss on two continents, exploring the history of Mexico and the Jewish population there. The plot moves slowly at times, but as a whole, the book is well written and reads easily. Recommended for libraries and bookstores interested in contemporary Mexican literature and in Jewish studies in the Americas.—Laura Barbas Rhoden, Wofford Coll., Spartanburg, SC

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