martes, 7 de diciembre de 2010

Colón y el juego de la historia

Introducción: La ironía como juego históricoEn Los pasos de López (1987) Jorge Ibargüengoita reconstruye uno de los episodios clave de nuestra historia: el inicio de la lucha de independencia, una visión humana del cura Hidalgo quien, acompañado de sus cuatro sobrinas, vive rodeado de gente con buenas intensiones, pero cero creatividad; a menos, claro, que esté la mandona, esa mujer que obliga al marido a realizar sus caprichos, entre ellos apoyar este proyecto de locura. De la misma forma, Rosa Beltrán en La corte de los ilusos (1995), plantea la vida del primer emperador mexicano, Agustín de Iturbide, como un caprichoso general capaz de cambiar la ruta del Ejército Trigarante en su entrada triunfal a la Ciudad de México con tal de pasar bajo el balcón de su amante. Ya con estas ideas, ambos textos toman los hechos históricos y plantean a través de la ironía cómo personajes casi míticos tienen una dimensión real y humana, y vale la pena decir, a veces demasiado humana.

Es precisamente el recurso de la ironía frente a lo histórico una de las herramientas que Alejo Carpentier utiliza en El arpa y la sombra (1978) una narración en forma de biombo tríptico con personajes brotados de la realidad y otros ficcionales, recuperando uno de los hechos históricos clave para nuestro continente: el encuentro de dos mundos, Europa y América. Pero este texto no es únicamente una revisión más de este encuentro o descubrimiento –nombre que, durante lustros, se le asignó a la hazaña de Colón-. La ironía reside no en hablar del genovés, sino en ponerlo como un viejo al borde de la locura o la muerte –que inclusive para él pide a su querida “Columba” quien no es otra que la reina católica- lo ayude a conquistar su tierra.

¿Por qué canonizar a un personaje que, supuestamente fue judío, tuvo hijos fuera de matrimonio y prácticamente engañó a propios y extraños para lanzarse a ese viaje hacia los confines de los mares? La razón: Latinoamérica necesitaba un santo. ¿No sería irónica la canonización por índole política o en aras de ampliar la Fe en el verdadero Dios, como solían decir los Reyes Católicos Españoles de esa época?

Es por ello que estamos ante un texto dinámico, que juega en sí mismo con su contenido, y hacia fuera con los lectores. Tomando reflexiones casi verdades, casi mentiras, diálogos que parecen robados de libros de historia, el elemento irónico se posiciona de la narración para dimensionar en forma diferente a esa navegante que, buscando la “vinlandia” se lanza prácticamente al vacío de la vida: idolatrado, rechazado, apoyado, negado, reconocido, repudiado, tuvo al mundo a sus pies, pero murió triste y abandonado en una viaja habitación. ¿Ironía o justicia divina?


Los símbolos y sus representacionesEn el texto de Alejo Carpentier, cubano universal de gran erudición y literatura histórica, presenta cuestiones como el poder, la Fe, el oro, la trascendencia ultramarina, las posesiones de tierra extraterritoriales, la Corte, los juicios y las promociones canónicas; cuestiones que de una u otra forma simbolizan, por una parte, el contexto socio-histórico en el cual está inmerso El arpa y la sombra: el apetito por descubrir aquello en mapas heredados pero desconocido para muchos; la construcción de una Fe en territorio virgen y, finalmente, la discusión atemporal de la bondad o maldad de hechos sucedidos doscientos años atrás. Parecieran símbolos de la grandeza humana, pero a la vez de su perdición.
El oro, representación tradicional del materialismo y la codicia humana, aparece en este texto continuamente en el capítulo 2, la narración en primera persona de Colón. “… oro en diminutas placas –no tanto oro, en realidad, como yo hubiese deseado-; oro que me parecía poco oro, de pronto muy poco oro, junto a los adornos, blasones y recamados que me rodeaban, junto a los paños dorados, a las mazas de los maceros, a los áureos bordados del dosel –poco oro, al fin.” (Carpentier 320) Si bien esta Corte Española prefiere el oro a otros metales preciosos, se convierte realmente en una forma de mantener las diferentes guerras que España tiene en los frentes de Flandes, Francia, Inglaterra y, de vez en cuando, con su vecina Portugal. Todo eso hace que España codicie el oro, situación aprovechada por Colón para proyectar esa necesidad de materialismo y opulencia que tiene el hombre. El oro se convierte entonces en un motivo; la cita presenta la pobre presentación ante los Reyes Católicos; y también va a representar esa necesidad del navegante por demostrar que sí existe oro en esta tierra; su búsqueda y el poco encuentro que tiene del metal, hace que se cuestione realmente la trascendencia de sus viajes; como él mismo dice, termina exiliado por no traer el oro, aquel que ayuda a sostener lo bélico.
Las islas descubiertas por Colón van a representar la esperanza por nuevas riquezas, el despertar por la codicia. Curiosamente, en las islas prácticamente no había oro, todo era verde, cultivable, lleno de especias y yerbas desconocidas para los españoles. Esta cuestión puede representar el aislamiento del resto del mundo frente a los habitantes de éstos lugares poco desarrollados. La misma descripción del territorio se convierte en un reto: “Fui sincero cuando escribí que aquella tierra me pareció la más hermosa que ojos humanos hubiesen visto. Era recia, alta, diversa, sólida, como tallada en profundidad, más rica en verdes-verdes, más extensa, de palmeras más arriba, de arroyos más caudalosos, de altos más altos y hondonadas más hondas, que lo visto hasta ahora, en islas que eran para mí, lo confieso, como islas locas, ambulantes, sonámbulas, ajenas a los mapas y nociones que me habían nutrido.” (Carpentier 305) y más adelante dice “Había que describir esa tierra nueva. Pero, al tratar de hacerlo, me hallé ante la perplejidad de quien tiene que nombrar cosas totalmente distintas de todas las conocidas –cosas que deben tener nombres, pues nada que no tenga nombre puede ser imaginado, mas esos nombres me era ignorados y no era yo un nuevo Adán, escogido por su creador, para poner nombres a las cosas. Podía inventar palabras, ciertamente; pero la palabra sola no muestra la cosa, si la cosa no es de antes conocida.” (Carpentier 305) Entre ambas citas detectamos, precisamente, cómo esta tierra puede representar la esperanza de un mejor mañana, pero a la vez, la expansión territorial y económica de un país belicoso.
Un símbolo interesante para denotar una crítica son los mismos indígenas, originarios de estas “nuevas tierras”. Al no encontrar oro, Colón confiesa que piensa salvar su empresa a través de la venta de esclavos. Los reyes, a pesar de su codicia, recuerdan la cuestión cristiana y frenen este negocio. “… después de haberse hecho en Sevilla una muy provechosa venta de una partida de mis indios capturados en la Española, había llegado, severa, fulminante, una real orden prohibiendo el floreciente negocio que yo hubiese aconsejado e instaurado. Parece que Sus Altezas, remordidas de escrúpulos, habían reunido una comisión de teólogos y canonistas para saber si era lícito el tal comercio, y los que siempre hubieses sido mis enemigos de habían pronunciado, como siempre, en deterioro de mis intereses.” (Carpentier 335) La crítica es certera: a falta de oro se puede vender otra cosa, en esta ocasión, otra vida humana.
Para esta sección, nos gustaría incluir tres símbolos generales, presentes en el título del texto (excepto el segundo) y en las denominaciones de los capítulos. Primero, el arpa: viene a simbolizar lo celestial, lo divino; la crítica nace de lo que ahí pasa: ese Papa que por razones políticas y/o personales debe decidir apoyar o no esta casusa. Los seiscientos obispos, la presión de las personas en Chile que el mismo Papa conoce en un viaje juvenil, y en sí, la esperanza de que crezca y se mantenga la Fe católica en el continente naciente, hacen que este capítulo retome la idea de divinidad y humanidad: estar bien aquí para también estarlo arriba.
El capítulo dos, donde Colón toma la narración a través de su diario o de sus delirios seniles, se llama “La mano”: a fin de cuentas, la mano puede representar el trabajo diario, lo imperfecto, lo humano, cómo un ser puede manipular las cosas a su alrededor. Y qué mejor que Colón hablando para simbolizar el crecimiento y ocaso de este navegante: la humanización del personaje nos permite simbolizar lo frágil de la naturaleza humana, la codicia, la avaricia, la mentira, la lujuria, en fin, pareciera que la mano representa todo aquello negativo que el hombre hace, el acto indebido.
Finalmente, breve pero igual de valioso, está el segmento “La sombra”. Aquí, ante una presencia espiritual de Colón que a veces quiere gritarles durante ese “juicio” para demostrar su inocencia, surge el debate ante lo trascendente: qué es importante, lo que logras o lo que dejaste de hacer, tu pasado o tu presente. A fin de cuentas, el juicio simbolizaría las posturas que frente a toda acción humana pueden haber: a favor o en contra.

Entre la historia-real y el estilo narrativo de CarpentierEl ensayo de Roberto González Echeverría presenta una introducción al marco de la novela histórica, donde el narrados que nos ocupa tiene gran parte de su obra. Se plantea, en pocas palabras, que la historia es una fuente y prácticamente un personaje en los textos del autor cubano. Pero no únicamente presentar una serie de datos históricos, sino comentarlos en un marco humano, la búsqueda del origen de un pueblo que cancela una historia para imponerse otra, y que después quiere regresar a la primera. Según González “[sus últimos trabajos] … la mayoría de estas interrogantes eran variaciones sobre la cuestión de la identidad latinoamericana. Las respuestas más convencionales flotaban a mi alrededor: lo universal en lo local, el continente mestizo, al encrucijada de las culturas y las razas del mundo, la presencia fáustica, de indios y africanos.” (26) Aquí precisamente quedan los capítulos “El arpa” y “La mano”: la búsqueda de un santo que impulse la Fe y la reflexión personal que nos permita conocer y juzgar mejor al navegante.
Especialmente en “La sombra”, el debate en torno a la biografía, vida y obra del genovés pareciera nutrirse ávidamente de una fiel documentación histórica. “La historia es el tema principal de la ficción de Carpentier y la historia de la que se ocupa –la del Caribe- es una de principios y de fundaciones.” (González 33) Si bien el personaje en cuestión es europeo, su vida afectó definitivamente a este continente. Paradójicamente, muere sin saber que ha estado en una tierra completamente nueva, para Colón, llega a la India y estuvo cerca de los lugares de leyenda descritos por Marco Polo.
Retomando una cita del texto “Había que describir esa tierra nueva. Pero, al tratar de hacerlo, me hallé ante la perplejidad de quien tiene que nombrar cosas totalmente distintas de todas las conocidas –cosas que deben tener nombres, pues nada que no tenga nombre puede ser imaginado, mas esos nombres me era ignorados y no era yo un nuevo Adán, escogido por su creador, para poner nombres a las cosas. Podía inventar palabras, ciertamente; pero la palabra sola no muestra la cosa, si la cosa no es de antes conocida.” (Carpentier 305) Colón quiere describir con su lenguaje algo que es completamente desconocido, y ahí la paradoja de este hecho; si bien ve y quiere describir lo observado, el Gran Almirante se enfrenta a dos cuestiones; por un lado, hay cosas cuyos nombres desconoce, y por otro, la necesidad de describir la abundancia del oro, cuestión que se indicó previamente, era inexistente. González dice que “En la escritura latinoamericana, el Nuevo Mundo ocupa entonces un espacio doblemente ficticio: el provisto por la tradición europea y el reelaborado por los escritores latinoamericanos. Al escribir desde dentro de una tradición occidental y en una lengua europea, los escritores latinoamericanos sienten que escriben en el interior de una ficción de la que ellos forman parte, y para poder escapar de ese cero literario deben luchar para constantemente reinventarse y para reinventar a Latinoamérica.” (37) Una idea expuesta por diversos autores ¿podemos describir lo que vemos y sabemos con una lengua que no es nuestra? ¿cómo describir en “castellano” aquello que los “indígenas americanos” viven en su propia lengua?
La historia personal de Colón, del Papa y de los enjuiciadores / defensores son finalmente elementos que van definiendo el contexto de la novela. “La empresa literaria entera de Carpentier emana del anhelo de captar ese momento de inicio en el cual la historia colectiva y la historia del ser arrancan simultáneamente; un momento en que comenzarían el lenguaje y la historia, y que sería, por consecuencia, el fundamento de un código simbólico desprovisto de fisuras temporales o espaciales”. (González 41) La fisura del tiempo la logra el capítulo “La sombra”, donde finalmente diversos elementos históricos –incluyendo al espiritual Gran Almirante- se conjugan en diversas visiones de la historia: charlatán, conocedor, manipulados, impulsador, embustero, gran convencedor; aparte de realizar en una época totalmente diferente a la propia.
Pogolotti ahonda en el estilo del autor cubano, especialmente en este texto, diciendo que “para Alejo Carpentier la razón de ser se expresa en términos de conciencia histórica. Esa lucidez necesaria no surge de la revelación concedida en estado de gracia, ni se deriva de un proceso meramente intelectual. Tan difícil conquista es obra de pensamiento y acción. De ahí que el escritor utilice con tanta frecuencia la historia como elemento indispensable en el tramado de sus obras.” (21) Y qué mejor que el mismo Colón –capítulo 2- para defenderse, decir que todo lo que hizo tuvo una razón concreta para realizar. Lo mismo sucede en los fragmentos 1 y 3: el Papa está consciente que su firma o la vía extraordinaria son una forma de manejar el poder e impulsar la fe; mientras la investigación documental y el rebate histórico permite revalorar o de plano hundir la figura de Cristóbal Colón.
Según Moreno Cortina en su ensayo sobre El arpa y la sombra el “propósito no es el de reconstruirnos una época y unas costumbres (cosa que sabía hacer Carpentier cuando quería), sino el de introducirnos en el alma de un ser humano.” (http://www.archivodenessus.com/rese/0324/index.html) Y es específicamente en el alma de Colón donde residimos: viudo, padre, vividor, embustero, pero navegante, negociador, conocedor de las tramas de la Corte, pero ávido de riqueza y de reconocimiento popular, de hacer hasta lo improbable con tal de tener financiamiento para el primer viaje a esa “tierra de vinos”. “La mano”, ese monólogo personal que vislumbra una persona senil, hace a fin de cuentas la presencia humana del descubridor de América –nombrada así por quien prueba que estaban ante un nuevo continente- no por su descubridor.
Un elemento valioso en el estilo de Carpentier en este texto, es la parodia que hace de varios personajes clave: el mismo Colón al ser un vivaracho, la reina Isabel al ignorar a su marido con tal de satisfacer su vida personal, y los diferentes defensores / acusadores de su pureza / impureza de acción. La grandeza y la pérdida de la credibilidad, que más paradoja para la ambición humana y la vulnerabilidad de quienes tienen el poder o están sedientos de riqueza.
Como personajes históricos clave: el Papa Pío IX, pieza clave en autorizar o no el proceso de canonización “por medios extraordinarios”; “Y, junto a la respetuosa solicitud, había, en foja separada, un breve mensaje dirigido a la Sacra Congregación de Ritos que, al recibir el aval de la firma pontifica, echaría a andar, de inmediato, el intrincado proceso de la beatificación del Gran Almirante de Fernando e Isabel. Su Santidad tomó la pluma, pero la mano empezó a sobrevolar la página, como dubitativa, desmenuzando una vez más las implicaciones de cada palabra.” (Carpentier 225) ¿Humano al dudar? Sí, pues nos permite conocer un lado reflexivo, lleno de dudas, de quien ejerce un poder particular.
El mismo Cristóbal Colón, judío converso, navegador y charlatán y quien durante el texto recibe diversas denominaciones como Christophoro, el Invisible, entre otros. “Carpentier hace de Colón un judío converso hijo de tabernero, mentiroso, pendenciero, mujeriego, visionario y por si todo eso fuera poco, marinero. Desde luego, la historia de cómo llegó a convencer a Isabel la Católica (a la que llama cariñosamente Columba) después de vagabundear por las cortes europeas” (Moreno Cortina http://www.archivodenessus.com/rese/0324/index.html) Más adelante, el mismo autor señala del personaje que “Un Colón que engaña para conseguir sus propósitos, que no son otros que la gloria personal, que deslumbra con visiones de oro y conquistas a los nobles castellanos y que no duda en vender esclavos en Sevilla (ante el espanto de los reyes españoles) para rentabilizar sus viajes. Y que sin embargo, no se nos presenta con tintes sombríos, sino con toda su entera humanidad al descubierto.” (Moreno Cortina http://www.archivodenessus.com/rese/0324/index.html) Nótese como esta reflexión complementa nuestra reflexión sobre el personaje, una entidad ya humanizada, que raya en lo carnavalesco: entregar incluso su cuerpo para conseguir el beneficio indicado.
No se puede pasar por alto a quien abrió las puertas de la gloria al navegante, y también según Carpentier, la de su propio cuarto: Isabel la Católica, mujer feria y aferrada a los favores personales. “No tuvieron indicios de que allí hubiese oro… detrás de mi quedaban dos islas por mí bautizadas, por mi inscritas en la geografía del mundo … el augusto nombre de Santa María de la Concepción, y el otro nombre, grato, gratísimo para mí, de Isabela.” (Carpentier 308-309) La devoción de Colón hacia la reina deja un entredicho histórico: ¿qué pudo hacer para convencerla? Una persona que en un matrimonio político, que recién unificaba un territorio, expulsaba a los Moros del mismo, y después a los judíos, comenzando su enfrentamiento a la Europa Renacentista, confiara ciegamente en una empresa llena de dudas, de imposibilidades. En fin, más allá de la descripción histórica –la cual realmente es escasa- este personaje se humaniza para mostrar un lado del chantaje personal, de la idolatría y, como en toda Corte, de la volubilidad monacal.
En resumen, El arpa y la sombra se nutre de hechos y personajes históricos, pero utiliza recursos poéticos o licencias literarias para crear una obra única, descriptiva e irónica: nada es como parece, y los grandes acontecimientos son productos de un capricho personal, no de una planeación estratégica global.

Fuentes sobre “El arpa” y “La sombra”Estos dos capítulos presentan el antes y después de la firma papal para iniciar el proceso de canonización, uno de los máximos reconocimientos que el alma cristiana puede recibir. Castañón presenta una breve nota sobre el libro de Léon Bloy titulado El Revelador del Globo; mientras que Villar Serrano con Cristóbal Colón: el secreto mejor guardado, plantean el apasionado proceso de beatificación de Colón, por un lado, y por otro, la declaración que la Iglesia Católica niega dicho proceso al estar frente a un converso judío, apoyado por ellos en una misión de reconocimiento.
También hay diversos ensayos que van abundando en circunstancias históricas y personales que rodean a los personajes y este proceso polémico: Castañón [1], Mackenbach [2], Mora [3], Palmero [4], Souviron [5], entre otros.
La novela histórica y El arpa y la sombraPara Platas la novela “con un tono y un estilo menos elevados [respecto al romance] se centra en lo cotidiano y verosímil, suele ser reflejo del mundo circundante, y muestra personajes que se inspiran en personas corrientes, dotados de caracteres entreverados (ni totalmente positivos ni negativos del todo), cuya psicología trata de ser presentada a lo largo del relato … es un género narrativo en prosa, de extensión variable y de imprecisa definición, aunque hay que partir del convencimiento de que, como toda obra narrativa, es una construcción verbal y no un trozo de realidad.” (2006: 540) También coincide con Bajtin (1991), quien marca precisamente la diferencia entre épica y novela: la primera exalta las grandes historias de los delineados héroes, mientras la segunda abre posibilidades de personajes e elimina ese determinismo antiguo. Estamos, definitivamente, ante una novela: el mundo circundante es el de Colón e Isabel, un mundo que ya no cabe en Europa y que requiere conocer nuevas fronteras. Además, toma estos personajes históricos y les da un toque de cotidianeidad: altaneros, embusteros, mentirosos, cariñosos, caprichosos, en fin, da un volumen propio de una persona “normal”, no precisamente literaria. Pero raya en lo épico, partiendo que Colón se lanza en tres naves hacia un viaje que, probablemente, no tenga fin.
Como punto clave, este texto combina narración e historia. Platas señala que la “historia” puede definirse como “Género científico-didáctico que tiene como finalidad principal la relación de hechos verdaderamente sucedidos. Participa de lo literario en cuanto que muchos de sus cultivadores han sido extraordinarios prosistas.” (2006: 376) La misma autora complementa esta definición con la distinción de “histografía”: “disciplina que se ocupa del estudio bibliográfico y crítico de los estudios sobre la Historia, sobre el arte de escribirla, sus fuentes, los autores que le han tratado y las diversas perspectivas desde las que lo han hecho, según los influjos que hayan podido recibir.” (2006: 377) Como se ve en las citas anteriores, la historia plantea los hechos “reales” y la histografía “cómo y por qué se cuentan así esos hechos”. Esta diferencia, como plantea White (1978) hacen reflexionar: si lo escrito depende del ámbito del historiador. El ámbito de Carpentier, al menos lo revisado para este trabajo, plantea una cuestión rica en documentación, con el afán de dar un ámbito complejo y certero, capaz de construir un ambiente real y verosímil. En este sentido, presenta tres momentos históricos: la propuesta de la canonización, el relato del navegante y el juicio de éste para dicho proceso, presentados en forma ficcional: narrador omnisciente en los segmentos 1 y 3, y un narrador-personaje en el 2. De esta forma, logra construir una narrativa interesante, descriptiva e intimista. Una versión posmoderna de una hecho histórico reconocido, pero ahora inyectado de humanismo, una combinación perfecta de historia y ficción, narración y recursos literarios.
Por su parte, la posmodernidad plantea un juego entre pasado y presente, de tal forma que necesito saber cuáles son mis recursos para dar el mejor resultado posible. La metaficción está entonces en debate: verificación versus veracidad. En historia, lo primero es posible, no de ser ciencia o estudio de algo determinado. La literatura, en contraparte, por su misma concepción de ficción, no reflexiona sobre este juego de quién dice qué y cómo, entonces requiere reforzar lo verosímil. Es decir, existe una interrogante para especificar qué sí puede ser real y qué verosímil, y qué se necesita para llegar a ello. “Historiographic metafiction […] the referent is always already inscribed in the discourses of our culture. (Hutcheon, 1988: 119) Aquí el punto clave –que finalmente ayuda a este proceso de posmodernidad y reflexiones literarias- es el elemento cultural; la metaficción lo hace consciente, pero el proceso tradicional de escribir historia, no. Entonces, Carpentier pareciera construir una nueva historia a partir de hechos conocidos, esa revisión humana de los personajes y de los hechos mismos que se ha comentado anteriormente, permiten dilucidar una cuestión nueva, una ironía que pretende humanizar la cuestión presentada.
Después de hablar de novela y ficción; narración e historia, así como metaficción ¿estamos entonces ante una novela histórica? Platas define novela histórica como “Género narrativo que une a hechos de importancia histórica la fabulación literaria, generalmente mediante la creación de personajes que sirven de hilo aglutinador a los acontecimientos.” (2006: 557) Por su parte, Estébanez complementa señalando “Esta recreación del pasado histórico se hace desde un punto de vista arqueológico, proyectando sobre una época lejana […] una interpretación caprichosa, con el vano intento de reproducir el espíritu de una época sobre la que, en realidad, estaban proyectando los propios esquemas culturales […]” (2006: 757) Con estos conceptos, se nota que la novela histórica es una revisión del pasado, pero a veces, desde una mirada actual. Eso realiza, precisamente, el autor cubano: cerca de los 500 años del encuentro de dos puntos, presenta su último texto con una carga de historia que, al combinarse con la documentación y un estilo irónico, da una mirada actual a un hecho que cambió al mundo: encontrar que existía otro continente más allá del océano. Sí estamos ante una novela histórica, en el sentido de los personajes y los hechos, pero ficcionalizada por los recursos utilizados.

¿La Historia o la historia?Previamente se analizó A través de la ventana de la escritora regiomontana María de Alva: la recuperación de la memoria de una familia de judíos que llega a América en busca de una mejor vida. Podría indicarse que la gran historia, de la formación o del origen aquí está: la emigración de un grupo de personas que salen de Europa por una cuestión religiosa o económica, mientras llegan a una región inhóspita, ávida de crecimiento social. Aquí podría trazarse que la novela plantea una “historia”, es decir, la visión íntima de un puñado de personajes que buscan reconstruir su memoria. El marco histórico es inclusive amplio: la Europa previa a la Gran Guerra, la conquista del norte de México, la búsqueda del “Sueño Americano”. Todo ello sirve para conocer a una niña traviesa y su padre adorador de un pasado imperial ya lejano; hermanos que buscan crecer sin importar más; la esperanza del gran amor versus el presente acomodado pero vacío.
Carpentier hace algo similar, pero va más allá: habla de la Historia, el acontecimiento de Colón y sus viajes a tierras inhóspitas, los Reyes Católicos de España buscando al expansión territorial e ideológica de su reino, así como otra serie de personajes que apoyan esta figura de leyenda o bien que tiene en sus manos la opción política de darle un santo patrono a la América Latina. Tenemos entonces grandes acontecimientos históricos que, casi sin querer, van revelando aspectos de la historia de cada uno de ellos: un Colón “juguetón y coquetón con la Reina Isabel” –a quien por cierto llama “Columba”-; el mismo Colón como embustero y vendedor de esclavos; ese “inquisidor” que se afana en hundir la figura de este mentiroso frente a un biógrafo que exalta en demasía la vida; y finalmente, un Sumo Sacerdote que tiene en sus manos el poder político y espiritual, pero que duda de su uso y trascendencia misma. Entonces, Carpentier aprovecha la Historia –el marco histórico- para plantear la “historia” –esos pequeños acontecimientos personales e íntimos.
Entonces, ambos textos plantean la Historia contextual para intimarnos en la historia personal. Por su puesto, cada una con su debida finalidad: con María de Alva reconstruir la memora familiar y en Carpentier desmitificar al navegante genovés. Cada uno con sus recursos propios, ambos describen fielmente el ambiente y el espacio de los textos, mientras combinan voces narrativas: ahora una vieja que dialoga con su hija muerta, ahora un viejo marinero que trata de dar orden a sus pensamientos; un juego del presente-pasado-futuro en Carpentier, y una estructura compleja de diarios, memoria y presente. La intertextualidad en ambos es importante: para Carpentier, usar un diario, encontrar noticias reales que vistan la canonización y el juicio al almirante, inclusive esa mención a Khan y a los viajes de Marco Polo; en De Alva, también un diario, citas, epígrafes, todo que deje huella tangible de la existencia. Así, la Historia alimenta a la historia y viceversa.

Una lectura personalLa historia es un elemento importante en el texto de Carpentier. Recobrar tres momentos históricos diferentes, describirlos y ficcionalizarlo es un reto interesante, especialmente evitando los lugares comunes. Esto nutrido por el sentido de lo irónico, enriquecen la lectura y la aproximación al texto; permite a su vez, precisamente, la variedad de interpretaciones a su alrededor.
La intertextualidad es interesante, en el sentido de ir considerando las cuestiones del ámbito en el texto, de tal forma que seamos capaces de identificar otros personajes o situaciones que a manera de “revelaciones” dejan entrever esas cuestiones que alimentan la vida personal de los personajes; también el marco histórico que pareciera dar una nueva dimensión a la historia misma. Se reinterpreta entonces un descubrimiento-encuentro como una aventura personal plagada de mentiras y engaños.
La novela como ente único que está en formación sería nuestro comentario final. Se ha revisado en este curso que la novela es un género en crecimiento y experimentación; si bien a más de 30 años de su creación, el texto de Carpentier parece más actual que nunca: toma la historia como pretexto para contar la vida personal; además, presenta una historia fraccionada en cronología e intensión; sin olvidar que combina voces narrativas y puntos de vista de dicha narración. Estos recursos hacen al texto uno vigente y moderno, que busca reescribirse como si reinterpretara una melodía al arpa, por una mano prodigiosa, a la sombra de un apacible lugar en la historia.


Referencias bibliográficas

Bajtín, Mijail. (1991) "Épica y novela. Acerca de la metodología del análisis novelístico". Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus Humanidades. Pp 449-485.
Carpentier, A. (1998) “El arpa y la sombra”. Alejo Carpentier, obras completas. Tomo 4. Prólogo de Graziella Pogolotti. 4ta edición. México: Siglo XXI Editores.
Castañón, Adolfo. “Alejo Carpentier y Cristóbal Colón”. Letras libres. Agosto de 1999. Octubre 24 de 2008.
http://www.letraslibres.com/index.php?art=5912
Estébanez, D. (2006) “Historia”, “Novela”, “Novela histórica”. Diccionario de términos literarios. Colección Filología y Lingüística. España: Alianza Editorial.
González Echeverría, R. (1993) “Capítulo 1. Preámbulo: Una reflexión post-carpenteriana”. Alejo Carpentier: el peregrino en su patria. México; Difusión Cultural UNAM.
Hutcheon, Linda. (1988) "Historiographic Metafiction: The Pastime of Past Time". A Poetics of Postmodernism. History, Theory, Fiction. New York & London: Routledge. Pp 105-123.
Hutcheon, Linda. (1988) "Historizicing the Postmodern: The Problematizing of History". A Poetics of Postmodernism. History, Theory, Fiction. New York & London: Routledge. pp 87-101.
“Iglesia católica desestimó canonizar a Colón “porque era judío” denuncia nuevo libro.” Noticia Cristiana. 7 de noviembre de 2004. Octubre 24 de 2008.
http://www.noticiacristiana.com/news/newDetails.php?idnew=4295&country=0
Menton, Seymour (1993). "La nueva novela histórica: definiciones y orígenes". La nueva novela histórica en América Latina 1979-1992. México: FCE. 29-66.
Moreno Cortina, M. El arpa y la sombra. Sitio creado y administrado por Pedro Jorge Romero. España. 2001. 26 de octubre de 2008.
http://www.archivodenessus.com/rese/0324/index.html
Platas, A. (2006) “Historia”, “Histografía”, “Metaficción”, “Novela”, “Novela histórica”. Diccionario de términos literarios. 4ta edición. España: Espasa.
White, Hayden. (1978) "The Historical Text as a Literary Artifact". Tropics of Discourse. Essays in Cultural Criticism. Baltimore and London: The Johns Hopkins University Press.


NOTAS:
[1] Castañón, Adolfo. “Léon Bloy - y la beatificación de Cristobal Colón”. Letras libres. Junio de 2005. Octubre 28 de 2008. http://www.letraslibres.com/index.php?art=10507[2] Mackenbach, Wermer. “El arpa y la sombra, la Conquista y la construcción del espacio americano”. Revista Intersedes. Julio 7 de julio de 2006. Octubre 28 de 2008. http://www.intersedes.ucr.ac.cr/09-art_06.html[3] Mora, Pablo. “Aproximación a El arpa y la sombra”. Revista Recre@rte. Nº7 Julio 2007. San Cristóbal, Táchira, Venezuela. Octubre 24 de 2008. http://www.iacat.com/Revista/recrearte07.htm[4] Palmero González, Elena. “El último viaje a los orígenes de Alejo Carpentier: El arpa y la sombra”. Contexto. Segunda etapa. Volumen 11. No. 13. 2007. Octubre 24 de 2008. http://cetus2.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/contexto/vol11num13/dossier5.pdf[5] Souviron López, Begoña. “Entre El arpa y la sombra: la mano... Construcción y deconstrucción del personaje histórico y héroe mítico Cristóbal Colón en la obra de Alejo Carpentier”. Anales de Literatura Hispanoamericana. 2001, 30: 207-225. Octubre 24 de 2008. http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fll/02104547/articulos/ALHI0101110207A.PDF

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