domingo, 31 de julio de 2011

Una claridad sin lìmites



Por muchos años, el conjunto de editoriales mexicanas ha apoyado el festejo del 12 de noviembre:Día nacional del libro. Nombrado en honor al natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz, se ha hecho costumbre tomar a un autor mexicano y distribuir gratuitamente una antología de su obra.


En el 2010, tocó el turno de Octavio Paz, con la antología Claridad errante, hecha por él mismo algunos años antes para el Fondo de Cultura Económica.


Con una selección de poesía erótica, un ensayo sobre el laberinto de la soledad, y una propia recuperación de su pasado en México, el autor hace gala de un lenguaje claro, lleno de metáforas, pero a la vez, con una exhaltación al cuerpo y a la pasión. Reconocido poeta ganador del Premio Nóbel de Literatura, explora el amor y el cuerpo femenino, a medida que habla de sí mismo y de encontrar en cada rincón la esencia del ser.


Después, hace una revisión crítica a El laberinto de la soledad, su afamado ensayo sobre la cultura mexicana, para declar que ha sido producto de su propia vivencia y de una reflexión sobre qué nos hace mexicano, a medida que declara las grandes ausencias y los temas que le fueron apasionando a través de los años.


Recupera, también en prosa, su infancia en la Ciudad de Méxicno y en diversos rincones del país, terminando en la vieja biblioteca de su abuelo, que le formó como un gran lector.


Finaliza la antología con un extenso poema sobre una ciudad española o mexicana, no importa, pero que sí domina el sol y la piedra, y el descubrimiento de una guerra, de la solidaridad, de una identidad.


Paz continua vigente y, esperemos, su legado cultural continúe vigente.

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