Y existe todo un proceso canónico para verificar la
honestidad de los milagros, la realidad de que no hay medicina o poder humano
que logre aquello que se ha expresado.
De esta forma, el santoral de la Iglesia retrata a personas
de todas las edades y condiciones sociales, incluso nacionalidades o estatus
económicos. La contante es la calidad de iluminados o de poderosos, sin ser más
que Cristo o el propio Dios. Con este marco de realidad mística, el colombiano Juan Esteban Costaín nos ofrece un excelente libro de suspenso: El hombre que no fue Jueves (2014), casi novela negra, donde un experto en latín y en lengua inglesa tradicional se enfrenta a una tarea insospechada: traducir algunos pasajes de un portafolio que implica la canonización de G. K. Chesterton, autor inglés que además de ser un extraordinario narrador fue un filósofo y un católico destacado de su época.
¿Qué misterio hay en el proceso de canonización de este
autor? Además de su ávida defensa al catolicismo tradicional, una cualidad que
para muchos debe permanecer oculta: el misticismo que le permite hablar con los
espíritus.
Con diálogos precisos, intertextos del propio portafolio que
revisa el experto en inglés antiguo, descripciones y reflexiones interesantes,
Constaín nos enfrenta a un mundo de lo oculto, donde la necesidad de engrandecer
la creencia se enfrenta al fanatismo, a lo secreto.
El título contrapone aquel afamado de Chesterton, y así
invita a revisar el otro lado de la moneda, de la propia creencia.
Un libro de aparente tono ligero, con tintes de novela
negra, que invita a una reflexión poderosa ¿en qué creemos realmente y a qué
estamos dispuestos por mantener y acrecentar nuestra creencia?
Una excelente novela que vale la pena leer. Y después,
preguntarnos…
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