lunes, 24 de octubre de 2016

Una exploración a la América en guerra: Reina de América



La guerra en América, Latina por supuesto, se ha definido por el enfrentamiento que provoca el narcotráfico en la sociedad ante el ejército, el gobierno, el otro. La novela negra, policiaca e incluso la denominada “narconovela” se han nutrido de este fenómeno en México, Centroamérica y, claro, Colombia. 

Lejos de la mitificación de las series de televisión o de las películas, las novelas o los cuentos escritos en el propio continente han conformado una visión casi idílica, por no decir romántica, de estos héroes populares o de estas tragedias que parecen enfrentar a vecinos, y que ha provocado fenómenos sociales como los desplazados e incluso el terrorismo contra la población en general. 

No deja ser interesante, entonces, la visión de este conflicto “desde afuera”. Es precisamente lo que Nuria Amat busca construir en Reina de América (2003) 


Conocida en España por La intimidad o El país del alma, Amat busca construir un personaje apenas definido –el hombre- y una mujer definida por sus decisiones y su propia historia –la mujer-. Entre ambos conocemos la situación de Colombia a inicios del siglo, que a casi 15 años nos atrevemos a decir que todavía está vigente. 

La aventura de un reporto se combina con la idea de una mujer de salir de su parámetro, y de vivir una sensación de libertad y a la vez de responsabilidad. Entre la selva, la ciudad, la guerrilla, el narcotráfico, los desplazados, el hambre, todo va tejiendo un reino de indiferencias, corrupción, miedo.

A la vez, va moviendo las piezas de un reino que es rico en recursos, pero que esta actividad ilícita ha provocado una reconfiguración de la sociedad y de la propia actividad económica.

A través de unos ojos aparentemente inocentes vamos conociendo los límites humanos, y la sensación de enfrentarse a la propia realidad entre el amor, el deber, el compromiso, y por qué no, nuestras propias actitudes de indiferencia frente al otro.

Un ritmo lento que permite conocer a los personajes, una visión social desde “afuera” y la sensación de convivir con los personajes, hacen de este texto una buena narración, para disfrutarse y para reflexionar. Una visualización de una América que debe sobrepasar los estereotipos, así como se venció en su momento a la monarquía como la perfección ilusionaría del bienestar.

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