Uno de los autores mexicanos más auténticos y reconocidos es,
sin duda, Carlos Monsiváis.
En esta ocasión, el texto sobre singular importancia: el
discurso pronunciado por “Monsi” a raíz del Premio Feria Internacional del
Libro de Guadalajara en 2006, la presentación del mismo hecha por otros de los
grandes autores mexicanos de todos los tiempos: José Emilio Pacheco, y una
introducción de Jorge Herralde: Las alusiones perdidas (Anagrama, 2007).
La introducción nos plantea, en forma simple, que ambos
autores solían ser detallistas: si bien un discurso que se transforma en texto,
lo dicho debe ser revisado por lo escrito. Y así fue: después del permiso
pedido, viene la revisión obsesiva del autor. Lo bueno, se superó esta revisión
y podemos disfrutar de ambos textos.
José Emilio en su presentación, parte de un ciudadano
ficticio que pierde la vida, y en el recuento de los daños conocemos los peligros
de los gatos del autor, los amigos/estudiosos de este cronista reconocido, sus
logros o desatinos como poeta y como crítico de arte, su comparación con
grandes autores como Salvador Novo, su enfrentamiento a la crítica.
Cada anécdota o vivencia se convierte en un juego irónico,
en una alusión lúdica a la propia vida de Monsiváis. En otras palabras “este
género único, suyo, nuestro y de todos: el ensayo-relato-cónica de Monisváis,
singularidad que sin embargo cada día tiene más seguidores.” (24) Y está en lo
cierto, si bien el crónica es un estilo difícil de seguir, el humor y otros
recursos literarios se convierten en ese motivo para leerlo, es más, lo
cotidiano como único e irrisible de nuestra propia cultura mexicana lo
remarcan.
Por su parte, la aceptación del reconocimiento por parte del
gran autor mexicano, “Monsi” comienza a remembrar autores, situaciones, textos
que le hicieron un buen lector, un buen escritor. Su curiosa erudición va desde
la poesía novohispana de Sor Juna Inés de la Cruz, hasta los textos eruditos de
Alfonso Reyes. También retoma sus grandes temas anecdóticos: el cine, la
televisión, las situaciones cotidianas, las canciones.
Pero también sustenta sus ideas: datos y cifras que hablan
del gasto en la educación, la inversión en cada estudiante, los retos que
México tiene con sus generaciones nuevas.
Otros temas del discurso –que vienen a ser, como dice el
título, alusiones a nuestro pasado que parece desaparecer- están los autores,
la imprenta, el zapping, el pesimismo...
Y dentro de su estilo, el premiado reflexiona “No me tocó la
suerte de ser clásico, pero lo demás sí me lo adjudico mientras advierto el
sinfín de rostros amigos y la buena voluntad que toda la Feria del Libro
alberga (...) Y nadie rebaje a lágrima o reproche mi melancolía al advertir
que, por lo menos hoy, no podré dedicarme a ella. Ya la recomenzaré el día de
mañana.” (65) En su plena verdad, se equivoca ¡claro que es un clásico! Uno
moderno que sirve para encontrar esas alusiones que nos dan forma a nosotros
mismo.
El texto concluye con un texto adicional de Monsiváis, donde
amplia los temas discursivos: la economía como motor de la situación cultural,
el emporio de los medios, el papel de la publicidad, las tendencias académicas,
la importancia formativa del cine, el abandono de la imaginación, la
demografía, la cultura... todo forma parte de nuestra sociedad y nuestros
retos.
Un texto que vale la pena para disfrutar a los autores y
reflexionar sobre nuestro pasado y nuestro presente.
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