lunes, 3 de abril de 2017

Las alusiones perdidas, Monsiváis premiado

Uno de los autores mexicanos más auténticos y reconocidos es, sin duda, Carlos Monsiváis.

En esta ocasión, el texto sobre singular importancia: el discurso pronunciado por “Monsi” a raíz del Premio Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2006, la presentación del mismo hecha por otros de los grandes autores mexicanos de todos los tiempos: José Emilio Pacheco, y una introducción de Jorge Herralde: Las alusiones perdidas (Anagrama, 2007). 


La introducción nos plantea, en forma simple, que ambos autores solían ser detallistas: si bien un discurso que se transforma en texto, lo dicho debe ser revisado por lo escrito. Y así fue: después del permiso pedido, viene la revisión obsesiva del autor. Lo bueno, se superó esta revisión y podemos disfrutar de ambos textos.

José Emilio en su presentación, parte de un ciudadano ficticio que pierde la vida, y en el recuento de los daños conocemos los peligros de los gatos del autor, los amigos/estudiosos de este cronista reconocido, sus logros o desatinos como poeta y como crítico de arte, su comparación con grandes autores como Salvador Novo, su enfrentamiento a la crítica.

Cada anécdota o vivencia se convierte en un juego irónico, en una alusión lúdica a la propia vida de Monsiváis. En otras palabras “este género único, suyo, nuestro y de todos: el ensayo-relato-cónica de Monisváis, singularidad que sin embargo cada día tiene más seguidores.” (24) Y está en lo cierto, si bien el crónica es un estilo difícil de seguir, el humor y otros recursos literarios se convierten en ese motivo para leerlo, es más, lo cotidiano como único e irrisible de nuestra propia cultura mexicana lo 
remarcan.

Por su parte, la aceptación del reconocimiento por parte del gran autor mexicano, “Monsi” comienza a remembrar autores, situaciones, textos que le hicieron un buen lector, un buen escritor. Su curiosa erudición va desde la poesía novohispana de Sor Juna Inés de la Cruz, hasta los textos eruditos de Alfonso Reyes. También retoma sus grandes temas anecdóticos: el cine, la televisión, las situaciones cotidianas, las canciones.

Pero también sustenta sus ideas: datos y cifras que hablan del gasto en la educación, la inversión en cada estudiante, los retos que México tiene con sus generaciones nuevas.

Otros temas del discurso –que vienen a ser, como dice el título, alusiones a nuestro pasado que parece desaparecer- están los autores, la imprenta, el zapping, el pesimismo...

Y dentro de su estilo, el premiado reflexiona “No me tocó la suerte de ser clásico, pero lo demás sí me lo adjudico mientras advierto el sinfín de rostros amigos y la buena voluntad que toda la Feria del Libro alberga (...) Y nadie rebaje a lágrima o reproche mi melancolía al advertir que, por lo menos hoy, no podré dedicarme a ella. Ya la recomenzaré el día de mañana.” (65) En su plena verdad, se equivoca ¡claro que es un clásico! Uno moderno que sirve para encontrar esas alusiones que nos dan forma a nosotros mismo.

El texto concluye con un texto adicional de Monsiváis, donde amplia los temas discursivos: la economía como motor de la situación cultural, el emporio de los medios, el papel de la publicidad, las tendencias académicas, la importancia formativa del cine, el abandono de la imaginación, la demografía, la cultura... todo forma parte de nuestra sociedad y nuestros retos.


Un texto que vale la pena para disfrutar a los autores y reflexionar sobre nuestro pasado y nuestro presente. 

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