Sergio Pitol, mexicano universal, dejó como parte de su legado
literario un testimonio entre la revisión histórica y la visión irónica de
México a través un conjunto de novelas que fueron denominadas Tríptico del Carnaval:
El desfile del amor (1984), Domar a la divina garza (1988) y La vida conyugal (1991).
Publicadas a lo largo de 7 años, las novelas vienen a
cambiar la narrativa introspectiva y profunda de Pitol. Individualmente las
publicó Era y la antología ha sido publicada por Editorial Anagrama (1999)
Con ellas, la ironía, la comedia, lo nefasto, lo carnavalesco,
lo bajtiniano de las secreciones humanas retoma una nueva dimensión: explorando
el final del siglo XIX y la “modernidad” del siglo XX, nos presenta lo rígido y
lo conservador, a medida que su contraparte nos provoca estupor, risa,
extrañeza.
Entre el narrador personaje y los diálogos abundantes, las
novelas van desarrollando pocos pero significativos personajes: Dante de la
Estrella, quien entre copa y copa cuenta un agitado viaje a Turquía donde
conocerá los límites de la decencia y las buenas costumbres de la época.
También conocemos a una variedad carnavalesca de personajes, quienes
pretextando el amor de adentran en una época de espías, guerra, secretos y un
asesinato entre borrachera y crimen pasional.
En La vida conyugal, el personaje Jacqueline –quien nos
recuerda a la sufrida Madame Bovary pero que no usa su nombre verdadero- sus
aventuras con diversos amantes y el afán de eliminar a su marido. Esto ante la
necesidad de enterrar su pasado “vulgar” y los odiosos familiares que no han
logrado pasar de la mediocridad.
En México, Cuernavaca, Turquía, entre otros lugares entre
exóticos y comunes, la vida se va construyendo entre diálogos y sentimientos,
donde el dinero, la posición social, la cultura y las necesidades propias de
una vida tranquila se contraponen a la necesidad del trabajo y las buenas
costumbres.
Poco a poco Pitol deja retratados de una manera original,
prácticamente sin estereotipos, personajes femeninos y masculinos que son
diferentes, llenos de pasiones y una vitalidad que va a trascender las páginas.
Y es que a medida que cada novela es más corta que la otra,
el disfrute de los personajes aumenta: conocer los vericuetos de la vida
conyugal será tan profundo como conocer los pormenores de la cultura mexicana a
través de los ojos extranjeros.
En un profundo ejercicio narrativo, las novelas representan
el poder narrativo del autor, a la vez que demuestra su capacidad para crear
personajes y retratar, con todo el peso de la ironía, a una sociedad mexicana
envuelta en las apariencias, las aspiraciones, la corrupción y la mentira.
En su edición de Anagrama, el tríptico se acompaña con una
amplia presentación de Antonio Tabucchi que vale la pena leer.
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