martes, 28 de agosto de 2018

Si viviéramos en un lugar normal: Villalobos y la tragicomedia


Juan Pablo Villalobos nos regaló un mundo extraño en Fiesta en la madriguera (http://literaturaexperienciaviva.blogspot.com/2013/10/villalobos-nos-invita-la-madriguera.html) y su segundo texto demostró su capacidad narrativa y de presentar personas arrancados de la realidad en situaciones inesperadas.

Si viviéramos en un lugar normal (2012, Anagrama) presenta la historia de una familia que vive pobre pero honradamente en un lugar casi olvidado de Jalisco… hasta que unos adinerados pretenden despojarla de su terreno, y con ello de su casa y su imaginación.


Entre “mentadas de madre” y unas ricas quesadillas, el protagonista se presenta entre disculpas y perdone usted, para dar pie a una historia divertida y a la vez aleccionadora sobre qué sucede en nuestro México.

La familia de numerosos hijos y una obsesión por la cultura griega –comenzando por supuesto por los nombres de los hijos: Aristóteles, Orestes, Arquíloco, Calímaco, Electra, Cástor y Pólux, es encabezada por un profesor que vitupera contra el gobierno y en ello, invierte su amplio vocabulario de insultos, mientras la sumisa madre hace milagros con el escaso ingreso para preparar suficientes quesadillas para todos, platillo que termina siendo una representación del hambre y la escasez.

En la novela, además de presentar interesantes diálogos y descripciones necesarias para entender el espacio, los personajes tienen que moverse de un lugar a otro, y en esa odisea pierden a los gemelos imaginarios… así, entre lo fantástico y lo irónico, para representar esa ola de desaparecidos que atacan a muchas familias en el país.

La ironía y la tragicomedia se mezclan para hablar de la migración de lo rural a lo urbano, la miseria a la que se enfrentan las personas por su falta de preparación o su ignorancia, de tal manera que pedir en la calle es una solución ante la falta de trabajo.

El robo, la denuncia, la huida, la búsqueda de aventuras y de oportunidades, reafirman esta especie de odisea donde Aristóteles, el protagonista, se encuentra personajes que le hacen ver su suerte, y también, como sucede en la vida, quienes le echan la mano para que le vaya mejor.

Lo cierto es que a sus 16 años, el protagonista vivirá lo suficiente para saber dónde quiere estar, qué quiere comer y, tal vez, qué desea para su futuro. Su familia y su vivienda no son “normales”, y seguramente nada a su alrededor. ¿No será así en todas las casas y las familias?

Una buena novela, de ritmo ágil y situaciones divertidas-críticas, para disfrutar una forma diferente de narrar y conocer a una voz interesante en la literatura mexicana.

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