Kim Ji-young, nacida en 1982 (2022, Alfaguara) es una novela de Cho Nam-joo, autora coreana que fue capaz de retratar la vida actual en Corea enfocada en la figura de la mujer.
País de grandes
retos y ejemplo mundial de crecimiento, Corea representa el cambio de lo
milenario a lo moderno. Pero algunas cosas parecieran no haber cambiado en la
misma forma.
La novela arranca
en 2015, cuando la protagonista comienza a dar signos de una enfermedad mental:
así misma se confunde con otras mujeres, siendo sus diálogos dirigidos a la
familia desde otros puntos de vista. Físicamente está bien, pero mentalmente ha
comenzado una degradación.
A partir de ahí
la narrativa incluye 5 rangos de años y una nota de año posterior al arranque
de la novela ¿Relevante información? Sí, porque servirá para resolver el final
planteado por la autora.
Algo interesante
de la narrativa es que de pronto hay notas al pie, como si se leyera un ensayo
o un libro de situaciones que buscan un respaldo: tasa de crecimiento,
situación de género, acceso a estudios, costos y sueldos, entre otros. Esto imprime
un refuerzo de realidad y una mezcla de ficción estilizada. A la vez le imprime
una sensación de extrañeza frente a una protagonista fuera de lo común.
Kim Ji-young, que
se plantea como un nombre sumamente común en su país, no lo es. De una familia
de limitados recursos económicos y educativos, logra romper los paradigmas y
estudia. No solo estudia sino que trabaja. Y su mamá es el sostén de la
familia, hábil para los negocios, siempre buscando dónde invertir y no tener el
dinero asentado en un lugar.
Esto genera un
presente interesante para la protagonista: se enfrentará a situaciones donde
ser mujer es restrictivo frente a los varones: tienen mejores becas, les va
mejor en los colegios, logran mejores sueldos y tienen más privilegios que las
mujeres. Ellos pueden comer primero, pedir que se les atienda, en fin, ser considerados
superiores.
Esta es una de
las enseñanzas que más quedan grabadas en esta ágil novela. Su ritmo evoluciona
con años formativos de la protagonista, y va dejando que la voz narrativa nos construya
ese contexto: un país de grandes cambios ha permitido en el avance en muchos
aspectos, pero mantiene otros socialmente estables y, por qué no, estancados.
La novela nos
permite adentrarnos es costumbres que en apariencia están tan distantes de
América Latina como el propio país peninsular; sin embargo, la realidad es que
están tan cercanos a nuestra propia sociedad como las pocas oportunidades que
parecen existir para mujeres que buscan un mejor futuro.
Entre la crítica
y la sátira, la anécdota de Kim Ji-young resulta ser una fábula tan actual y
vigente como la violencia y los problemas económicos, y retrata una realidad
que será difícil de vencer.
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