lunes, 9 de agosto de 2021

Mil y una muertes: Una fotografía y la recuperación de la historia

El autor nicaragüense Sergio Ramírez es uno de los grandes autores que manejan con maestría la polifonía. Y en sus propias palabras, domina también el juego de la historia (con minúscula) y la Historia (así, con mayúscula) Una se refiere a las pequeñas cosas que nos ocurren a las personas comunes; mientras la otra son aquellos acontecimientos que quedan grabados en las memorias y los libros. ¿Cómo se mezclan? Ahí la magia de la literatura y los vasos comunicantes.

Con el leitmotiv de Rubén Darío, Ramírez nos presenta la anécdota de un fotógrafo que será testigo de la historia en Mil y una muertes (2004, Alfaguara)

La novela se estructura en dos partes, que arrancada cada una con un testimonio de uno de sus personajes centrales: El príncipe nómada por Rubén Darío; y El fauno ebrio por José María Vargas Vila. Se incluyen los datos de impresión de cada uno, para dar veracidad a la autoría y a las palabras que ahí se incluyen.

De cada uno arranca un juego político de intricadas dimensiones, el sueño de un canal en Nicaragua que permita el viaje interoceánico, los sueños imperiales-europeos de conservadores centroamericanos, el amor y el alcohol.

El fotógrafo Castellón se obsesiona con retratar la realidad, aunque los crímenes queden plasmados con su contenido horrendo, y escenas idílicas montadas por las letras del modernismo.

A ritmo lento, con un dominio total del lenguaje, con diálogos precisos, y la recreación de un estilo completo y adornado, Ramírez nos presenta una gama de personajes entre Nicaragua y Europa, dispuestos a todo para alcanzar sus objetivos, y a la vez, con la idea obsesiva de una realidad que solo es suya.

Una novela para adentrarse en las historias que conforman la Historia, mientras conocemos las caras ocultas de personajes y descubrimos que no solo existe una muerte, sino muchas más.

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