sábado, 1 de octubre de 2011

Más allá de la literatura y el desierto

David Toscana es un reconocido escritor del norte de México, que poco a poco ha dejado huellas tangibles en sus cuentos y novelas.

En El último lector (2004) nos ubicamos en Icamole, una tierra azotada por una sequía, que ha obligado a sus habitantes a migrar o simplemente a condenarse en vida.

La vida en Icamole -población real del estado de Nuevo León- de pronto rompe su tranquilidad cuando el viejo de la carreta jalada con burros que distribuye agua les comenta que una niña, de unos 13 años, está perdida en el municipio vecino de Villa de García. Esto provocará que los personajes rompan su monotonía desértica.

Remigio, el único habitante cuyo pozo tiene agua, lanza su bote y no escucha el sonido característico, descubriendo ahí un cuerpo, el mismo de la niña perdida. Esto le lleva a tratar de esconder el cuerpo.

Eso nos lleva a recuperar la memoria regional, donde años atrás el mismo Porfirio Díaz se conviertió en el "Llorón de Icamole" al perder una significativa batalla, que para muchos quedaría en los anales de la historia, aunque en realidad se ha perdido en ella.

Icamole también se va perdiendo en la historia, pues las migraciones y la sequía hace que hasta las vacas y las gallinas se mueran, un éxodo va dejando el pueblo vacío. "¿Me amarás toda la vida? ... Eso es fácil ... porque la vida ya es muy poca." (76). En esa soledad, se debate Remigio con su secreto.

Recurre para ello al último lector del pueblo, a su padre, Lucio, quien le ayudará a ocultar el cuerpo, como lo hizo un personaje ruso en una de las novelas que ha leído. Este personaje -que prácticamente se convierte en el protagonista- nos lleva a conocer la vida de una biblioteca rural, de la burocracia cultural del gobierno, la censura a la literatura y la franca decadencia de los lectores en el país: "Le temía al polvo y a los años, no a los inexistentes lectores." (60)

La novela mantiene el suspenso de la ineficiente investigación oficial, y del terror psicológico que rodea a Remigio. El lenguaje claro y directo se mezcla con múltiples referencias a personajes y textos literarios -entre ficticios y reales- que nutren los diálogos, las reflexiones culturales, las aventuras literarias.

Un texto que, a fin de cuentas, habla no solo de una niña perdida y de un crimen por ocultar, habla de la literatura y de la vida misma. "Nunca sabrá nada de eso porque escribir no es vivir, porque leer tampoco lo es." (58)

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