Mientras agonizo (1930) es un texto que tiene estos elementos: la revisión de una región entre montañas y ríos, que es devastada con una lluvia o que renace con el trabajo arduo de sus habitantes.
La anécdota es aparentemente sencilla: una esposa yace en su lecho de muerte y de pronto, su familia se reúne. Al morir, el esposo decide llevarla a su tierra natal, donde todavía tiene parientes, a pesar de la negación de su familia, de sus vecinos, e incluso de una lluvia torrencial que ha desbordado ríos y tirado viejos puentes.
En este marco, los personajes van a pareciendo uno a uno: el padre, obstinado y tacaño; el hijo mayor, aparentemente de facultades mentales limitadas; el hijo querido y evade sus responsabilidades; la hija, aparentemente en arapos y reservada. Y ente ellos, mientras agoniza, la madre que intenta recuperar su pasado.
También aparecen los clásicos personajes sureños: el médido, el pastor, los granjeros, los ganaderos, los charlatanes, los vecinos atentos a esta familia disfuncional; todo tienen una característica única.
El texto de Faulkner no se limitará a ser una revisión histórica del sur de la posguerra de secesión, con un magistral ritmo narrativo, va modificando sus líneas temporales, recreando diálogos familiares e incluso los pensamientos de aquellos que no deberían emitirlos. También va nombrando a capítulos pequeños según su punto de vista, de tal forma que el lector está obligado a tener un papel activo de identificación y ejercicio literario.
Poco a poco, reconocemos que no es solo una familia que lucha por comer día a día, sino que guarda secretos de amor / entrega, resignación / deseo, ignoracia / crueldad, vanidad / desprecio, todo va tejiendo una complicada red de sentimientos humanos.
Y mientras agoniza una mujer, tal vez una sociedad también lo hace.
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