lunes, 29 de septiembre de 2014

Compartiendo noticias: Vive una literatura para llevar en la bolsa



Invitado por la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey, el activista, profesor y literato Mauricio Correa, ofreció la conferencia ‘Bolsas de Lectura’ en el Campus Santa Fe, donde abordó el movimiento del mismo nombre, un proyecto que creó junto con la UNICEF y la Universidad de Brasilia para educar lectores.

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Muy contento de poder compartir con los alumnos del Tecnológico de Monterrey un poco de todo lo que hace con los libros, Mauricio Corrêa Leite inició una charla muy amena en la que aclaró que él no sabe hacer nada sobre literatura ni sobre nada.

Gustoso de dormir, comer, leer y pasar tiempo en la computadora, Mauricio es un lector y promotor del arte en donde quiera que se encuentre. Estudió teatro y educación y desde que empezó su carrera como maestro en 1980 se ha dedicado a ser cuentacuentos, iniciando en aldeas de la India en Tocantins.

Es uno de los creadores de “Bolsas de lecturas”, con apoyo de la UNICEF y la Universidad de Solidaridad de Brasilia, quienes establecieron un eficiente método para educar lectores. Es miembro de Ashoka y su trabajo ha sido reconocido a nivel internacional por numerosos organismos como UNICEF e instituciones educativas en Brasil, su país natal, y otros países del mundo.

En la charla organizada por la Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey y celebrada el pasado 10 de septiembre Mauricio Corrêa califica su trabajo como “un juego muy divertido”, y efectivamente lo es porque lo que busca es hacer sonreír a la gente mediante sus más grandes tesoros: los libros. Reliquias que él ha ido adquiriendo a lo largo de los años en ferias, librerías, etcétera y que lleva consigo en una maleta muy particular en donde también carga fotos, recuerdos, y regalos que ha ido acumulando en esta aventura que ha emprendido desde hace más de 30 años.

Muchos de los libros que atesora son verdaderas obras creativas que manejan un cúmulo de sensaciones y emociones que evocan en él muchas palabras o descripciones para que a su vez lo transmita a todos los que están a su alrededor, como fue el caso de los alumnos de Prepa Tec en Santa Fe.

El valor de una historia

Un ejemplo fue un cuento llamado “El Tintodonte (un domingo sin desayuno)” de Juan Geduvius. En este cuento las ilustraciones hacen una parte de la historia y el público la otra, porque Mauricio, conforme va pasando las páginas sin texto y va mostrando las ilustraciones, invita a que el público haga los gestos y expresiones correspondientes a lo que está sucediendo en los dibujos, cada una provocando un ambiente de diversión y relajamiento en los asistentes.

Otros libros que mostró no necesariamente tenían las características comunes que conocemos. Podían ser cajitas ensambladas unas con otras que se desdoblaban como un acordeón e iban mostrando ilustraciones y a la par iban contando historias. “Mi compromiso con la lectura tiene que ver con el uso de la misma y que sea divertida” afirmó.

Mostró libros con texto y también con escenarios que al abrir el ejemplar de par en par, se levantaban en relieve mostrando casas, árboles, figuras y personajes. Muchas veces le tocó trabajar con niños y su mayor objetivo siempre ha sido desarrollar en ellos la capacidad de admirar lo que ven, de imaginar.

Mauricio logró despertar las emociones de todos los que estábamos presentes. “Una historia es una historia, sin importar si trae palabras, dibujos, si es grande o pequeña. Lo que importa es lo que nos hace sentir, lo que nos transmite”.

Cerró su presentación con una “serenata literaria” que consistió en una caja musical que en su interior guardaba pequeños libros de diferentes historias y que conforme los iba sacando iban disminuyendo en tamaño hasta llegar a la miniatura casi inapreciable a simple vista.



Referencia
VIDA ESTUDIANTIL. CULTURA. AGENCIA INFORMATIVA DEL TECNOLÓGICO DE MONTERREY. TANYA PELÁEZ. 29.09.2014



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