Hay pocos libros que te atrapan, que no dejas de leer para
saber qué continua, que simplemente disfrutas tanto que no eres capaz de
dejarlo a un lago del buró o de la silla.
Loving Che (2003) de Ana Menendez cae en esta categoría. A la
autora la conocí en la antología de relatos “In Cuba I was a German Sheperd”,
donde explora el tema del exilio de una forma divertida, cruel y original: En
Cuba el papá era un pastor alemán… pero en Estados Unidos no llega a perro chihuahua…
Con esta voz original, un estilo fresco y un diálogo entre
agringado y acubanado, la autora nos regala esta novela. Tardé prácticamente 9
años en leer –aunque fascinado por el estilo me negaba un poco a leerla- hasta
que la tomé y sus 228 páginas se desvanecieron en 3 días.
Su narrativa es ágil y compleja a la vez: hay dos historias
circulares: una joven residente de Miami que vive con sus abuelos, incansable
viajera que recurre La Habana buscando a sus padres, o cualquier indicio de
ellos, conociendo las ventajas de la vida contemporánea y su pasaporte
norteamericano. En paralelo, pero temporalmente distante, una pintora vive la
transición de la dictadura a la revolución cubana (antes de que descubrieran
sus tintes diferenciales) tiene un matrimonio estable con un profesor de
literatura, que de pronto se convierte en el escritor de discursos y conoce a
la enigmática figura del Ché Guevara.
Hasta el momento pareciera una simple novela, pero no lo es.
A través del manejo de lo incierto, de secretos familiares y la locura, Ana
Menendez nos cuenta una historia dentro de otra, donde unas cartas revelarán en
primera voz aquello que las pinturas no pueden hacer. Pasado y presente se conjugan, chocan,
colapsan: “Why idealize the future, where only death awaits? How much lovelier to
think on the past when we were young and untested and our beginning lay behind
us like a forgotten dream.” (18)
La novela, que además presenta un texto muy sencillo de
seguir, da tintes de realidad al mezclar universidades, personajes, situaciones
históricas que le dan coherencia a la ficción, y que a la vez, hacen imposible
la realidad.
La historia recordada se convierte en una mentira real, o en
una realidad alterna para la soledad que la pintura impone. Y al escribir, la
búsqueda de sí misma. “The
more I write, the more I remember, as if the words moving across the page were
a wind blowing away the dust of years.” (92)
Continuamente la narradora inicial, la hija, va a La Habana
contemporánea para encontrar a su familia, y poco a poco a sí misma. “When you
live for a long time in one place you begin to confuse your life with the city”
(16) De esta forma la ciudad misma pareciera ser un personaje más que en cada
portón guarda un poco de información.
Con personas poco dibujados pero cuya voz es inconfundible,
la autora nos invita a evaluar qué es la ficción, qué es la realidad, y en
especial, qué queremos saber. “A
Young girl and already knowing that silence held the heavier balance of truth”.
(20)
El silencio y la nostalgia, sentimientos tan humanos como el
amor, se pueden fundir en la locura. Y este contexto, el exilio, la muerte. “One
can be exile without ever having left, can be an exile, so to speak, from time.”
(200) y es que “But death. A Dios, Silencio. That is a different forever.” (124)
Una historia 100% recomendable, disponible en inglés, pero
de fácil comprensión. Adelante, amar al Ché, encontrar el pasado, conoce run
poco más de historia. A disfrutar.
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