lunes, 29 de septiembre de 2014

Desde el Premio Alfaguara: Son de mar



Este año decidí leer novelas, cuentos o textos que deben ser leídos, que ya están en la Biblioteca López Pezina pero que, por una o por otra, no las habían leído. Esta novela tardó 11 años en ser leída, tres más de cuando se publicó… pero el resultado sigue siendo muy vigente.

En 1999 se hizo acreedor del Premio Alfaguara Son de Mar (2001) de Manuel Vicent. Este escritor ha creado más de 40 títulos, alabado por la crítica, e incluso llevado al cine.

“Son de mar” tiene una lectura ágil, con diálogos precisos, personajes entrañables: el odiseo moderno, la afrodita infatigable, la figura de la ambición, la sociedad folklórica. A momentos inverosímil, pero a fin de cuentas una nutrida historia de amor, mares y atunes.

Todo arranca cuando en una playa italiana llega un ahogado, un hermoso ahogado con un tuxedo manchado. Al poco tiempo, aparece cercanamente una mujer, vestida de novia. Ambos estuvieron casados, 10 años antes, cuando al poco tiempo del matrimonio él fue a pesar el primer atún de la temporada y se perdió en el amor. 

Ella, la muchacha linda de grandes sueños, conoce a Yul Brynner, ese carácter hollywoodense que acalla en la esta playa remota en un hermoso yate; de pronto a la fonda familiar, y sin saberlo, queda inmortalizada en el filme. Él, un profesor de literatura, erudito en la literatura griega clásica, medio ciego, medio callado, se convierte en el portador de odas amorosas insospechadas. Un intenso amor nace de ellos, y también de la desgracia. 

Se casan. Se pierde. Ella se casa de nuevo, pero nunca lo olvida… de pronto, ella con su primogénito, dos hijos más y la posición de estar ahora desposada con un magnate empresario, se enfrenta a esta antihéroe que tiene un atún en sus manos. 

A momentos me recordó a Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez: comienza por el final, narra una historia de amor y de suspenso para conocer el porqué de los personajes, el agua es un personaje más. A diferencia de ésta, la sangre no es abundante, solo la que derrama el amor correspondido. 

La narrativa es interesante, con diálogos precisos, descripciones exactas, y el toque de fantasía que nos recuerda al realismo mágico, pero a la vez, al realismo fílmico italiano. Una novela que vale la pena leer. Llena de humor, referencias culturales clásicas y de la década del cine de oro de Estados Unidos, y también, por supuesto, de atunes.

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