viernes, 6 de febrero de 2015

Rosario Tijeras: el límite de lo cotidiano

Motivado por el Premio Alfaguara 2014, El mundo de afuera  (http://literaturaexperienciaviva.blogspot.mx/2015/01/el-mundo-de-afuera-la-realidad-y-la.html) decidí leer más de Jorge Franco. Al poco tiempo llegó a mis manos la novela que lo hizo famoso más allá de las fronteras colombianas: Rosario Tijeras (2004) 

En una portentosa edición de pasta dura, separador de tela e impecable versión de 10 años, me enfrenté a uno de los textos más comentados, adaptados e inspiradores de los últimos años.
Y es que estamos ante una novela con un ritmo acelerado: una protagonista, un narrador-personaje, un personaje masculino que conforma el triángulo amoroso, una serie de personajes secundarios singulares, la Colombia de la década de 1980 como un personaje más. 

Medellín, la violencia va tomando las calles, las casas, los rincones de la vida cotidiana. Opciones hay pocas: morir o unirse, saber moverse entre el crimen organizado, aspirar a ser como los de arriba. 

La novela maneja un lenguaje claro, plagado de un caló, diálogos abundantes, y una profunda reflexión del narrador-personaje que no adentran a este mundo de violencia, amor, traición y drogas. Pero bueno parte de los temas son descritos a lo mínimo e implícitos, lo que convierte el texto en un ejercicio literario y no en una absurda descripción amarillista. 

La estructura también sobresale: inicia en un hospital, una mujer herida de bala –de tantas que atiende el área de emergencias- y en narrador-personaje, esa especie de objeto de deseo, romántico-maricón que presenta a la protagonista: Rosario… nadie sabe a ciencia cierta su apellido, pero se le conoce como Tijeras.

Esta mujer, además de guapa e inteligente, proviene de esa clase social destinada a la muerte, pero que sabe con quién relacionarse, cuándo estar dispuesta y cuándo no, y en especial, sabe cuándo jalar el gatillo.

Su fama le antecede: en los barrios bajos se le respeta, y en los altos se le acepta. Casi todos: la novela nos habla de ese contraste entre ricos y pobres, todos iguales a la hora del piquete.

Lo cotidiano, en esta novela que ha cumplido 11 años, parece surreal y más vigente cada día: violencia familiar, armas, pandillas, adoración de la muerte, pero a la vez el mundo de los ricos, el alcohol, las fiestas... y entre ellos, la aspiración por un auto, por un viaje, por tener a la mejor mujer. 

Con esos cambios del hospital a los flashbacks de los personajes, Rosario Tijeras se convierte en una novela del narcotráfico, pero también en una afanada denuncia social de falta de oportunidad y corrupción, de un grupo de personas que busca reinventarse y acabar con el otro, antes de que lo acaben a uno. 

Aquí la violencia física es prácticamente sugerida, pero los diálogos son tan vivos que te adentra en una violencia psicológica total, tal vez, más peligrosa que la anterior. 

Franco, considero, hace un excelente balance entre una historia verosímil y una narración literaria (una historia de narcotráfico, de amistas, de amor, de fraternidad, de una ciudad desgarrada desde su interior), siempre con un manejo de personajes y de situaciones que obliga a reflexionar, a pensar, a releer fragmentos.

Sin ser un hecho real, esta obra de ficción maneja muchos elementos de la realidad que la hacen especial, y además con un ritmo que invita continuar leyendo y a conocer qué más puede cortar el filo de esas tijeras…

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