lunes, 13 de marzo de 2017

La mujer, el silencio, la libertad: “En silencio, la lluvia”

Silvia Molina es una escritora mexicana que ha viajado por la novela, el cuento, el ensayo, el teatro, el relato, y mucho más. Con una textura relacionada con la mujer, sus novelas se abocan a una aproximación sobre ellas o sobre el papel que tienen en las familias.

En este espacio hemos comentado la pieza teatral Circuito cerrado (Una mirada familiar en circuito cerrado http://literaturaexperienciaviva.blogspot.mx/2012/03/una-mirada-familiar-en-circuito-cerrado.html)

En cada historia, Silvia Molina nos invita a adentrarnos en ese mundo que, por el contexto social, la historia, el pasado y la costumbre, encierra a la mujer de una o varias épocas.

En la novela En silencio, la lluvia (Alfaguara, 2008) la protagonista vivirá en forma vicaria y de su relación con una mujer del presente y otra del pasado. Nacida en la clase media, busca estudiar literatura y arte, a lo cual sus padres se oponen, y más cuando decide ir a vivir con su pareja. Aquí comienza el choque de mundos: entre la libertad de vivir una vida plena y estudiar lo que gusta, y el respetar las normas sociales dictadas por el contexto.

Romper con él se convertirá en el detonante: buscar una beca para estudiar la influencia de los artistas flamencos en el arte novohispano. Eso lo lleva lejos de su familia y de su hombre –con toda la carga emocional que va desglosando la novela- y la enfrenta a la Bélgica de los pintores y de las beguinas, mujeres que entre el Renacimiento y el siglo XVII buscan evadir los matrimonios obligados o la viudez solitaria para vivir en comunidades, sin ser monjas ni vivir en pobreza y obediencia.

Al vivir en una de esas comunidades adaptadas a la modernidad, encuentra a Chatharina de Lovaina. Una de estas beguinas que a través de cartas habla de su amor frustrado, de la ilusión de estar en paz con Dios, de los conflictos familiares, de su vivencia diaria.

De entrada las 2 historias van a resultar vasos comunicantes de emociones, sentimientos, y la revisión de los contextos sociales y culturales que se van formulando en uno u otro lado del océano.

Completa el trío de historias –y de intertextos- Irene y su pareja, quienes hacen un inventario a la manera de un departamento de vivienda, para realizar un balance de su vida y qué tanto conocen del otro, con sorpresivas revelaciones.

Los intertextos de las cartas de Catharina y el inventario de Irene, se vinculan a la tesis, a las explicaciones de un buen inventario, y a las profundas reflexiones sobre qué significa ser mujer, amar, enfrentar a los miedos, vivir o no con pareja, que realiza Mónica.

Divido en tres partes, capítulos cortos que algunas veces asemejan a viñetas –como notas de un inventario- se presentan en tres partes y un intermedio, que a un ritmo lento y un lenguaje estudiado y preciso, los personajes bien delimitados van entretejiendo la vida entre México, América Latina, Bélgica, Europa y más.

Los choques culturales se complementan con profundas reflexiones en primera persona y enriquecidos diálogos.


La historia invita a un inventario propio, a ver la vida desde diferentes perspectivas y, en sí, a mirar la lluvia en silencio. 

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