Hay diversos autores mexicanos multipremiados y multileídos,
y dentro del movimiento del crack, multifacético y de vasta obra: Ignacio
Padilla.
Con una trágica e inesperada muerte, Padilla dejó una nutrida
narrativa y obra ensayística, cuyos temas fueron tan diversos como
interesantes.
Después de su muerte, se publica como obra póstuma una
narrativa en capítulos cortos, con narrador-protagonista, cargada de ironía y enseñanza:
Última escala en ninguna parte (2017)
A manera de entregas, esta narración presenta en 12
episodios la vida de Abilio, un personaje que un buen día decide seguir los
pasos de su tío: convertirse en un viajero. Pero no solo un viajero, sino un
viajero frecuente que estará envuelto en un futuro que pocos comparten: ser el
mejor viajero del mundo.
Aquí arranca una especie de fábula al estilo Kafkiano: una
vez que comienzan los viajes, los premios y la competencia llevará a viajar en
todos los estilos y formas posibles.
Primero con pasión, después por gusto y finalmente por
necesidad, Abilio es capaz de olvidar a su familia y sus sueños, con tal de
pertenecer a un grupo especial de personas: una organización formada por un
selecto grupo de viajeros que lo han logrado todo, bueno, casi.
Y es que estos personajes han llegado a perder el por qué se
sus viajes, de esa pasión que los llevó de escala en escala hacia ninguna
parte.
Lleno de estereotipos y de lecciones claras esta pequeña
pero magistral obra de Ignacio Padilla se convierte en una reflexión de nuestro
presenta y una sociedad que nos ha llevado a valorar más lo material que
aquello que nos hace tomar un avión para disfrutar o para llegar a un destino,
y aquí ese destino se pierde entre los aeropuertos y los puestos de espera.
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