Una alegoría del samurái moderno nos presenta la autora japonesa Hisako Matsubara. En Samurai (Colección Andanzas # 5, 1987) la historia de un matrimonio es el pretexto perfecto para profundizar en un país lleno de cambios, en una historia milenaria que se niega a morir.
En la novela Hayato, otrora rico descendiente de una familia
de samurais, adopta a Nagayuki, quien ha perdido a su padre y ante el número de
personas en casa, su madre decide que se adoptado por la familia, para tener no
solo un mejor apellido sino un prominente futuro. Nagayuki hará todo a su
alcance para compensar este honor, estudia en una universidad imperial y se
casará con Tomiko, hija de Hayato.
En Japón se vive entre lo tradicional y moderno, comienza la
expansión territorial del país y comienza a fraguarse la vida militarizada. Modernizar
al país con personas más preparadas contrasta con aquellas tradiciones
familiares de obediencia, respeto y, en especial, el honor familiar.
Para mantener un tipo de vida que se desvanece ante la mala administración de su padre adoptivo, Hayato irá a Estados Unidos. Otros habitantes de su pueblo han “regresado vestido de brocado”, en alusión a las finas vestiduras de los ricos. ¿Cómo se ha conseguido ese dinero? Pareciera no importar, mientras las familias se beneficien.
Educado, precisamente, con las enseñanzas de los antiguos samuráis,
la fidelidad, el heroísmo, la entrega, el respeto, y el sometimiento total a
las órdenes familiares, hacen que el joven matrimonio de Hayato y Tomiko tengan
una hija, pero el varón se despida de ella para probar suerte en Estados
Unidos. Este sacrificio debe ser suficiente para el padre, quien eventualmente vende
sus tesoros, deja la propiedad insostenible, muda a la familia y decide vivir
de su nombre, pues nada les queda.
Todo el dinero que envía el hijo adoptivo se gasta en
donaciones a un templo, recuperar los tesoros familiares, comprar kimonos finos
para preparar el regreso triunfal. Pero además del poco dinero –que administra
al padre, la esposa no tiene derecho a tocarlo siquiera- Hayato escribe poco y
cada vez con más tiempo entre las misivas.
Reaparece en escena la mamá biológica de Hayato, quien se
hace amiga de Tomiko para explorar --con el pretexto de conocer a su nieta- y
reflexionar sobre las carencias y las vejaciones que se viven en el extranjero.
Las apariencias que quiere tener el padre se anudan a la
corrupción y la ambición que otro hijo de un humilde pescador ya vestido de
brocado, provocando cambios en el pensamiento del antiguo samurái y modificando
la percepción del antiguo samurái ante un hijo adoptado que no hace honor al
nombre.
Tomiko se debate así entre el honor a su familia y el amor a
su marido: se entera que el dinero enviado es para que ella vaya a América,
pero ese destino pareciera cada vez más lejano.
A un ritmo lento, la novela va retratando a estos personajes
definidos con descripciones precisas, con la reconstrucción de ambientes,
colores y sensaciones propios de la literatura japonea.
Matsubara construye así una profunda historia familiar en
medio de un mundo cambiante, donde paradójicamente, tras tradiciones y valores
más fuertes parecen desvanecerse ante la necesidad y el interés.
Un heroísmo oculto vivirán las mujeres de esta novela frente
a su papel en la sociedad y en la propia familia.
Una historia importante para contrarrestar tradición y modernidad, así como amor y respeto familiar, con una historia de amor que parece tan simple como ir a otro país para hacer fortuna y regresar a reclamar lo que es propio.
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