Cien años de soledad es uno de mis textos favoritos. Es una
novela, pero a la vez una de las piezas cumbre del Boom latinoamericano.
Hace unos años, para el aniversario de la obra, la Real
Academia Española publicó una versión especial: el texto revisado, y diversos
ensayos de plumas tan grandes como Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes.
Nace así una antología singular: Cien años de soledad y un homenaje (2007).
De este último, “Para darle nombre a América” nos hace el
recuento de cómo el autor mexicano conoce en una reunión al joven escritor
Gabriel García Márquez. Nace ahí mismo una admiración literaria y personal que
durará muchos años.
Además del recuento de los primeros diálogos, Fuentes
homenajea el poderoso texto con su estilo elocuente, gran documentación y con
un lenguaje cuidado.
En la segunda parte, “Ni en el más delirante de mis sueños…”
el Nobel colombiano hace un recuento de lo que significa recibir el ejemplar 1
del millón impreso en esta edición conmemorativa. Aquí nos indica cuántas hojas
fueron mecanografiadas y corregidas, los apuros que trajo a la familia la
creación de la historia de los Buendía, mientras el presupuesto fue tan escaso
que solo pudo enviar al editor la primera parte del texto.
Y como respuesta, un mensaje urgente ansioso de leer la otra
parte, acompañado de un giro para su envío.
De esta forma, con su propio estilo anecdótico, casi
coloquial y llegando a lo real-fantástico, el
recuento del tiempo nos invita… “Así
es como volvimos a nacer en nuestra vida de hoy (40)
Estos discursos pueden sonar breves, pero representan el
estilo de estos grandes autores, que dialogan a veces consigo mismos, y otras
entre ellos. La invitación definitiva es a leerlos.
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