jueves, 30 de octubre de 2014

¿A qué se enfrenta nuestra niñez?: El final de las nubes



El final de las nubes (2012) es una novela negra, escrita a 4 manos por Ricardo Chávez Castañeda y Celso Santajuliana, los mismos que nos trajeron la revisión de la literatura mexicana contemporánea llamada “La generación de los enterradores”. 

Finalista del Premio Dashiell Hammett (algo así como el Pulitzer de la novela policiaca y negra), la novela se sitúa en la Ciudad de México, donde el mundo contemporáneo es aplastante y destruye a todos a sus alrededor. 

La premisa es aparentemente sencilla: diario desaparecen niños de las calles, de las escuelas, de las casas, y las razones son desconocidas. 

En diversas historias paralelas, conocemos el dolor de una madre que ha visto desaparecer a su hija; un sacerdote que para no terminar de perder su fe dibuja un mapa de pecados; un par de detectives que pretende hacer su trabajo; un rico que busca cambiar al mundo; un grupo de chicos de la calle que lucha por sobrevivir… y de marco, el aniversario del 2 de octubre. 

Y es que razones hay muchas para que los niños desaparezcan, y con ello nuestra propia humanidad: los personajes descienden al infierno, cada uno en su propia vida. Ricos y pobres buscan la sobrevivencia, sin importar sus acciones ni su trascendencia. 
 
A un ritmo adecuado, las historias se entremezclan a contrapunto, tejiendo esta telaraña que es la capital del país. Abundantes diálogos, lenguaje coloquial, y misteriosos seres de apariencia extraterrestre que cazan cada noche a los pequeños de la calle.

A la vez que reflexiona el drama que se vive todos los días en la gran urbe, se desmitifica el Mitin de Tlatelolco y su revoltoso aniversario. “La fuerza de un movimiento revolucionario radica en su conciencia de estar muertos” (127)

Los personajes pueden parecer estereotipados, pero su variedad permite ver nuestra deshumanización por el dolor o por el dinero. Paradójicamente se plantea que “siendo el cielo y el infierno contrapartes, cuando nos esforzamos por agrandar uno, acabamos agrandando también el otro.” (128)

Una excelente novela que vale la pena leer.

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