domingo, 27 de septiembre de 2015

La carencia de rostro, de presente, de vida: Miklos


Hace tiempo que no leía un autor desconocido para mí. Pero una librería del Distrito Federal, un buen precio, una editorial afamada, me hicieron llegar a David Miklos.

En No tendrás rostro (2013) me topo con un experimentado autor estadounidense radicado en México, que nos recuerda en cierta forma las ideas de la antinovela: una anécdota apenas trazada, personajes con apodo o nombre de pila, un lugar generalizado, un escenario apenas trazado. 

En un lugar cercano al mar, que va retrocediendo cada vez más, unas cabañas dan la vida a un singular grupo de personas. A penas realizando lo mínimo para sobrevivir, cambiando vino por libros, su pesca por otros alimentos, en medio del erotismo y un suicidio, los personajes se relacionan unos con su mímesis.

Uno de ellos, Fino, decide dejar el cuerpo insaciable de la Rusa, y camina de vuelta a la ciudad. Un espacio consumido por la Violencia. En su andar, se toma con otra singular cofradía, que define 11 mandamientos entre los cuales se prohíbe beber los desechos, tirar las semillas, no apagar el fuego. 

De pronto, este protagonista se enfrente a su pasado, una casa en ruinas, una vida tan pasada que la propia memoria lo ha borrado.

Y este que los personajes e enfrentan a una ausencia, la falta de vida, de una razón para estar de pie, de un pasado que los ate a un lugar, incluso a una familia.

Una dura revisión a nuestra sociedad, lo vacío de nuestras motivaciones, de nuestra carencia de sentido, a tal grado, que las propias personas carecen de nombre y de rostro.

Un libro corto, cargado de significado. Un narrador omnisciente, descripciones básicas, diálogos cortos. Una novela interesante.

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