Si el narcotráfico es uno de los problemas en México, la
migración es el otro gran fenómeno. Y no solo por aquellos paisanos que salen o
que regresan al país, sino por los centroamericanos que pasan a nuestro
territorio en busca del sueño americano.
Si bien es una situación con múltiples variables, la visión
de la ficción se alimenta muchas veces de historias por demás reales: las
carencias económicas las situaciones religiones y sociales llena a abandonar
pueblos en busca de una mejor vida.
Pero ese sueño se transforma en pesadillas: violaciones,
vejaciones, privaciones, enfrentamiento al crimen organizado, al hambre, al
clima, todo conforma una odisea llena de dolor y desasosiego.
Todos esos testimonios en La bestia, las patronas, los
refugios, van formando parte de ese andar fatigoso.
Alejandro Hernández busca retratar esta aventura en Amarás a
Dios sobre todas las cosas (2013) una narrativa a detalle que nos llena de las
tranquilas tierras de Centroamérica, llenas de familias y de hambre, que de una
a otra historia deciden buscar el sueño americano.
En el cuaderno de Walter quedan escritas las historias: el
compadre que conoce al coyote, el coyote que cruza una frontera y el que se
arriesga con otros, la corrupción de la migración o de la policía, el grupo de
indocumentados que hace comunidad, las corridas para alcanzar el tren, la
violencia y los asaltos, las violaciones a las mujeres, los golpes por tener
una acento diferente.
También se retratan los lugares donde hay esperanza, y
comida, y baños; los lugares prohibitivos porque “te regresan a tu mera tierra”
y otros donde “no más te dejan en la frontera”; y sobre todo, aquellos momentos
donde un resbalón, una distracción, una pisada en falso te llevan a perder la
vida o a quedar mutilados.
Walter, su padre, su hermano, una prima y un primo, salen
hacia México. Y vivirán todas éstas y muchas aventuras más. Unas alegres, unas
desgarradoras, otras violentas e incluso unas llenas de amor.
Lo cierto es que a un ritmo lento pero con descripciones y
diálogos que buscan recrear una forma común de hablar, el autor nos lleva hacia
esos momentos íntimos donde tener para comer puede superar a la tranquilidad
idílica, donde se ahorra para “pagar el pase” más que para una casa o una camioneta,
seguro esa llega con los dólares que se gana “del otro lado”.
Y es que, se retratan en la misma novela, hay personas que
sí logran llegar, trabajar y regresar forrados. Eso alimenta la migración y la
necesidad.
Con diversos personajes enigmáticos, las aventuras narradas
en el cuaderno y otras visualizaciones que nos permite el narrador omnisciente,
nos enfrentamos no solo a las inclemencias del clima y a la persecución oficial,
también a las bandas del crimen organizado que pueden secuestrar o eliminar a
quien les plazca.
Una dura realidad retratada en este novela. Un texto para
explorar el fenómeno y ser empático con las necesidades de nuestros hermanos
centroamericanos, y como nosotros mismos en México nos convertimos en esos
obstáculos y esos dejos de esperanza que allanan el camino.
Un excelente texto, un muy buen narrador. Una historia
realista, un final inesperado. A los migrantes, tal vez solo les queda rezar y
cumplir los mandamientos.
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