En 2017, el Nobel de Literatura fue para Kazuo Ishiguro,
narrador inglés de origen japonés que ha publicado en inglés. La profundidad de
sus textos y de las propias historias es lo que llevó a reconocer a este autor.
Una de ellas es Nunca me abandones (2005) una visión
futurista de la sociedad: no hay enfermos, no hay violencia, todos tienen un
propósito muy marcado en la vida.
En esta narración, conocemos a un grupo de jóvenes que viven
en un internado: conocimientos y comida, estancia sin padres, con maestros
dedicados y una provisión especial: comprar cada cierto periodo en una especie
de bazar objetos que han sido usados por otras personas.
Este grupo de jóvenes tiene muchas libertades y condiciones
laborales especiales, pero no pueden casarse o estar con una pareja por
siempre, el amor sí está limitado, y a expensas de vivir en diversos lugares
asignados. El sexo, libre, les permite conocer a diferentes parejas y dar pasos
naturales a su crecimiento como adultos.
En esta sociedad utópica, los personajes saben y aceptan su
destino: ser donadores de órganos, que pueden llevarlos a la debilidad total e
incluso a la muerte. No importa, es su destino.
Un triángulo amoroso nos permite adentrarnos en dos
personajes femeninos y un varón: Kahty, Ruth y Tommy, cada uno con su propia
forma de ser, por un lado lo extrovertido de este mundo, del otro, la timidez total
y en medio, el saber y desconocer al mismo tiempo lo que nos rodea.
Entre fábula de un mundo futuro e inocencia del amor
verdadero, los personajes deben ir creciendo de un hogar a otro, hasta el
momento que les toque hacer su donación. Entre ellos, el valor de la verdadera
amistad y el amor sin condiciones se contraponerá a los deseos y a la envidia,
incluso, al abandono.
¿Qué nos hace humanos, qué nos hace únicos, porqué somos
capaces de amar o de odiar? La creación de esta atmósfera nos recuerda a Un
mundo feliz, a una utopía de la sociedad perfecta cuyo costo es demasiado alto.
Una excelente novela contada en primera persona, a ritmo
lento, con diálogos y una fuerte reflexión hacia aquello que nos une con otros
y que nos permite quedarnos, no abandonarnos.
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