A wevo, Padrino (2015)
es una novela de Mario González Suárez que presenta la aventura de una persona
que no andaba bueno pasos pero que las circunstancias lo llevaron a una
narcoaventura, o al menos así lo presenta en una confesión a su padrino.
Con personajes
trazados con ligeras pinceladas, González Suárez presenta una novela ágil, con
un narrador persona que narra s vida. A a mitad del texto hay una voz que de
pronto rompe la narración, para presentar una funeraria y a un viejito que
quiere desaparecer el negocio, y no porque los habitantes del asilo odien el
oficio, si lo poco ético o legal de las acciones.
El narrador presenta
una voz peculiar, con un caló propio del pacífico mexicano, descripciones
regionales entre awas y maza... entre ranchos y finchas, entre praderas y rincones
serranos, toda la geografía mexicana donde se produce y se envía mercancía
pa’al otro lado. A veces irreverente, otras a manera de denuncia de la
corrupción gubernamental, otras simplemente la vida entre mariscos y balaceras,
la narración describe los lujos pero también la planeación y la ingeniería que
requiere cosechar lo mejor y al menor tiempo posible.
Los personajes viven
entre fidelidades y traiciones, pasiones y engaños, aventuras y fiestas orgiásticas,
que entre lujos y drogas representan el presente de jóvenes y aquellos adultos
marcados por una vida corta.
También hay una
historia de amor por la esposa abandonada a su suerte, todo porque la
casualidad enfrenta al narrado con el pasado, y con ellos se introduce en ese
mundo clandestino donde hay que confiar y tal vez ahorrar, pero que nunca,
nunca, se podrá salir.
Aquí en valor se mide
por la rapidez del arma, o por la visión de ser fiel p traicionar ante el mejor
postor.
Jugando con el nombre
de regiones y de personajes arrancados de la realidad, A wevo padrino se
convierte en una especie de narración-ficción que termina sumamente apegada a
la realidad.
Una novela ágil, donde
destaca el ritmo y el lenguaje, dispuesta a insertarse en el presente y, casi
sin quererlo, retratar la vida de muchos que con su padrino desahogan su pena,
porque si el enemigo los pesca seguro termina a plomo y en aquella funeraria,
sin el padrino que le dé los santos óleos.