lunes, 4 de abril de 2016

A wevo padrino: un acercamiento a la violencia urbana



A wevo, Padrino (2015) es una novela de Mario González Suárez que presenta la aventura de una persona que no andaba bueno pasos pero que las circunstancias lo llevaron a una narcoaventura, o al menos así lo presenta en una confesión a su padrino.

Con personajes trazados con ligeras pinceladas, González Suárez presenta una novela ágil, con un narrador persona que narra s vida. A a mitad del texto hay una voz que de pronto rompe la narración, para presentar una funeraria y a un viejito que quiere desaparecer el negocio, y no porque los habitantes del asilo odien el oficio, si lo poco ético o legal de las acciones.

El narrador presenta una voz peculiar, con un caló propio del pacífico mexicano, descripciones regionales entre awas y maza... entre ranchos y finchas, entre praderas y rincones serranos, toda la geografía mexicana donde se produce y se envía mercancía pa’al otro lado. A veces irreverente, otras a manera de denuncia de la corrupción gubernamental, otras simplemente la vida entre mariscos y balaceras, la narración describe los lujos pero también la planeación y la ingeniería que requiere cosechar lo mejor y al menor tiempo posible.

Los personajes viven entre fidelidades y traiciones, pasiones y engaños, aventuras y fiestas orgiásticas, que entre lujos y drogas representan el presente de jóvenes y aquellos adultos marcados por una vida corta.

También hay una historia de amor por la esposa abandonada a su suerte, todo porque la casualidad enfrenta al narrado con el pasado, y con ellos se introduce en ese mundo clandestino donde hay que confiar y tal vez ahorrar, pero que nunca, nunca, se podrá salir.

Aquí en valor se mide por la rapidez del arma, o por la visión de ser fiel p traicionar ante el mejor postor.

Jugando con el nombre de regiones y de personajes arrancados de la realidad, A wevo padrino se convierte en una especie de narración-ficción que termina sumamente apegada a la realidad.

Una novela ágil, donde destaca el ritmo y el lenguaje, dispuesta a insertarse en el presente y, casi sin quererlo, retratar la vida de muchos que con su padrino desahogan su pena, porque si el enemigo los pesca seguro termina a plomo y en aquella funeraria, sin el padrino que le dé los santos óleos.

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